Capítulo 9. Estilo de vida

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3 años después

El estilo de vida de ambos chicos había cambiado. 

Betty enfrentó una fuerte depresión y pasó por un estado de negación del cuál le costó mucho salir. A los meses de lo ocurrido con Daniel, nació su hija, Isabella como decidió nombrarla.

Obtuvo una beca en la UCLA, la mejor universidad en el estudio de periodismo y escritura de Los Ángeles. Estudió su primer semestre en línea para poder estar al pendiente de su pequeña hija. Cuando terminó su semestre, y tenía que empezar el segundo, ella junto con su hija y Archie, su mejor amigo quien decidió acompañarla y poder apoyarla, se mudaron a un pequeño departamento pagado por sus padres allá en la gran ciudad.

También les costó mucho adaptarse a su nueva vida, fue un gran cambio del pueblo a la ciudad, pero supieron acomodarse de la mejor manera.

Se graduó como periodista, enorgulleciendo a su familia, y a ella misma. A pesar de ser tan joven, era feliz con la vida que llevaba, aceptaba que fue un gran reto, pero supo enfrentarlo.

Archie trabaja en las finanzas de la constructora de su familia, de vez en cuando debía salir al pueblo, pero la era rara la vez. El pelirrojo fue de gran apoyo y ayuda para Betty, pues mientras ella estudiaba él estaba al cuidado de la niña.

Pero aunque Archie trabajara Betty quería ayudarlo y desempeñarse como periodista o escritora, por lo tanto estaba en busca de empleo.

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Por otro lado el pelinegro, quien había cambiado notablemente. Era alguien muy cerrado y frío, dejó de demostrar cariño o incluso una sonrisa, ni con su familia lo hacía.

Su estado preocupó tanto a sus padres que hicieron que se fuera a vivir con ellos, para tan siquiera tenerlo cerca.

Llevo a la cima a su empresa, convirtiéndola en la mejor editorial de la ciudad, casi también del país. Era conocido como "el dragón" dado a su comportamiento y actitud, era muy estricto y todo debía estar en orden, sino le decías adiós a tu empleo.

Todos en la empresa le tenían miedo, no podían ni siquiera verlo a los ojos por la frialdad que estos cargaban, al igual que te intimidaba con tan solo su presencia. 

Era un día como cualquier otro cuando él entró por las transparentes puertas de cristal del edificio, ganó las miradas de todos los presentes, pero los ignoró y caminó con suma superioridad.

Samantha: Buenos días señor Jones -saludó la recepcionista, con un meloso y chillante tono de voz, tratando de llamar su atención y con chance sacarle una sonrisa que haría derretir a cualquier chica.

Él solo le dió su característica fría e intimidante mirada, mientras acomodaba las mangas de su camisa, la chica bajó la cabeza, avergonzada.

Entró al ascensor y esperó hasta que las puertas se abrieran en el séptimo piso, el último que era donde se encontraba su oficina.

Cuando las puertas se abrieron, caminó hasta su oficina mientras todos los trabajadores corrían de un lado a otro.

Se adentró a su oficina y comenzó sus deberes. Al poco rato fue hasta la sala de juntas, sonde verían datos de la empresa de la última semana.

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J: ¿¡CÓMO QUE PERDIERON EL ARTÍCULO QUE SALDRÍA ESTA SEMANA!?  SON UNOS BUENOS PARA NADA.-gritó con gran molestia, levantándose de su asiento, asustando a todos en la sala.

X: Lo-lo siento, s-señor Jones. Pe-pero no había conexión a internet y-y ya era nuestra hora de sa-salida, creímos q-que s-si se había gu-guardado -respondió nerviosa una de las trabadoras en el departamento de periodismo.

J: ¡Pues se hubieran esperado hasta que se guardara! Ese artículo era de suma importancia, el presidente me encargó que saliera perfecto, en cambio me entregan esta basura -aventó las hojas que tenía entre sus manos-. ¿Quién fue quien escribió esto? -preguntó mirando a todos.

Xx: Y-yo señor -levantó la mano una chica con la cabeza baja.

J: Levanta la cabeza, que saben que cuando les hablo me gusta que me vean -ordenó, a lo que la castaña levantó la cabeza asustada-. Estás despedida, toma tus cosas y pasas a recursos humanos -la chica lo miró sorprendida, estaba en completo shock-. ¿Qué esperas? Adiós -hixo un ademán con la mano y ella salió soltando algunas lágrimas- Y todos ustedes -volvió a mirarlos- hagan bien su trabajo o se van como ella.

Los observó con su típica mirada arrogante y fría, salió de ahí echando humo de las orejass. Entró a su oficina y cerró de un portazo, se sentó en su silla giratoria y suspiró tirando su cabeza contra el respaldo.

J: Ronnie, a mi oficina por favor -llamó a su secretaría, quien se había convertido en su mejor amiga.

A los segundos entró la pelinegra con un vaso de agua y un pomo de pastillas.

V: Te dije que dejaras de hacer corajes, sino tus dolores de cabeza volverían -enarcó una ceja y le entregó una pastilla.

J: Gracias -agradeció y tomó la pastilla-. Pero no sirven para nada -suspiró-. Consígueme una nueva secretaria, por favor -pidió, a lo que la chica lo miró confundida-. No te despediré, sé que quieres un puesto como escritora, por eso quiero una nueva secretaria, tú tomarás el puesto de la que acabo de despedir.

V: Está bien y...-se calló y caminó lentamente hacia él-. Gracias, gracias, gracias -dijo dejando pequeños besos en la mejilla del pelinegro.

J: Ya pues, pero quítate -espetó con cara de asco, para después limpiar su mejilla donde ella lo había besado.

V: Bien, iré a conseguirte una secretaria. Dime ¿la quieres sexy para que te conquiste y dejes de ser tan amargado? -musitó con diversión, a lo que él la miró mal.

J: No empieces.

V: Ya -carcajeó- nos vemos luego, señor Jones -molestó.

J: Ya te dije que tú no me dijeras así -gritoneó para que ella lo escuchara, ella volvió a reír en señal de resuesta.

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La amistad de Jughead y Verónica será SUPERIOR

𝑳𝒍𝒆𝒈𝒂𝒔𝒕𝒆 𝑻𝒖́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora