⊱⋅ 𝙾𝚗𝚎 𝚂𝚑𝚘𝚝𝚜 - [𝙰𝚛𝚞𝙰𝚗𝚒]

El Baile de Invierno (Parte 1): "Memorias"

En ese preciso momento, el mundo completo se había detenido otra vez para ellos dos. No era nada nuevo que pasara y ninguno sabía bien por qué se escondía en aquel lugar. Lo más probable fuera que prefirieran su privacidad romántica, antes que estar exhibiendo las muestras de afecto tan apasionadas que se entregaban mutuamente durante ese recreo; ese otro de nuevo, como si fuera la primera vez. Sí, ¡eso era lo más probable! O al menos para Annie en realidad, puesto que Armin parecía tener un punto de vista mucho más diferido y complicado.

Llevaban aproximadamente tres semanas saliendo. Para ella ya era formal y confirmado, solo que no creía necesario gritarlo a los cuatro vientos, puesto que celaba en exceso su vida personal; sin embargo, si alguien se enteraba, no se molestaría en aclararle la verdad. Para él todo era una tormenta en un vaso de agua, su baja autoestima se lo había hecho pensar. Ninguno de los dos había hablado claramente de ponerle un nombre a su relación, así que la única respuesta que encontraba el rubio para todos esos encuentros que siempre terminaban siendo en secreto, era que Annie se avergonzaba de él.

¡Oh! ¿Pero cómo iba a culparla? Él no tenía ningún tipo de estilo, usaba la misma ropa casi todos los días y ni siquiera sabía si combinaba bien. Sus enormes lentes, tampoco le cabía idea de por qué jamás se los quitaba si solo le eran necesarios para leer. ¿Sería porque pasaba la mayor parte del tiempo leyendo, tal vez? No se molestaba en pensar. Era el "niño rata" de su curso completo, el otaku que no se bañaba, el que siempre andaba escondido detrás de otro par de extraños más: de una muchacha gótica y de un loquillo gritón sin pelos en la lengua.

¿Cómo la chica indiferente, incluso mayor que él, que siempre andaba en solitario con su guitarra, o junto a un par de amigas a quienes era las únicas que no intentaba alejar, había llegado a ponerle encima los ojos? Le encantaba recordar toda esa historia, y en aquel instante, en aquel baño de hombres, cuya puerta ni siquiera estaba cubierta a la entrada de algún extraño, lo volvía a hacer. Solía sugerir ese lugar porque sabía que los chicos casi nunca se metían ahí en los recreos; puesto que, al encontrarse la mayor parte de ellos en el patio, o cerca del campo de fútbol, podían buscar cualquier sitio cercano donde saciar sus necesidades fisiológicas sin tener que caminar.

En eso eran muy distintos de las mujeres y Annie lo sabía a la perfección. Iba a buscarlo cada vez que salía de su salón, sin vergüenza alguna de agarrar a su "novio" por la camisa y decirle lo que se le viniera en mente al momento. Más bien, los pensamientos de Armin estaban por completo al revés. Todo era un truco psicológico y era él quien parecía esconderse constantemente, mientras que ella lo seguía sin rechistar, porque lo único que quería era estar entre sus brazos y que el mundo desapareciese sin importarle la manera en que ocurriera.

Ahora se hallaba así, sentada sobre una de las mesetas del lavabo, besándolo como si no hubiera un mañana, mientras él se mantenía de pie enfrente suyo. Sentía el abrazo que tanto había añorado y aquellas manos acariciando su espalda, en tanto las propias jugueteaban con el rubio cabello de ese adorable chico que olía tan bien, que para ella era el ser más noble y perfecto del universo. Mientras Armin recordaba la historia de cuándo por primera vez habían hablado, Annie, valga la redundancia, recordaba su primera vez. Entre besos y sonrisas, ambos relatos mentales se conectaron, como el hilo rojo que unía a ese par de almas, y lo sabían bien...

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Era un día normal como cualquiera, un mes atrás, otro día más en el que el mismo grupo de tres lo molestaba. Tiraban sus libros y los pisoteaban, lo llamaban por todas las ofensas y nombretes posibles, se burlaban de lo que leía sin tener idea de qué trataba en realidad. Mikasa y Eren no estaban alrededor para defenderlo y sus lentes serían los próximos en sufrir, lo sabía con seguridad. Llegar a casa con ellos rotos nuevamente significaría otro regaño de su abuelo.