El teléfono de Chūya no paraba de vibrar, los mensajes de distintas personas llenaban su bandeja.
Sonó el tono de llamada.
El más bajo lo observó de reojo, para luego ignorarlo. Estaba tendido en el sillón tomando lentamente una copa de vino.
- ¿no planeas contestar? - preguntó, sabía la respuesta, pero aún así no la obtuvo.
La llamada se fue al buzón de voz.
Se acercó a su teléfono.
El fondo de pantalla seguía siendo el mismo. Los edificios de la Port Mafia iluminados por la noche de la ciudad. Y una figura poco visible en la punta; recordaba ese día. Había sido de cuando eran más jóvenes, en el que Chūya planeaba tomar una foto de aquellas estructuras porque estaba orgulloso de ser parte de ellas y él como amaba molestarlo, había subido a la cima del edificio en el mismo momento en el que el contrario tomaba la foto. Y se había negado a bajar en toda la noche, impidiendo que el contrario sacara cualquier otra foto en la que él no se encontrará.
Diferentes personas le habían escrito.
Akugutawa.
Un subordinado que no recordaba.
Mori-san.
Atsushi-kun.
Tachihara
Kōyō-san.
Y una cantidad sorprendente de otros contactos y miembros de la agencia armada de detectives.
- por lo que veo estás preocupando a mucha gente...
Alguien llamó a la puerta. Chūya resopló. Dazai se dirigió a abrirla. Pero antes de lograrlo la misma fue abierta por los de afuera.
- Chūya-san, no es seguro dejar la puerta sin seguro - habló Atsushi-kun.
- es lo que yo suelo decirle.
- con permiso... - Akugutawa apareció por detrás y cerró la puerta.
Los tres se dirigieron al living, donde el pelirrojo no intentó recibir a las visitas.
- habitualmente la gente no entra a la casa de un mafioso - comentó Chūya con voz ronca, por los cigarrillos y su falta de uso.
- así que con los niños hablas - se quejó el castaño - para eso te hubiese planteado vivir con ellos.
- ¿que mierda hacen por aquí?
- no contestabas tu teléfono y nos preocupamos - respondió el albino.
- ha pasado un tiempo desde...
- no hacia falta que vengan - interrumpió Chūya.
- ¿desde que? - preguntó el más alto.
- Dazai-san no - siguió Atsushi.
- váyanse - interrumpió Chūya - no tengo ganas de esto ahora.
Los menores se miraron entre ellos.
- trajimos comida - mencionó el pelinegro.
- no tengo hambre.
- no has comido nada en días - reclamó Dazai.
- entonces la dejaremos aquí.
- no, llévenla - insistió - no la quiero.
- pero... - Atsushi avanzó un poco, Akugutawa lo tomó del brazo y negó - de acuerdo, ¿esto aceptarlas quedártelo?
Chūya volvió la vista a ellos. Y al ver lo que el menor sostenía se levantó de golpe, tirando el vino por todo el suelo.
Era su caja de cerillas del bar al que solía ir con Oda. Tenía la imagen de aquel señor viejo, y ponía en su tapa el nombre "Lupin".
Chūya lo tomó con cuidado como si se tratase de algo precioso. Y después de mucho tiempo sonrió, fue algo muy pequeño, e inmediatamente se encontró suplantada por lágrimas.
Dazai se encontraba confundido.
- no logramos encontrar el colgante - señaló Akugutawa - pero Atsushi encontró eso y pensamos que debías ser tu quien lo guardase.
Así que aquello era el objeto que tan desesperado lo tenía. Toqueteo su cuello, donde se encontraba colgado.
Pero, seguía confundido. ¿Acaso no se lo había visto?
- Chūya - lo llamó y extendió su mano para tocarlo. Lo hizo, pero el tacto le pareció extraño, superficial.
- gracias - soltó este a los menores ignorando su llamado.
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No Respondes A Mí Voz
FanfictionDazai no supo que hacer, cuando ya no podía hacer nada.