Esa noche Chūya logró dormir en su habitación luego de mucho tiempo, pero esta vez Dazai no pudo acompañarlo, lo observaba mientras acariciaba su rostro y cabello, desconcertado por aquella sensación.
Cuando el pelirrojo se despertó, tomó una se las camisas del más alto, se la colocó y se vistió como de costumbre. A pesar del cambio de su mirada, que ya parecía registrar los objetos a su alrededor no desayunó, pasó al lado de la fotografía de ambos, que había vuelto a poner boca abajo, y la levantó, para acariciarla con los dedos y colocarla correctamente.
- ¿que tal si damos un paseo? - murmuró.
- me parece bien.
Aunque tenía un mal presentimiento.
Salieron de la casa. Y caminaron por las calles de una ciudad llena de vida. Dazai deseó tomar la mano del pelirrojo, pero se contuvo.
Paso por el parque, se quedó observando a los niños jugar.
Fue hacia la Port Mafia, donde el castaño no le siguió y salió de allí para continuar con la caminata.
Luego caminó por el puente, donde observó el agua que corría por debajo, y luego de fruncir el ceño alejarse de allí.
Compró un par de caramelos, estaban en una bolsa de regalo.
Caminaron sin rumbo por un rato, o eso pensó, la tarde había llegado y Chūya se encontraba ingresando a un cementerio. Lo siguió con el ceño fruncido; ¿Se había sentido tan decaído por Rindolf?, quien hacia años se encontraba muerto...
Pasaron por distintas lápidas, hasta que llegaron a una que hizo al hombre con vendas quedarse congelado.
La piedra oraba:
"Aquí descansa.
Dazai Osamu."Comprendió porque el pelirrojo no respondía a sus palabras, o no había visto que él portaba el colgante que buscaba. Probablemente había pensado que una mucama había sido quien ordenó la casa y por eso dejaba dinero. Y que él se encontrase muerto explicaba que el contrario no sintiera sus caricias y que últimamente el tocarlo sea extraño.
- hola - le habló el pelirrojo a la lápida - te traje tus caramelos favoritos.
- Chūya - lo llamó en un susurró.
Por primera vez pareció que sus palabras le llegaron porque sonrió de manera triste y melancólica.
- es duro ¿sabes? - comentó mientras se sentaba frente al bloque de piedra - venir aquí - Dazai apoyo su espalda contra la de él, amaba escuchar su voz de vuelta, por más quebrado que estuviera - vivir una vida en la que no estás.
El castaño sonrió.
- no hagas nada ridículo.
- lo intentaré - respondió - pero no prometo nada. Aunque un suicida no tendría derecho a decirme nada, deseó ir allí, contigo.
- por Dios Chūya - Dazai parpadeo para contener las lágrimas.
- quiero que sepas que lo siento - Chūya lloraba libremente - no pude llegar para ayudarte a tiempo, lo siento.
- no... no te disculpes - respondió - yo debí de haber sido más fuerte.
Ambos se quedaron en silencio, para recuperar el valor.
- te amo - dijeron al unísono.
Y fueron palabras que ambos sintieron.
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No Respondes A Mí Voz
FanfictionDazai no supo que hacer, cuando ya no podía hacer nada.