6. OCTAVA MARAVILLA

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-Entonces, ¿debo ingerir esto y así podré estar bajo el agua? - preguntó Adam dudoso, miraba con recelo la planta en sus manos, no lo culpaba, las algas lux tenían un olor horrible y su sabor era aún más repulsivo, pero el efecto lo ayudaría a bajar a profundidad. Una vez allá esperaba que papá pudiera ayudarme con el asunto de branquias.

- Sí, ese sería el procedimiento. - dije acercándome a él - Consejo sano, no masticar, tragar. Evitame el verte vomitar.

Adam me miraba como si le hubiera contado un chiste de mal gusto, su expresión seria pero armoniosa, una ligera sonrisa coqueta se asomaba por la comisura de sus labios. Amaría molestar a este chico. Después de todo no era del todo humano, podría romper mi regla de interacción con un mestizo.

-¿Te he dicho cuando odio no poder hacer magia oscura y darme branquias sin el permiso de tu papá? - Alessia estaba unos centímetros atrás.

El mar estaba calmado, el sol estaba a punto de salir, se veía en el cielo que comenzaba a cubrirse de pigmentos amarillos. Observe por el rabillo de mi ojo izquierdo a Adam, sé que me observaba, lo sentía. Debía admitir que era tan atractivo como su hermano, cabello ondulado, castaño que se alzaba en su cabeza como un arbustos, tenía los pómulos marcados y una nariz pequeña y perfilada. ¿Su mamá será griega?

Serin me saco del trance tocando mi hombro, - Entonces Ale, ¿Cuál es el plan? - preguntó con un semblante serio en su rostro.

-El plan es llegar y esperar que papá no nos cocine con un rayo antes de hablar. - le dije con el mismo tono de voz, su cara era inexpresiva, no había chispa de broma o una sonrisa pedante.

-¿Es mi imaginación o miras mucho a Adam? - soltó sin aviso, enojo reflejado en sus ojos azules. Juraría que ahora eran rojos de la rabia.

- Estás paranoico, ¿Celoso Serin? - pregunte mientras me quitaba con sigilo el capucho que me cubría, mi largo cabello oscuro destellaba tonalidades azules al estar cerca del agua, sabía a donde pertenecía. - No tendrías porque, además, - gire mi mano en dirección a su rostro para acariciarlo con delicadeza, el tacto provoco que Serin diera un paso atrás - sí así fuera, no puedes reclamarme. - baje mi mano y con cautela le di un sutil golpe en el hombro - Recuerda que no somos nada.

Antes de que pudiera hablar no lo pensé y me lance al mar, eran siglos que no tocaba el agua salada, se sentía jodidamente bien como humano poder tocar la arena entre tus pies, pero ese no era un lujo que yo podía darme cuando la marea subía. No tenía ni 5 minutos cuando sentí la picazón característica de la transformación.
Mis piernas se unieron y dieron paso a una larga cola con escamas multicolor. Solo la realeza podía cambiar el color de su extremidad, pero a mi me gustaba dejarla así, sin uno definido.

Nade a las profundidades, calentando mis extremidades, mi cola seguía siendo tan rápida como la recordaba. Desde que deje casa habían sido pocas las veces que había tocado el agua, a excepción de cuando me daba una ducha. 

Alessia me había llevado una vez a una piscina de un parque acuático en altas horas de la madrugada para que ninguno pudiera verme, pero lo evitaba bastante. Siempre nos refugiamos en lugares apartados, hasta que decidimos regresar a Italia. El lugar que nos dio la bienvenida al mundo mortal. 

Poder ser libre ahora era magnifico, mi torso estaba rodeado de conchas de diversos colores y formes para cubrir mis partes más intimas y mi cabello había crecido 10 centímetros más. Lo sé, yo también lo había extrañado.

A mi lado sentí una presencia, mis sentidos estaban más alertas en su habitad y pude notar pequeñas ondas que se enmarcaban en mi cola. Gire para encontrarme a un Adam sonriente. Su cabello rizado se alzaba imponente con el agua y algo más lo acompañaba ahora. 

En su cuello se definían dos pequeñas branquias temporales, su efecto duraba de 3 a 5 horas. Eran usadas por los magos para recolectar objetos perdidos en el fondo del mar. Nade en su dirección para después rodearlo en pequeños círculos. - Te han dicho que tienes una bonita... - dijo señalando mi larga cola.

- ¿Cola? - cuestione con tono burlesco -¿Vergüenza a decirlo? 

Adam tomo una tonalidad rojiza, y agacho su cabeza, me acerque lo suficiente para tomar su mano y le respondí - No, pocos la han visto y aunque si para los demás no fuera hermosa, para mi es la octava maravilla. - Le sonreí en agradecimiento y luego tire de él. - Debemos buscar a los demás y ponernos en marcha. 

No nos deslizamos tanto cuando encontramos una Alessia en llamas, no de forma literal, su rostro era un total desagrado hacía la persona enfrente de ella, por otra parte Serin mostraba su enojo sin ningún problema, quizá si a las hadas les saldrían pequeños rayos de la cabeza. Estos dos un día se matarían y yo no quería ser testigo de ello. Mi relación diplomática caería en picada si se llagara a conocer, más de lo que ya estaba en el subsuelo no la necesitaba. 

- Son al menos dieciséis horas de viaje antes de llegar a Oceanum, - interrumpí la carrera de miradas asesinadas e inicie a explicar para aligerar la tensión, Alessia y Serin sintieron mi voz y giraron su atención a mi para escuchar - está protegido por una campo magnético que alertaría nuestra llegada a papá con facilidad. Reconocerá una sirena, pero no a ustedes presumo que enviara a su guardia -  hice una pausa, y luego proseguí - Del resto me encargo yo. - Los observe asentir y con esto tuve suficiente para tomar el puesto en la delantera guiando el camino. 

Nos deteníamos en lapsos de 3 horas, así podían salir un poco a superficie y respirar para luego ingerir otra alga. Si mis cálculos eran justos cuando llegáramos a Oceanum, habrían ingerido la última y papá me podría ayudar con sus poderes místicos para ofrecerles branquias hasta que regresáramos a tierra firme. 

El viaje estaba siendo del todo silencioso, ni ellos, ni yo nos dimos el tiempo para comer algo, ellos solo descansaban para hacer el cambio con las algas, creo que todos eramos testigos que íbamos en contra del tiempo y no sabríamos cuando se podría encontrar otro cadáver. ¿Sabría papá de esto? No, una pregunta más certera ¿Me reconocería? Eran años desde mi partida. 

Percibí movimiento, pero no tuve que girar. Serin apareció en mi campo visual, estuvo callado nadando a mi lado hasta que habló.

- Escucha - dijo y me miro con seriedad mientras no perdía el camino - sé que te encanta tener tus amoríos de una noche con los mundanos. No comparto tus ideas, pero Adam no puede ser una de esas conquistas. 

- ¿Disculpa? - enuncie incrédula - ¿Es una amenaza McKlay? 

- No, es un aviso. Adam es quizá lo más puro que hay en mi familia y no permitiré que una chica nos separe. 

- Como si te importara. -En la oscuridad de la profundidad era difícil percibir si era de noche o de día. Sabía que nuestro viaje estaba apunto de terminar solo tenía que encontrar las rocas del abismo. El problema era que no las veía en ninguna parte.

- Tú lo haces. - Me pare en seco y lo enfrente con la mirada. 

- Recuerdas hace 4 años. Londres, una jauría de licantropos hambrietos y tú? - lo señale con tono acusatorio - huiste. No estoy aquí por voluntad propia, creí que me había librado de ti, y si no fuera por los sucesos que ahora agobian a los míos no estaríamos compartiendo el mismo aire, PAJARITO.

Serin estaba a punto de articular alguna palabra, un discurso, quizá una disculpa. Entonces lo vislumbre, aún a la distancia las rocas estaban posicionadas en forma de agujero, era increíble como un hechizo y toda una raza estaba  salvaguardada de cualquiera que prometiera causar su perdición. Empuje al príncipe fuera de mi campo visual y nade en dirección del pequeño hueco. Sentía las miradas curiosas de Alessia y Adam. ¿Qué seguía? Ah sí, el latín. 

- Ostende mihi, quod aliis non conceditur. - Las rocas apiladas iniciaron a moverse, mientras un luz destellante salía de su interior. A eso le siguió un pequeño estruendo imperceptible para alguien que no esta habituado a vivir aquí y luego la oscuridad total. 

En la profundidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora