P.O.V 3Elizabeth había dicho que el asunto con el consejo era cosa urgente así que los chicos tuvieron que correr.
Mientras pasában frente a las cabañas, echaron un vistazo a la zona del comedor: un pabellón al aire libre del estilo griego situado en una colina desde la que se divisaba el mar, solo un par de campistas estaban ahí, Percy reconoció rápidamente a Yessica que platicaba animada con uno de sus hermanos en la mesa de Atenea.
Él no había visto el pabellón desde el verano anterior y no le trajo buenos recuerdos precisamente. Elizabeth y Percy se internaron en el bosque. Las ninfas se asomaban desde los árboles para mirarlos pasar.
Uno pensaría que después de dos años de vivir en el campamento uno ya hubiera visto todo pero Percy descubrió que no era así. Elizabeth lo llevó por un camino que jamás había visto, recorrieron un túnel de viejos sauces y pasaron junto a una cascada hasta llegar a un gran claro alfombrado con flores silvestres.
Había un montón de sátiros sentados en círculo sobre la hierba. Grover permanecía de pie, en el centro, frente a tres sátiros gordos y viejísimos que se habían aposentado en unos tronos adornados con rosales recortados. Aquellos viejos sátiros eran los del Consejo de Sabios Ungulados.
Grover les contaba la historia de como había sido su breve encuentro con la magia de pan, el dios salvaje. A simple vista parecía estar nervioso, retorcía el borde de su camiseta y desplazaba su peso de una pezuña a otra.
En un lado, fuera del círculo de sátiros, observaban la escena Annabeth, una desconocida y Clarisse. Elizabeth fue a posicionarse aún lado de Clarisse y la saludó, esta le devolvió el saludo con la cabeza.
Clarisse llevaba su áspero pelo castaño recogido con un pañuelo de camuflaje. Se la veía más corpulenta que nunca, como si hubiese estado entrenando mucho más de lo habitual.
Percy se puso entre Annabeth y Elizabeth, Clarisse le lanzó una mirada asesina y murmuró:
—Gamberro...
Lo cual, supuso Percy, debía estar de buen humor pues su manera de saludar habitual consistía en tratar de matarlo.
Annabeth rodeaba con el brazo a la otra chica, que parecía estar llorando. Era bajita, con un pelo lacio color ámbar y una carita muy linda de estilo elfo. Llevaba una túnica verde de lana y sandalias con cordones, y se estaba secando los ojos con un pañuelo.
—Esto va fatal —gimió.
—No, no es así —dijo Annabeth, dándole palmaditas en el hombro —No le pasará nada, Enebro, ya lo verás.
Percy se miraba confundido por aquella chica y se empezaba a sentí mal por no saber quién era. Elizabeth le miró y le dijo moviendo los labios:
—La novia de Grover...
Los ojos de la chica no se veían enrojecidos por el llanto: estaban teñidos de verde, del color de la clorofila. Era una ninfa del bosque, una dríada.
—¡Maestro Underwood! —gritó el miembro del consejo que se hallaba a la derecha, cortando a Grover en seco —¿De verdad espera que creamos estos disparates?
—Pe... pero, Sileno —tartamudeó Grover nervioso —¡Todo es verdad!
El sátiro del consejo, Sileno, se volvió hacia sus colegas y dijo algo entre dientes. Los ancianos no causaban una gran impresión, Percy no lograba entender por qué Grover estaba tan nervioso.
—Maestro Underwood, durante seis meses ¡Seis! Hemos tenido que oír esas afirmaciones escandalosas según las cuales usted oyó hablar a Pan, el dios salvaje.
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Elizabeth y La Batalla del Laberinto
FanfictionEn medio de lo que parecía un periodo de paz en el campamento, Elizabeth Salazar no esperaba emociones fuertes, si no más bien pasarla bien en lo que cabe. Pero la diosa del amor tiene otros planes, abrumada por la emociones, la llegada una vieja am...