Capitulo 5 // Enemigo.

143 16 5
                                    


P.O.V Percy


Después del pequeño momento incomodo que provocó Elizabeth, Annabeth y yo nos despedimos.

Tyson y yo decidimos bajar al ruedo de arena. Quintus pareció alegrarse de tener compañía y me enseñó un par de trucos con la espada. Cuando comenzó el enfrentamiento supe porque era un mestizo veterano.

Combatía tal como algunas personas juegan al ajedrez: haciendo un movimiento tras otro sin que pudieras prever qué se proponía hasta que daba el último toque y te ponía la espada en la garganta.

-Buen intento -me dijo -Pero tienes la guardia muy baja.

Me lanzó un mandoble y yo lo paré.

-¿Siempre se ha dedicado a la espada?

Desvió el tajo que le había asestado.

-He sido muchas cosas, tantas que ni siquiera puedo recordarlas todas.

Rió mientras me daba una estocada y me eché a un lado. La correa del peto se le escurrió del hombro y pude verle una marca en la base del cuello: una mancha morada.

No era aleatoria, porque tenía una forma definida: un pájaro con las alas plegadas, como una codorniz o algo parecido.

-¿Qué es eso que tiene en el cuello? -le pregunté, lo cual constituía

seguramente una falta de educación. Échale si quieres la culpa a mi THDA.

Tengo tendencia a soltar las cosas sin más ni más. Quintus perdió la concentración. Le di un golpe en la empuñadura de la espada, que se le escapó y cayó al suelo.

Se frotó los dedos. Luego volvió a subirse la armadura para ocultar la marca.

No era un tatuaje, comprendí por fin, sino una antigua quemadura... Como si lo hubiesen marcado con un hierro candente.

-Es un recordatorio. -Recogió la espada y esbozó una sonrisa forzada -¿Seguimos?

Me atacó con brío, sin darme tiempo a hacer más preguntas.

Mientras luchábamos, Tyson jugaba con la Señorita O'Leary. La llamaba

"perrita" y se lo pasaban en grande forcejeando para agarrar el escudo de bronce y jugando a «Atrapa al griego»

Al ponerse el sol, Quintus seguía tan

fresco; no se le veía ni una gota de sudor, lo cual me pareció algo raro. Tyson y yo estábamos acalorados y pegajosos, de manera que fuimos a ducharnos y prepararnos para la cena.

Pero de camino a las duchas pudimos escuchar una conversación y sin querer terminamos espiando.


-¿Ni siquiera lo consideraras? -Dijo una voz en tono de fastidio que antes ya había escuchado -No es mala la oferta.

Un suspiró de molestia y cansancio se escuchó segundos después, aunque me avergonzara, sabía que era Elizabeth por qué había resibido ese suspiro antes de su parte.

-En ocasiones me preguntó si escuchas todo lo que sale de tu boca... -Se escuchó como lentamente se acercaban al arbusto donde estábamos Tyson y yo. Ahora los podíamos ver. -Jamas pasará, ni ahora ni nunca.

-¡Vamos! -Dijo Matt acercándose a Elizabeth, el chico era justo como lo recordaba, odioso y con cara de tonto -Es decir, se supone que somos los últimos espartanos vivos. ¿No es lógico que terminemos juntos?

Elizabeth con su lanza y claramente conteniendo su enojo lo paró con el mango.

-Antes muerta Matt, entiendelo. Y si te acercas más a mí te partiré los brazos.

Elizabeth y La Batalla del LaberintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora