Capítulo 1

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—No ha pasado mucho desde que llegaste, y sigues con esa cara de “si te acercas, te mato”.
 
La voz ronca proveniente del chico del frente, rompió el trance mental de JongDae, mientras este miraba la comida de su bandeja: una porción de platillos con una fruta de la que no había siquiera probado en ambas partes.
 
Su desgano lo llevaron a no tener apetito.
 
Hoy era un día en que no había amanecido con ánimos, y si alguien le tocaba las pelotas, él sería capaz de molerlo a golpes, aunque ese idiota que estaba ahí sentado fuera una milagrosa excepción. No dudaría en desquitarse con cualquiera por más que reciba una sanción, y, una charla con la psicóloga.
 
El bullicio de alrededor de trescientos chicos en el comedor, era un poco martirizante. Los jóvenes internos del lugar tenían permitido hablar a la brevedad a la vez que el sonido de los cubiertos se hacían escuchar de fondo; todos separados en mesas de a cinco, en el orden específico que los coordinadores imponían cada que era la hora del almuerzo, merienda, cena y desayuno.
 
—Pero también parece que te propones a pensar mucho.
 
Agregó nuevamente esa voz, quien desde un principio, resultó horrorosamente amable. Pero JongDae continuó mirando su comida, restándole importancia a lo que dijera ese "pedazo de tronco parlante". Suficiente lo había escuchado desde que llegó a ese lugar, donde todo parecía ser bastante estricto pero no menos escabroso.
 
—¿Te comerás tu mandarina?
 
—No. Trágatela si quieres —le respondió seco.
 
El otro chico no hizo ningún gesto o sonido vocal, lentamente, tomó la fruta en un tanteo y JongDae vio cómo la gran mano tomó la fruta hasta verla desaparecer como “un gran robo”.
 
Puede que haya sido una acción un tanto chistosa pero no le causó gracia. Ese tipo era medio raro a su parecer, ya que siempre que podía mostraba una sonrisa amplia con ojos desorbitados.
 
—Gracias, rabioso —el individuo le agradeció dándole un mordisco a su manzana, cuando había dejado la mandarina en su propia bandeja—. La próxima te daré a cambio mi pudín.
 
Su nombre era Park ChanYeol, un chico hablador con apariencia de cachorro gigante por su gran altura, cabellera platinada alborotada y sonrisa amplia con ojos achispados, quien hacía lo posible para sacarle palabras aunque terminara hablando solo.
 
La primera vez que JongDae lo conoció, creyó estar frente a una reversión de "un científico loco". Ese día un coordinador llamado ShinDong lo guió en donde se instalaría, donde vio en primera instancia al tipo de cabellos teñidos que lo dejaron en vista que prefería llevarlo así, o en definitiva tenía un pelo rebelde con las puntas abiertas de aquí a allá, imposible de controlar. Sin embargo, Park ChanYeol resultó un sujeto impertinente y absurdamente amable.
 
En otras palabras, parecía ser un chico que no debía estar allí, porque se mantenía a raya. No molestaba a nadie, se comunicaba muy bien con los profesores y coordinadores, y en ocasiones había ayudado a JongDae con su programa de rutina; ese condenado programa que le habían entregado el primer día para que lo checara y siguiera al pie de la letra.
 
Si bien había llegado hace una semana y media, con un vendaje de mano, JongDae hizo lo posible para no explotar con cualquier cosita que le pareciera ridículo o molesto.
 
Aquel desgraciado lunes después de dos horas de viaje en coche junto a su padre, la impresión al ver el lugar le causó un poco de náuseas. Incluso, le dieron ganas de golpearse contra la esquina de una columna. El lugar se trataba de dos pabellones situados a las afueras de Seúl, en un campus rodeado con altos murales y árboles, césped bien podado y caminos pavimentados, con cancha de fútbol y básquet…donde asistían muchos chicos que vio al azar mientras era guiado por el coordinador.
 
En un sentido creyó que estaba flipando, porque él había pensado que sería otro lugar mixto similar a su escuela, con la diferencia que este, tendría un aspecto más lúgubre con su insípida estructura de reglas. No obstante, por más que se viera bastante sobresaliente con obvias opiniones de que era un buen lugar para jóvenes con problemas de conducta, de cierta forma, había algo que no le cuadró y lo intentó averiguar.
 
Por ejemplo; las puertas de los cuartos estaban sin contraseña y fácilmente podías salir si se lo permitía uno mismo. De acuerdo a lo que él suponía junto a las leídas reglas, si eras un chico con sus respectivos problemas severos, ¿por qué entonces no había guardia o vigilante en las noches dentro de los pasillos de los dormitorios? 
 
JongDae tenía entendido que nadie podía salir de su dormitorio después de las diez de la noche, eso provocaría sanción con un precio a pagar con ejercicios de flexiones o corridas de metros de distancia, pero como a él no le temía a nada, gracias a la primera sorpresa que se llevó, se aventuró a salir y merodear por donde quisiera. Y eso, se debía a que ChanYeol hablaba dormido, lo cual, lo llevó a tener un ligero descanso inapropiado debiendo qué hacerse cargo como sea.
 
Pero el punto es que no esperaba escuchar ruidos extraños por alguna que otra esquina de los pisos, generando curiosidad en vez de miedo, lástima que no fue más allá de solo escuchar como quejidos o susurros de enojo poco entendibles, ya que si se alejaba un poco más, no tenía ganas de lidiar con algún coordinador si lo encontraba de chusma, o por asomo, otro interno.
 
No le convendría para nada.
 
Hasta ahora no había sucedido nada alarmante que lo implicara. Sin embargo, su intuición a veces le recalcaba que se cuidara el cuello y el culo, porque fácilmente podía percibir la mierda que se traían algunos que lo miraron de reojo. JongDae pudo percibir una suave, muy ligera vibra que lo ponía en alerta por más que se sintiera apático y desganado debido a la fecha importante que picoteaba en su mente; otro año más que se cumplía de la muerte de su madre.
 
—¡Muchachos! ¡Quienes hayan terminado pueden dejar sus bandejas y retirarse para sus siguientes clases!
 
Rayos.
 
No saldría de ésta fácilmente dentro de los próximos diez meses.

"Aliado de gracia" © || SuChenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora