Su garganta hizo un sonido bajo, debido a su recién despertar pesaroso.
Sus párpados pesados se elevaron, y de a poco las tonalidades de su alrededor, en su iris, se reactivaron, miró un techo cremoso iluminado con una luz cálida pero opaca, y lo demás permanecía oscuro.
JongDae se encontraba acostado en una camilla que no sabía muy bien donde estaba situada. Por ello, se tomó el tiempo de mirar mejor, parpadeando con más lucidez a los costados, para darse cuenta que, no estaba solo. Suho, tenía agarrada su mano izquierda, mientras descansaba su cabeza al borde de la camilla, durmiendo, con la mitad de su cuerpo sentado en una silla.
Vaya, qué incómoda ha de ser esa posición.
El agarre en su mano le parecía extraño y confuso, pero eso no quitaba lo adolorido que comenzó a sentirse sobre sus músculos y la frente. De hecho, por el escozor que percibía, se llevó la otra mano a la frente y descubrió que la tenía vendada, mientras sus manos y brazos había rastros secos de los rasguños y golpes, también en sus nudillos por semejante pelea que se había enfrentado.
Rayos. ¿Qué tan desquiciado estuvo para haber obtenido incluso un vendaje?
No recordaba cómo había terminado allí; suponía que era la enfermería. Intentó hacer memoria parpadeando, pero lo último que se acordaba, era la pelea y su descontento en la oficina. Volvió a mirar a los alrededores, y solo escuchaba la respiración ralentizada del individuo que con suavidad aún tomaba su mano.
Claramente era de noche, entonces, ¡¿por qué este bastardo se había quedado aquí durmiendo y tomando su mano a la vez?!
De seguro si se liberaba de su agarre, se despertaría, pero JongDae no tenía ganas ni de escuchar su voz. Por una parte, ver esa unión le causó un ligero palpitar agridulce en su corazón, inquieto por unos segundos.
El gesto le recordó la última vez que deseó ridículamente que alguien tomara su mano y se llevó el enorme descontento. Fue una situación desenvolvente en el que se vio un tanto vulnerable, por lo descomunal que llegaba a sentirse con tan solo mirar a esa persona.
Sin embargo, de un momento a otro lo hizo preguntarse: ¿Por qué él y no otra persona? ¿Por qué él, que ya tenía una linda chica a su lado, y no otro chico más del montón? ¿Justamente en un Hyung amable y requerido se tuvo que fijar? Interrogantes afilados que lo corrompieron con tal de mantenerlo ahí fueron esenciales para que los sentimientos se desvanecieran.
Sin querer se formó un nudo en su garganta, debiendo tragar la poca saliva que contenía. De hecho, debería beber agua. Sus ojos se llenaron otra vez de ese líquido salino y decidió parpadear, mirando al techo para deshacerse de ello.
JongDae no lo gritará a los cuatro vientos, pero es sabido conscientemente que tuvo "una desilusión amorosa". Si es que se le puede nombrar así. Porque no hubo nada más a fondo que breves palabras compartidas y obsequiar cartones de leche de fresa con esa persona; a quien de momento solo quiso ser cercano a él y luego, afianzar una amistad, aunque se tratara de un Hyung.
Un joven de bien, llamado Kim MinSeok. Un chico de último año y presidente de la clase, que tenía su historial escolar limpio y sin antecedentes. Y ni más ni menos, que el testigo inesperado que lo llevó a él y a sus amigos a ser detenidos en la comisaría.
Que desperdicio.
Se enamoró de un Hyung que ni por asomo imaginaba que lo mandaría al frente en una situación crítica, y tampoco lo vería con otra clase de ojos.
MinSeok siempre se había mostrado amable y considerado desde que comenzaron a compartir charla cuando se lo topaba en la biblioteca o en la cafetería. Él no lo miraba con un suave recelo como algunos otros por ser "un estudiante problemático" lo hacían, además de saber gracias a YongNam, su sexualidad. MinSeok, al contrario de otros, simplemente era un tipo sencillo y que cumplía con las responsabilidades escolares, por lo que, de vez en cuando, le sugería a JongDae cuáles libros y ejercicios matemáticos le ayudarían a mejorar su rendimiento.
Incluso, hubo una ocasión en que propuso brindarle clases de tutoría para reforzar sus calificaciones, sin embargo, JongDae no quiso verse como un aprovechado, y denegó la propuesta, además, el mayor estaba hasta el cuello con el estudio preparándose para los exámenes de ingreso a la universidad. Se le hizo tan obvio decir que no, agradeciendo por su amabilidad… Y eventualmente, se daría cuenta que jamás podría conquistar el corazón de un chico hetero que amaba a su linda chica.
Hasta le llegó a parecer que en realidad hacían una linda pareja, ambos se los veían discretamente cariñosos, se tomaban de la mano y permanecían juntos en los almuerzos o en las salidas de la escuela; cómo bonitos amantes que valían la pena existir.
Definitivamente, el hecho era otro detonante en su condición, aunque no lo quisiera ver. Además, hubo veces en que se planteó el valor que conlleva a ser así: un chico que le atraía otros chicos. ¿De qué le valía ser tan diferente, si la sociedad no estaba apta para aceptarlos, mirándolos en ocasiones con desprecio e ignorancia? Mujer y hombre siempre parecieron ser como una pieza perfecta en el rompecabezas con sus esquinas bien amoldadas.
JongDae en ocasiones no lo entendía, pero así era él y nadie podría cambiar eso. Desde pequeño se dio cuenta de la diferencia que existía en él, y solo su madre había servido como un soporte incondicional. Su padre, aparentemente lo notó, pero no estaba seguro si ignoró o no lo que sucedía con su hijo, de cualquier modo, a JongDae le dió igual.
—No llores…
La suave voz dijo mientras sintió el toque en la esquina de su ojo izquierdo, limpiando el rastro de lágrimas inconsciente cayendo hacia el borde de su oreja, mientras miraba hacia el techo, llorando en silencio. No se había dado cuenta que SuHo despertó hace unos segundos y distinguió en su trance melancólico, el gesto compasivo al percatarse de sus lágrimas.
—JongDae —murmuró SuHo, acariciando su mano con la de él—. Pronto estarás bien.
El nombrado movió su cabeza en un ligero ángulo hacia su izquierda y solo lo miró por un momento. SuHo le brindó una sonrisa recta, mientras continuó acariciando esta vez su cabeza con cuidado, en un lento masaje de arriba abajo en sus cabellos. Y JongDae, solo se preguntó, ¿por qué debía estar él aquí de nuevo? ¿Siendo alguien de consuelo?
—Me duele…
Qué va. Ya estaba cansado.
Por eso admitió con voz ahogada, llevándose con lentitud la otra mano al pecho.
—Duele mucho...
"Conejo Blanco" frunció el ceño dolido, al atar cabos apretó los labios impotente y asintió en comprensión. Viró hacia la mano que sostenía y la acarició, empatizando la sensación con ojos cristalinos.
—Lo sé… —musitó—. Pronto pasará, JongDae.
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"Aliado de gracia" © || SuChen
FanfictionDebido a una pelea por su mordaz temperamento, JongDae se ve acorralado e impotente cuando sus padres deciden enviarlo a un reformatorio y evitar su continua actitud en descontrol. Golpeado por la realidad, no estaba en sus planes cuidarse el culo m...