Capítulo 2

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“Conejo Blanco”, sin quitar el roce de la navaja en su cuello, hizo que caminara a un ritmo apresurado.
 
JongDae avanzó nervioso, sintiendo como los latidos de su corazón eran tan profundos como para oír en sus oídos, sudando frío al punto de creer estar mojando la camiseta en su espalda; por primera vez temía que alguien lo lastimara de verdad, jugando con su maldita vida y estado mental.
 
Los pasillos desolados y casi oscuros, daban un panorama tétrico mientras se alejaban más, transitando las vueltas correspondientes hasta llegar a las escaleras; sin palabras. Y por mucho que no quisiera pensarlo, maquinó varias ideas de lo que haría este sujeto con él, pues, si no vió a ChanYeol por ninguna parte en medio de su caminata, no quería imaginarse de lo que sería de él.
 
En el fondo dudaba del grandote, porque sospechaba que no era cualquier tonto a menos que lo hayan tomado desprevenido.
 
Subieron las escaleras a paso firme apresurado, y en el cuarto piso, “Conejo Blanco” lo hizo detenerse y girar a la izquierda, pasando por un par de puertas hasta llegar al fondo de todo, en la ante última puerta. El sector permanecía extrañamente en silencio, por lo que el único sonido que resonó fue la maniobra que realizó aquel sujeto para abrir la puerta con su otra mano libre, y con la otra rodear el cuello de JongDae, presionando la navaja sin llegar a hundirse.
 
Cuando entraron, JongDae sintió el fuerte empujón hacia adelante, cayendo al suelo, seguido de un 'cric, cric, check'. El sujeto había cerrado la puerta con llave y él solo alcanzó a distinguir una simple habitación con una cama, un escritorio y velador, luego vio un armario y otra puerta que supuso que se dirigía al baño personal, además de la ventana que todos los dormitorios tenían puestas con barrotes, probablemente por si alguien quería saltar al vacío y matarse. No había deducido mucho de ello la primera vez que lo notó.
 
La cuestión es que ahora, no tenía la mínima idea de lo que haría ese maldito loco, apodado "Conejo Blanco" o "Conejillo blanco".
 
Miró unos segundos al del gorro que pareció pensar un momento apoyado en la propia puerta, inclinando la cabeza a un costado como si quisiera escuchar el ruido de afuera. Y eso le fue un tanto extraño, no quería ser atacado pero, ¿qué estaba esperando o verificando? JongDae no se dio a pensar mucho, que tuvo tiempo de intentar sentarse sin la ayuda de sus manos, en alerta a lo que podría seguir a continuación, sin embargo, aquel individuo se alejó de la puerta y pasó a observar con un dedo en alto.
 
—Si intentas golpearme, no tendré compasión, ¿eh?
 
Su voz sonaba muy baja pero suave, muy suave. JongDae llegó a pensar que parecía más a una exclusiva petición suplicada que a una advertencia. Sus marcadas cejas no estaban fruncidas, se mantenían rectas al igual que su boca, un gesto casi indescifrable que le llamó mucho la atención, y no porque fuera un rostro bastante bonito para el gusto de JongDae, sino porque las facciones destacaban quizá por su tez clara y limpia con ojos tan oscuros como un par de bolitas de uva.
 
—¿Oíste?
 
Pero JongDae no le respondió con movimiento de cabeza. Una pregunta ilógica se le cruzó tras distinguir con más ahínco esa imagen que portaba el individuo. ¿Qué tan loco estaría “Conejo Blanco” para haber terminado en un lugar como este? ¿Y qué tan peligroso era para ser respetado por muchos?
 
—Qué.
 
“Conejo Blanco” le miró abriendo un poco más los ojos, y de repente, brindó una sonrisa ladina mostrando una parte de sus dientes y se inclinó en un ángulo casi de noventa grados, con las manos en la cintura.
 
—¿Te parezco muy guapo?
 
JongDae no podía creer lo que había escuchado; se vio horrorizado.
 
—¡¿Mm??! ¡Hhmmm, mmhh!
 
Sacudió su cabeza cerrando los ojos, y sin percatarse, lo golpeó sin querer cuando se fue de espaldas y levantó sus piernas, dio una patada en el quijada perfecta de “Conejo Blanco”, quien soltó un quejido corto y soportante por tal potencia de golpe impactar en su barbilla, y que por poco lo hizo caer al suelo.
 
—¡Agh! Pequeño idiotaa…—siseó, chasqueando la lengua—. Te dije que no lo hicieras...—pero lloriqueó sobándose con sus manos la zona—. ¿Así es como me pagas por salvarte el culo?
 
Sorprendido por tal situación, JongDae vió ese lloriqueo romper la imagen y postura del joven. Por un momento quiso reclamarle; ¡¿para qué se ponía a decir tonterías?! ¡¿No ve que está amarrado, amordazado como un recién secuestrado, y quisieron abusar de su boca?!
 
Maldito bastardo. 
 
—No me dejas otra opción…
 
“Conejo Blanco” chasqueó la lengua otra vez al decir eso, y JongDae no lo vio venir. Con un movimiento veloz, sacó de su tobillo una pequeña picana eléctrica para aplicarle en la zona de su estómago.
 
—¡Mmm-mm-mm-mm-mmh!~
 
—No quería, pero eso dolió…
 
—¡Mmm-mm-mm-mmm..!
 
El chispeo le hizo a JongDae temblar exageradamente, logrando que sus ojos se fueran de órbita hacia arriba, poniéndose blancos, hasta que acabó desmayado por completo inconsciente.
 
—De verdad, lo siento.
 
“Conejo Blanco” no tenía esto en sus planes, pero esa patada dolió tanto al lograr que se mordiera la lengua y de esta sangrara un poquito, sintiendo ese sabor metálico que aborrecía, rencoroso.
 
Para no perder más tiempo, con un bufido, tomó en brazos a JongDae para dejarlo en la cama hasta que despertara. Mientras tanto fue a su baño personal, donde tenía en el espejo el estuche que conservó lo necesario para curar heridas. Y al regresar, acercó la silla del escritorio al lado de su cama y abrió la cajita, tomando un poco de algodón y desinfectante, pero aún en pleno movimiento, se detuvo a mirar un poco a JongDae en silencio.
 
Hace un par de semanas lo había visto, y ahora lo tenía allí en su dormitorio.
 
No sería la primera vez que rescataba a uno de los recién llegados con más suerte de lo deseado, y que prácticamente, ciertos chicos como YunHo y Feng, manipulaban o abusaban a su antojo en cuanto se cumplía el mes de estadía en este condenado lugar. Sin embargo, le había parecido curioso que se adelantaran con este chico.
 
Quizá la simple explicación era porque denotaba que no se trataba de alguien común y corriente, como los demás que llevaban meses y algunos poseían sus cambios para bien o para mal.
 
Kim JongDae resaltaba en su aspecto y andar, cabello corto teñido de un castaño claro por encima y capas inferiores naturalmente oscuras por debajo, daban un tipo de teñido poco serio y greñudo. Su semblante permanecía fruncido y blanqueador, como un gruñón que a veces rezongaba por dentro y en ocasiones se mantenía pensante por fuera, relajando el gesto de sus abundantes cejas y espesas pestañas, labios sutilmente pronunciados con comisuras para nada comparable a otras, mostrando una boca peculiar.
 
“El salvador” estaría mintiendo si dijera que no lo inspeccionó de pies a cabeza, resultó inevitable, y es que tomar la costumbre después de una larga temporada, lo habían vuelto muy observador, en especial con los nuevos.
 
JongDae movió su cabeza y por un intervalo se sintió mareado por el movimiento, parpadeando lento. Se situó y luego distinguió al chico sentado al costado de la cama, con el pequeño velador encendido iluminando con una luz cálida.
 
No sabía cómo sentirse.
 
—¿Más tranquilo? —dijo “Conejo Blanco” sin mirarlo, aplicando las gotas de desinfectante en el trocito de algodón que portaba en la otra mano—. Espero que no vuelvas a golpearme; en realidad, no deseo lastimarte.
 
Su voz nuevamente sonó suave y calmada, concisa, junto a un sutil balance ronco. Para el asombro de JongDae, esto era ver una escena atípica, ¿quien te acorrala con declarada amenaza, te daba una descarga y luego, cambiaba su actitud tan de golpe?
 
Definitivamente, un descabellado fenómeno.
 
—No te haré daño —aclaró de nuevo “Conejo Blanco” en el instante que se incorporó de su silla y JongDae intentó alejarse: —Solo… Solo déjame ayudarte —y mostró el algodón húmedo—; estás sangrando, y tienes tu ceja partida y tu pómulo está hinchado.
 
Se sentó a orillas de la cama y acercó con lentitud el algodón a la ceja izquierda de un JongDae tenso; quien intentó alejarse, arisco, como un cachorro tembloroso por no dejarse tocar. No obstante, cedió cuando el algodón llegó a la zona y se quejó cerrando los ojos. Pero los toquecitos fueron muy cuidadosos, una y otra vez, limpiando las orillas de la lastimadura con precisa lentitud y suavidad, sin generar raspadura pese al leve ardor por el líquido. Y lo más sorprendente fue ese rápido acercamiento para soplar dejándolo petrificado.
 
JongDae no podía creer de lo que estaba siendo testigo, tenía sus ojos tan abiertos que podía ver más cerca ese distinguido rostro, donde "El salvador" en concentración, tuvo el tupé de abrir un paquetito de gazas, sacar un pedacito, y ponerlo sobre su ceja magullada, pegando las esquinas con unas pintitas para que quede bien adherido a los bordes de su piel. La burbuja surgente, sin ningún ruido más que los movimientos del “Conejillo blanco”, hicieron que tragara la saliva acumulada por debajo del pedazo de cinta en su boca, atento a lo que hacía ese sujeto salido de una escena random.
 
—Te quitaré la cinta de la boca, pero no se te ocurra gritar, ¿de acuerdo?
 
JongDae lo observó otros segundos pero terminó asintiendo, de todas formas, ¿qué ganaría gritando?
 
La mano del chico hizo lo dicho, generando que la saliva acumulada de JongDae, a pesar de haber tragado, bordeara, cayéndose por una esquina hasta el cubrecama. Respiró hondo, sintiendo un enorme alivio por ya no tener que sonorizar su garganta gracias a una obstrucción. Aún así, parte de su pómulo y comisura derecha estaban afectados, por lo que mover su quijada dolía mucho más después de haber bajado toda su adrenalina; suspiró cansino entre un gemido de dolor, y optó no decir nada, por lo que "Conejo Blanco" prosiguió con su acto de bondad.
 
Vio los similares movimientos y aquel sacó un pequeño frasco del estuche con el fin de aplicar en su piel; ungüento; un tipo de gel crema para raspaduras e inflamación donde sus zonas al rojo vivo pedían auxilio. Así que con el parsimonioso acto de esa mano en su pómulo, JongDae se dejó curar, observando con más detalles los movimientos que limpiaron su boca y desinfectaron la comisura de su labio, todo en silencio y con delicadeza. Y si hablamos con sinceridad, fueron los segundos más puñeteramente relajantes, que por poco pensó que se quedaría dormido.
 
—Ya está —dijo "Conejo Blanco" pasando a guardar lo restante en el estuche.
 
Llegó a preguntarse a qué se debía toda esta amabilidad, si en ningún momento habían cruzado palabras, salvo miradas pasajeras; un cruce de medio segundo como para no tomar importancia, ni seriedad.
 
—¿Se puede saber qué te traes?
 
JongDae lo miró entrecerrando los ojos. Y tomado por sorpresa, el chico volvió a mirarlo, sin gesto alguno, excepto abultando un poquito los labios, pensante.
 
—...Bueno, mis intenciones no son las mismas que las del trío que estuvo a punto de abusar de tu boca.
 
—¿Y piensas que voy a creerte?
 
—...Deberías —dijo y resopló en una sonrisa, mostrando una hilera completa de dientes—. Y deberías agradecerme que te libré de esa bienvenida.
 
—Yo no te pedí que lo hicieras.
 
—Ah, ¿no? —se sorprendió. Y JongDae por un segundo le pareció un niño ridículo—. Tus ojos decían lo contrario, JongDae.
 
Sin embargo, deshizo esa idea en cuanto sus orejas se movieron por inercia al escuchar su nombre, sintiendo un extraño calor en estas y en la nuca. Tuvo que desviar la vista absurdamente avergonzado, frunciendo el ceño.
 
Ese sujeto tenía la osadía de llamarlo por su nombre con toda confianza…
 
—JongDae. ¿Verdad? Ese es tu nombre, ¿no?
 
—...Si —respondió indiferente.
 
—Bien. Yo soy SuHo, el conejo blanco de este internado.
 
El joven llamado SuHo, brindó otra sonrisa con movimiento de cejas y JongDae arqueó un ceja, asemejando una mueca de disgusto.
 
—¿Ese es tu nombre real? ¿SuHo?
 
—Claro que no. ¡¿Cómo crees?! —soltó una ligera carcajada.
 
SuHo se levantó, yendo hacia el baño, y dejó en su lugar el estuche. Pero al volver, JongDae retomó la palabra, ya mejor sentado.
 
—Ya que has sido tan amable y tuviste la gran destreza de tocar mi rostro, ¿podrías quitarme la cinta de mis muñecas? Creo que no logro sentir mis dedos.
 
—¡Ah, cierto, tus manos!
 
SuHo pareció recordarlo, pero se detuvo cuando comenzó a buscar unas tijeras dentro del cajón del escritorio, alzando nuevamente un dedo en advertencia.
 
—No te atrevas a golpearme, si no me obligarás a tener que dart-
 
—¡Ugh! ¡¿Cómo crees que te voy a golpear con mis manos casi muertas y mi cuerpo cansado y adolorido?! Ya me quedó claro que eres un individuo raro y que de milagro decidió salvarme la garganta.
 
—Es que no, nunca escuché un grito tan fuerte como el tuyo, ¿eh? Tienes buenas cuerdas vocales… Si hubiesen estado los de seguridad abajo, te habría socorrido como corresponden y yo-
 
—¡Cállate y quítame esto!
 
—Oye~ Tranquilo~ ¿Qué se dice primero?
 
Entonces, adquirió repentina seriedad, dando un sutil movimiento de cabeza altivo. Y JongDae ignoró el leve escalofrío que sintió en su espalda, por eso bufó impaciente rodando los ojos para ignorar la sensación.
 
—Por favor, bicho extraño. Quítame esta cinta.
 
SuHo se tomó el tiempo y entonces rió bajito, negando cabeza con una nueva sonrisa impresa en el rostro. Por su parte, JongDae no entendió qué le parecía gracioso.
 
—…¿Qué te parece si llegamos a un acuerdo? —propuso SuHo acercando la tijera, cortando con cuidado ese amarre de cinta en vuelta—. Te dejo ir y a cambio, puedes ser mi perro fiel.
 
—¡¿Qué chorradas dices?! No voy a estar detrás del culo de nadie.
 
Schick.
 
El corte finalizó quitando por completo ese súper adhesivo que dejó marcas en la piel de JongDae. Se masajeó las muñecas, y las movió, sacudiéndolas en lo posible para que volvieran a un mejor color de lo pálida que estaban.
 
—Pero eso no quiere decir que tengas que estar detrás de mí.
 
—¡¿Qué?! —sonó chillón—. No. No quiero nada.
 
—Bueno, déjame informarte que tu bienvenida no habrá terminado allí si es lo que crees.
 
Recalcó SuHo antes que JongDae se pusiera de pie, aguantando el dolor que sintió en sus costillas.
 
—Qué dices…
 
—Eso —se encogió de hombros—. No creo que te dejen en paz. ¿Estás bien..?
 
—¡Claro que sí! De todas formas, será mi problema si se meten de nuevo conmigo. Ahora déjame pasar... —caminó hacia un lado y el otro le impidió el paso, una y otra vez—. Demonios… ¡Basta! Me electrocutaste y tocaste mi rostro sin mi permiso. ¿Sabes qué? No te conozco y tampoco me importa conocerte. Gracias por todo y ahí te ves.
 
—No dudo de tu valentía y testarudez —lo tomó del brazo—. Tienes bien puestos las pelotas para enfrentar a YunHo, porque no todos lo enfrentan así. Tú sí que tienes agallas.
 
SuHo le miró unos segundos con una leve sonrisa, cuando puso un pulgar de 'bien' en alto, mostrando una repentina hilera de dientes.
 
Que sujeto de mierda tan extraño.
 
Con el pensar en la cabeza, JongDae meditó unos segundos, percatándose que esa mano rodeando firme su brazo, esa mano que a simple vista se notaban las venas por la piel tan clara y traslúcida que era, lo hacían sentir más extraño e inquieto. ¡Quería largarse de una vez por todas!
 
—...Ahora estoy en deuda contigo, ¿no? —optó decir a regañadientes, tomando un semblante aburrido pero serio para camuflar todo lo que estaba sintiendo.
 
—Depende cómo quieras verlo.
 
—¡Ay, ya..! ¡Sin más preámbulos!
 
—Okey… —lo soltó; no más de lo adecuado—. A partir de mañana, tendrás el culo a salvo. A cambio de nada. Solo ser como un cachorro fiel y seguir el juego, ¿que te parece?
 
El rostro de JongDae formó nuevamente una mueca, ante tal declaración sin sentido. ¿Juego? ¿De qué estaba hablando? Ya lo tenía harto. Por lo tanto, rodó los ojos en un bufido y decidió aceptar sin tomarle en serio.
 
—Está bien, bicho extraño. Adiós.
 
Quiso abrir la puerta pero esta estaba con llave, así que miró a SuHo otra vez y este se acercó riendo bajito para revertir los giros, dándole el pase a la salida.
 
Con cuidado regresó a su dormitorio y ChanYeol apareció en la mañana con la mejilla inflamada y parte de su frente golpeada.
 
Se enteró que uno del trío lo golpeó cuando estaba solo en los baños y quedó inconsciente por un par de horas; el corte no era significativo para recibir puntos, pero JongDae lo vio igual que los moretones que se formaron en su propia zona de la costilla y el abdomen.
 
No sabía que pasaría luego de todo lo ocurrido, pero tras meditarlo y hablarlo con ChanYeol, llegaron al punto en que esto no les beneficiaría en el informe de su respectivo tratamiento. Por ello, no dijeron nada cuando comenzó la semana. Sin embargo, hacerse del tonto no ayudaba mucho cuando estabas rodeado de superiores que marcaban constantemente las normas y reglas.
 
El martes a media clase de Biología, los citaron con el Director junto a las respectivas psicólogas que les habían asignado. Pese a la inquietud, mantuvieron su postura mintiendo que ellos mismos habían tenido una discusión tonta, cuando sin más, no esperaban recibir la acusación de ser los agresores de YunHo, Feng y SeHun, apuntando en especial a JongDae, quien había tenido un previo percance con YunHo.
 
Debido a esto, nada estuvo a su favor. Su palabra no sirvió en contra de los imbéciles que se presentaron haciéndose las víctimas, obteniendo una irremediable sanción de diez días.
 
JongDae no lo pudo creer y para agregar, la frutilla del postre se trató que, entre cuchicheos, se enteró que según “Conejo Blanco” se lo había follado el fin de semana; considerado burlescamente “La Cachorra del Conejo” con sonidos de aullidos y risas arrogantes.

"Aliado de gracia" © || SuChenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora