Una Leyenda Urbana

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—¿me cuentas de nuevo la historia abuelo? la del bosque.

—pero ya te sabes ese cuento Kira —respondió el anciano.

—por favor —suplico la niña.

—de acuerdo —el hombre cedió ante el suplico de su nieta. Se acostó en la cama junto a su nieta y comenzó su relato—. Existe un bosque que alberga más animales y flores; esconde un secreto. Eso es lo que la gente del pueblo dice pero la verdad es que no están del todo seguros porque jamás han entrado —la niña lo miró con sus grandes ojos de niña chikita—. La gente asegura que han visto cosas extrañas en ese bosque, tanto de día como de noche. Dicen que en la oscuridad pueden verse los ojos de los animales de distintos colores y durante el día el viento sopla con fuerza, las raíces de los árboles miden alrededor de un metro de altura pero, según los pobladores, las han visto moverse y crecer hasta los dos metros y del mismo bosque sale una niebla que evita que cualquiera se acerque al lugar. Con tantos eventos extraños, el pueblo levanto una reja de cinco metros de altura para evitar que cualquier persona se atreva a entrar o algo se atreva a salir.

—¿porque nadie ha entrado en él?

—porque tienen miedo.

—¿cómo puedes tenerle miedo a algo que no conoces? —preguntó la niña.

—¿recuerdas cuando aprendiste a andar en bicicleta sin rueditas? —la niña asintió—, ¿A que le tenías miedo?

—a caerme.

—¿y como sabias que podías caerte? podías pedalear y seguir adelante. Podías lograrlo a la primera y lo hiciste —la niña lo vio confundida—. La gente le teme a lo desconocido. El pueblo le teme al bosque porque no lo conocen y al no conocerlo, para ellos, es un peligro.

—¿crees que el bosque tiene vida propia —preguntó la niña.

—¿eso piensas?

—Todas esas cosas que el bosque hace... Suenan más a métodos de defensa, no quiere que nadie se acerque. Un bosque normal no hace eso —dijo Kira jugando con las sábanas de su cama—. Creo que intenta proteger algo y si nadie a logrado siquiera acercarse es porque debe ser algo muy valioso —la niña levantó la mirada y su abuelo la observó—, es su secreto.

—creo que tienes toda la razón —la niña sonrió—. Bueno pequeña, a dormir —el anciano se levantó de la cama y le dio un beso en la frente a la niña—. Descansa Kira.

—descansa abuelo.

Cuando el anciano salió de la habitación Kira observó por la ventana junto a su cama como la niebla se dispersaba y dejaba ver la reja de cinco metros de altura que separa al pueblo del bosque.

El Secreto del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora