La espera había terminado...

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Desde niño había tenido la suerte de nacer en cuna de oro. Su padre y su madre siempre lo apoyaron en todas sus decisiones porque confiaban en que él sabía lo que hacía y que si fracasaba sería un aprendizaje más en su vida y no volvería a cometer el mismo error. Fue por esto que pensó, desde pequeño, ser un gran empresario justo como su padre.

Lo tenía todo, buena escuela, buena educación, buenas cosas materiales, buena familia, ¿qué más podía pedir?

Su nana, Uranai Baba lo quería mucho, tanto así que se hizo cargo de él desde la cuna, y no es que su madre no lo hiciera, es que Baba no había tenido hijos y por lo tanto lo quería a él como a un pequeño nieto Tiempo después llegó un chef a trabajar, llevó con él a su pequeña hija, Uranai pronto se encariñó de la niña, apenas un año menor que su "nieto", quien pronto se hizo amigo de ella también.

Crecieron y vivieron juntos por varios años hasta que el padre de la niña murió y quedó a cargo de Baba, ella la cambió de palabra, pues no tenía más familia ni lugar a donde ir. Cuando él entró a la preparatoria decidió mudarse a otra ciudad, sin saber que dejó a la muchachita con el corazón roto, Baba lo sabía, su nieta se había enamorado de él.

Pasaron los tres años de preparatoria y cuatro de universidad, pronto sería su cumpleaños y ella sabía que él estaba por regresar, pues cumpliría su sueño de hacerse cargo de las empresas de su familia.

-¿No ha llegado?- se asomaba por la puerta de la cocina.

-No comas ansias, su avión apenas estará pisando tierra y tardará cerca de una hora en llegar aquí.- Decía Baba mientras que con sumo cuidado preparaba una tarta de frutas.

-Estoy muy nerviosa abuela, hace mucho que no nos vemos...- se mordía con ansiedad una uña.

-Deja de hacer eso, es un mal habito.- la regañaba. –Sé que estás nerviosa pero no es para tanto, siempre fueron muy buenos amigos, ¿por qué te preocupa tanto lo que piensas ahora de ti?-

-Ay abuela, ya lo sabes.- se acercaba por la espalda de la anciana y la abrazó cariñosamente. –Porque me gusta y quiero gustarle también.- suspiró.

Uranai volteó y abrazó también a la joven. –Mi niña, no cabe duda de que no solo ha crecido, también maduraste demasiado rápido...- sonrieron. –Anda, ve a terminar de poner la mesa, falta menos para que lleguen.

Cuando terminó se asomó por la ventana expectante al tiempo que tardaría en llegar la persona a quien ella amaba, después de casi una hora el portón de la mansión se abrió, un lujoso auto negro hizo la entrada que anunciaba que habían llegado. Ella corrió hasta el recibidor y se miró al espejo buscando cualquier desperfecto en su cabello, se pellizcó las mejillas y peinó sus cejas, humedeció sus labios y terminó justo cuando Uranai llegó a abrir la puerta. ¿Cuánto habría cambiado en siete años?

Se paró junto a Uranai Baba y agachó la mirada para saludar.

-Bienvenido señor Ouji.-

-Gracias Baba, ¿está todo listo?-

-Si señor.- sonrió la anciana.

-¿Qué tal, nana?- Uranai casi llora de la emoción al verlo hecho todo un hombre, a sus 21 años era el sueño de muchas chicas. –Bienvenido joven Vegeta.- sonrió.

-¿Joven Vegeta?, por favor Baba, cambiaste mis pañales, dime Vegeta.- sonrió. Ella lo abrazó tiernamente.

-¡Oh mi querido niño!, si tan solo tuviera 55 años menos...- él sonrió y volteó al lado izquierdo de su nana.

-Buenas tardes Milk. ¿No vas a saludarme?-

Ella estaba totalmente nerviosa, no dejaba de mirar el suelo y poco a poco fue subiendo la mirada. –bu...buenas tardes, joven Vegeta.-

-Mírate, te sonrojaste...- ella estaba más que roja.

-Joven Vegeta, perdón que interrumpa, ¿Dónde quiere que ponga esto?-

-Lleva mis maletas a mi habitación y Nappa, ten cuidado con esa caja por favor, es importante.- Dijo señalando una caja forrada con papel dorado y un hermoso listón en dorado y rojo, obviamente captó la atención de Baba y de Milk. Nappa tomó las pertenencias de Vegeta y subió por la escalera. –Bueno, si me disculpan, voy a refrescarme.-

-Por supuesto Vegeta, no tardes, la cena está lista.- él asintió con una sonrisa y subió detrás de Nappa.

-¿Lo viste abuela?, ha cambiado mucho... está tan...-

-Para mí sigue siendo el mismo niño de siempre.- le sonrió, vamos Milk, date prisa, hay que empezar a servir.

Después de terminada la cena, él y su padre pasaron al estudio, era el lugar preferido de ambos porque siempre platicaban sin interrupciones ahí.

-¿Estás seguro hijo?- dijo mientras servía dos copas de vino tinto.

-Por supuesto, mamá lo hubiera querido así.- recibió su copa y dio un trago. –además estoy completamente seguro de que será una unión fructífera para todos.-

-Está bien Vegeta, confío en ti.- alzaron suscopas. –Voy a brindar porque la empresa Ouji crece, igual que la familia. Salud.- ambos se miraron, chocaron sus copas y bebieron.

PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora