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—Olivia, Olivia, Olivia —probó mi nombre en sus labios—. Simon, Gavin, fuera —hizo un gesto con su mano y los láseres de los francotiradores también desaparecieron.

—¿Qué quieres de mí? —me enfrenté a él.

—Tienes genio, chica —encorvó su espalda hacia atrás—. Verás, mis hombres llevan siguiéndote semanas.

—¿Qué? —me entró el pánico. ¿Cómo era posible que no me hubiese dado cuenta?

—Antes estabas en una comunidad, ¿cierto?

Si me llevaban siguiendo tanto tiempo, era claro que sabía la respuesta a esa pregunta. Parecía una prueba para ver si mentía. Así que decidí no hacerlo, valoraba mucho la cabeza sobre mi cuello.

—Sí —mi mirada no dejaba de analizarlo todo.

—Los Salvadores íbamos a hacernos cargo de ella —paseó su bate alrededor de mi cara—, pero, de un día para otro, cayó.

Los recuerdos empezaron a invadir mi mente. Había mucha gente buena en Fortdale. Pero los muertos no miran si eres bueno o malo, simplemente necesitan saciar su hambre.

—¿Quedó alguien vivo? —tragué saliva duramente. No estaba preparada para escuchar la respuesta.

—Tres personas consiguieron salir. Una de ellas tenía un mordisco y se comió a las otras dos durante la noche —dijo.

Contuve las lágrimas. No podía mostrarme débil.

—Una pena —mi voz salió fría.

—Sí, una putada perder una comunidad entera que podría haber trabajado para mí —fruncí el ceño. ¿Quién se creía este tipo? —Pero después te encontraron a ti —sonrió—. Las personas son recursos.

—No pienso trabajar para ti.

—Oh, sí lo vas a hacer, porque si no, vas a acabar ahí —señaló la verja llena de caminantes—. Además, tienes que reponer lo que has utilizado.

—No he utilizado nada tuyo —arrugué la frente.

—Claro que sí, la protección de mis hombres —lanzó sus brazos al aire—. Querida Olivia, bienvenida al Santuario.

Con una mano sobre mi espalda, me dirigió adentro de la fábrica. Subimos unas escaleras y él abrió lo que pensé que sería la puerta principal. El interior de aquel lugar apareció ante mis ojos. Desde lo alto de la fábrica, vi a muchísimas personas concentradas en su trabajo.

—Mira esto, Olivia —me dio una sonrisa ladeada y se acercó a la barandilla. Al instante, todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se arrodillaron ante él. ¿En qué clase de estado fascista me había metido? —Los Salvadores han vuelto con provisiones y una nueva integrante para nuestra comunidad. Como recompensa, todos podéis comer verduras frescas esta noche.

La gente empezó a vitorear y a cuchichear entre ellos. Aquel hombre se volvió hacia mí, sin abandonar en ningún momento su sonrisa.

—¿Pretendes impresionarme o algo por el estilo? —sostuve su mirada para demostrarle que no me intimidaba.

—No, cariño —se acercó a mí y sujetó mi barbilla entre sus dedos—, te estoy dando opciones.

A continuación, me llevó a través de unos interminables pasillos. Nos cruzábamos con gente, o más bien soldados armados. Ninguno me miraba por más de un segundo, ni tampoco pasaban sin hacerle una especie de reverencia al psicópata que tenía al lado.

Abrió una enorme puerta, y lo que había dentro me sorprendió. Seis mujeres con vestidos negros y perfectamente arregladas. Me miraban apenadas, y, a él, con temor.

Olivia | Negan and DarylWhere stories live. Discover now