INVICTUS

Capítulo 4. El poder del arte.

Abro los ojos de golpe cuando una mano me golpea en la cara. Liv ha vuelto a invadir mi espacio en la cama. Como siempre.

La empujo pero ella se limita a hacerse a un lado y a seguir roncando, como si no acabara de dejarme sin dientes. Qué bien...

Me levanto de la cama y lo primero que hago es comprobar mi imagen en el espejo. No sé ni por qué lo hago si todos los días me veo igual, con el pelo enmarañado y los ojos cansados. Sin mencionar las ojeras que tengo, resultado de habernos acostado a las tantas anoche. Liv y yo sabíamos que hoy había clase pero, ¿eso nos paró a la hora de ver otra película? Por supuesto que no.

Entro en el cuarto de baño y, tras una larga ducha, descubro que Liv sigue durmiendo en la misma posición. Sonrío y no la despierto. Castigo por haberme dado un tortazo antes.

Bajo las escaleras de dos en dos y oigo tararear a Marcus en la cocina. No entiendo la felicidad un lunes por la mañana.

Cuando me ve entrar me sonríe y me pasa una taza de café recién hecho. Por estas cosas lo quiero.

-          Gracias. –murmuro mientras doy un largo trago. Mmmm... un regalo del cielo...

-          ¿Y Liv? –pregunta cuando yo saco una revista del cajón y la empiezo a leer tan tranquila.

-          Durmiendo.

-          ¿No la despiertas para ir a clase?

-          Em... nop.

Marcus sacude la cabeza, divertido, pero no insiste. Yo sigo leyendo la revista.

¿Angelina Jolie va a adoptar otro niño? Qué cosas...

Alguien me da un golpe en la cabeza y yo la levanto asustada. Liv me vuelve a golpear.

-          ¡Liv!

-          Te jodes. –me quita la taza de café y se bebe lo que queda de golpe –Quedan veinte minutos y yo seguía durmiendo. ¡Sabes que como me pongan otro retraso no voy a poder ir al seminario!

-          Te iba a despertar. –me defiendo. Ella arquea una ceja –Cuando me terminara el café. –miro la taza vacía –Pero tú me has acabado el trabajo.

Ella me vuelve a dar otro golpecito y sube corriendo las escaleras para cambiarse. Marcus me da una sonrisa de lado.

-          Eres cruel.

-          Nadie despierta a Alexandra Evans con poca dulzura y vive para contarlo.

Ambos reímos y seguimos con lo nuestro.

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-          ¡Liv o te subes ya o te quedas en tierra! –le grito por enésima vez. Ella sigue echándose brillo de labios.

Dioooooos... Es tan frustrante.

Meto la llave en el contacto y enciendo el motor, para ver si así se da un poco de prisa, pero nada, sigue tomándose todo el tiempo. Pero no tenemos tiempo. Solo quedan diez minutos para que empiece oficialmente la clase de pintura creativa y nosotras seguimos en casa.

Liv acaba de retocarse y corre dando brinquitos al coche, entra y me guiña un ojo. Hace falta toda mi fuerza de voluntad para no decirle cuatro cosas bonitas a mi mejor amiga.

-          Ya estamos.

-          Yo llevo estando desde hace una hora. –contesto sacando el coche del camino de entrada –Si el señor Smith no nos deja entrar en clase voy a matarte.