Capítulo 12. Sorpresa, sorpresa*

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Cojo el móvil aún con más fuerza, intentando que se desintegre entre mis dedos, y pulso los botones con toda la dificultad que eso conlleva.

Acabo de entrar a clase, Drew. No es un buen momento.

Mi teléfono vuelve a sonar pasados unos segundos.

Tienes cinco minutos antes de que entre ahí dentro y te saque a rastras si es necesario.

Voy.

Cuando abro las puertas de la facultad me quedo sin respiración. Ahí está Drew, apoyado en el capó de un Mercedes negro. La imagen es deliciosa sin duda, Drew en camiseta negra, con unas gafas de aviador y el pelo despeinado en perezosas hondas mientras me observa con las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros. Una lenta sonrisa se extiende en su rostro cuando se da cuenta de que me he quedado parada ante la visión de él, y eso me revuelve el estómago. Lo último que debería hacer es babear delante suya, tampoco debo alimentar a su ego.

Bajo los escalones lentamente, mientras sigo degustándome con Drew, y me acerco a él, observando como se yergue y se quita las gafas de la forma más sexi del mundo.

- ¿Qué querías? –espeto cuando llego a él –Tengo clase dentro de diez minutos.

- Lo sé. –dice mientras se pasa la lengua por el labio inferior. ¡No mires sus labios! -¿Qué tal el primer día?

- ¿Que qué tal el primer día? ¿Te interesa?

Sonríe y su sonrisa casi me desarma.

- En lo más mínimo, sólo quería ser cordial.

- No necesito que seas cordial, Drew.

- Entonces quizá quiero ser un caballero.

Bufo.

- ¿Un caballero? –río en voz baja -¿Tú?

- ¿Acaso no puedo serlo?

Si Drew fuera un caballero sí que me encontraría en serios problemas. Dudo que pudiera resistirme a él si me gustara su forma de ser. Misión imposible, sin duda.

- ¿Qué quieres?

Esta forma de esquivar lo que sea que quiera decirme me está poniendo de los nervios. Sólo necesito que vaya al grano y que se vaya lo más rápido posible de mi vista. Para siempre.

- Venía a hablar de lo que pasó el sábado.

Trago saliva, incómoda. Creía que habíamos dejado ese tema en el olvido.

- ¿Qué pasó el sábado? –mi voz tiembla y eso parece divertirle. Sus dos hoyuelos aparecen en sus mejillas.

- Me encanta tu forma de disimular, Gafitas, muy concienzuda. –da un paso hacía mí –Pero a diferencia de ti yo sí que recuerdo muy bien lo que ocurrió el sábado y tengo algo que decirte.

- No. –se cruza de brazos y sus bíceps se hacen más grandes –Ya lo he estado posponiendo un día, no me pidas más.

¿Qué no te pida más? Me encantaría pedirte que te fueras de aquí para no volver a verte, Drew. Eso sin duda sería lo que me encantaría pedirle, aunque veo imposible perderlo de vista.

- Dime lo que sea que me tengas que decir y lárgate.

Gilipollas...

- Ni tú eras tan chulito cuando no me dejabas apartarme más de cinco centímetros de tu careto. –escupo en su dirección –Lo que pasó el sábado no fue sólo culpa mía.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora