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Pasado el atardecer, ya no había una sola señal de vida en la isla, un silencio pesado inundaba el lugar donde no se escuchaba otra cosa que el canto de las aves. Y en la orilla del mar, donde ellos se encontraban, sólo el suave y tranquilo chocar de las olas.

Sus amigos no sabían ni donde meterse, joder morirían y todo sería culpa de t/n.

En cambio, la chica estaba muy relajada, sentía una gran paz en su interior. Nada le preocupaba, no sentía miedo ni terror. Sólo estaba ahí, sentada a la orilla del mar, con su perfecto gusto culposo por ver el mar de noche. Sus pensamientos estaban en completa tranquilidad, no pensaba en nada que no fuera lo tranquilo del ambiente.

Aquello, claro que era una mentira.

-Mierda t/n, ¿En qué momento?. -Se acercaron sus amigos, angustiados. Mientras ella sólo observaba el mar.

-No había otra manera de traerlos. -Replicó la chica perdiendo su mirada completamente en el mar, con una voz tranquila.

Realmente la respuesta de sus amigos no le preocupaba, ellos querían su respuesta y ahí estaba.

Los minutos no se detenían y cada uno era un más cerca de su muerte.
Todos habían perdido la calma, corrían y se habían separado.
Por su parte t/n no hizo otra cosa que mirar al mar de lo más relajada. Lo que ahora sentía era indescriptible.

Algún tipo de emoción comenzó a recorrerle el cuerpo con mayor intensidad con cada minuto que pasaba, mientras los susodichos se negaban a morir.

La castaña sentía esa extraña emoción, algo iba a pasar y para ella, significaba algo bueno.

La oscuridad de la noche se hizo presente, la joven castaña se había quedado sola ahí.
Lo que llamó su atención fue el fuerte soplar del viento que hacía rato no hacía, uno fuertísimo, como lleno de coraje.

Y muy sin embargo, ni aquello la hizo levantar de donde reposaba desde hacía buen rato.

𝐁𝐚𝐧𝐝𝐞𝐫𝐚 𝐍𝐞𝐠𝐫𝐚 (𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖𝓪𝓵𝓵𝓪𝓰𝓱𝓮𝓻) [#1] [✔︎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora