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002 | LOS PESADOS.
— Claro, cállate maldita. Cuando más te necesito — exclamo en susurros hacia Dafne que no me ha dicho nada más que Alma gemela hace unas horas. Ha pasado un día en el que inultamente le he hablado a Dafne pero ella no dice ni pio.
— ¿No sé supone que para eso sirves? — reclamo saliendo de la habitación que alquile por unas horas.
Siento movimiento por el rabillo del ojo, volteo hacia la derecha viendo a un niño de unos ocho años mirándome confundida.
Le sonrió amable. De seguro ahora piensa que estoy loca.
Genial.
Saco la llave de la cerradura cuando ya le he puesto el seguro y camino por el pasillo hacia las escaleras que me llevaran al primer piso.
Quizás si salga ella se digne hablar y decirme donde se encuentra mi alma gemela y ver con quien me encadeno mi ser.
¿Tengo miedo? Sí. ¿Por qué? Porque, a mis cuentas, mi "alma gemela" debe ser un humano u algún ser sobrenatural, podría ser un fénix pero no se puede porque todos están, literalmente, extintos.
¡Yupi! Soy la única sobreviviente de mi raza viva.
Nótese el sarcasmo.
¿Cómo paso? Un grupo de brujas maniáticas se enteró que al absorber el poder de un fénix su magia y poder incrementen haciéndola más poderosa. Esa es la razón número uno por la cual la mejor amiga loca de mi madre quiere matarme.
Y aún más me quiere cuando tengo un hechizo que me hace, inmortal.
Mis padres al saber de la cacería buscaron a una bruja – no se me el nombre de la bruja – para que de alguna manera me hiciera inmortal, y lo logro. ¿Qué hechizo utilizo? Ni idea.
Al ser inmortal y ser un fénix, la loca podría canalizarme teniendo una fuente infinita de poder. ¿Para qué quiere ese poder? Ni idea, no sé si lo quiere solo por sentir poder o quiere matar a alguien o conquistar el mundo.
Pero, de ninguna manera dejare que me tenga.
Primero muerta a que me tenga.
Salgo del pequeño hotel hacia las calles de Nueva Orleans, ¿por dónde empiezo? Ni idea.
En estos momentos apreciaría tu ayuda Dafne.
Bufando por no recibir respuesta camino hacia la derecha en dirección al barrio francés. Hay fui donde sentí el cosquilleo y la sensación de mi espalda, si vuelvo puede que vuelva a sentirlo.
Tardo cinco minutos en llegar al barrio francés. Hay gente paseando por el barrio, no tanto como ayer por la noche pero de que hay, hay. Me subo a la acera de la derecha caminando lentamente mientras veo por el vidrio el interior de las tiendas.
