Capítulo VI No podrás tenerme.

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Mi diosa egipcia, se dirigió directamente al gerente, mi tío la seguía con la cara roja de rabia.

- "¿Quién ha sido, ¿quién se ha atrevido a tocarla? ..."- pude llegar a ella antes de que dijera algo más, que nos descubriera.

-" ¡Eh, diosa tranquila!, ya ha recibido su merecido"- le dije parándola y le susurre al oído-" tenemos espectadores, no podemos descubrirnos "-

Gara miro alrededor, y descubrió a los narcisos mirándola.
A mi tío era más difícil calmarlo, pero al menos sólo daba ordenes cortas.

-" ¡Llevarlo al despacho, ya!"- dijo de forma autoritaria. -" y ustedes dos esperen aquí"- Nos dijo serio, sabíamos que cuando mi tío se ponía así, sólo mi tía podía calmarlo y no estaba aquí en este momento.

Mi acosador, los dos guardias, el gerente, Wilson y mi tío desaparecieron por el pasillo al lado de recepción, que llevaba a la zona de gerencia.

-"Llama a tu madre, hay que asegurarnos que tu padre no acabe en la cárcel"- le susurre a mi prima.

-"Lo haré, pero desearía, ser yo quien le arranque la cabeza, y no precisamente la que está encima del cuello. No sé, como una amazona como tú, lo ha dejado vivir."- me dijo seria mi prima.

-" Porque tenía testigos, mi diosa, nosotros los mortales, debemos tener cuidado de ser descubiertos"- le dije bromeando. Y ambas nos reímos a carcajadas, sin darnos cuenta que a distancia dos hombres nos miraban, y habían decidido, que seriamos su entretenimiento, de ese fin de semana.

Al final mi tía, había logrado contactar con el furioso de su marido, y le había hecho entrar en razón, así que mi acosador, había sido entregado a las autoridades, tras la correspondiente denuncia, puesta por mi parte.

Mientras nos preparábamos para la cena, mi prima decidió que esa noche, iniciaría su castigo personal, a su muy sexy y atractivo abogado. Así que decidió, qué durante la recepción nocturna, Martín conocería a una auténtica, diosa egipcia.

Desde luego, por cómo iba vestida, lo había conseguido. Miré, su vestido largo, con escote en forma de corazón que dejaba los hombros al descubierto, parecía un vestido simple de color fucsia, pero cuando ella se gira, se observa que deja la espalda al descubierto, hasta más a bajó de la cintura. Te daba la sensación, que, en cualquier momento, se puede desprender de su cuerpo. Muchos hombres se iban a pasar la noche, intentando averiguar cómo ese vestido permanecía pegado a su cuerpo, y desde luego se centrarían en las mil y una maneras de quitárselo. Sin lugar a dudas, uno de ellos sería el señor Martín Conway.

Lógicamente, yo tenía mi propio, proyecto. Consistía en hacer que el señor Eduard Stewart se pasará la noche sin quitarme la vista de encima. El señor yo no presto atención a las mujeres lo justo y necesario, para echar un polvo, iba a caer en su propia trampa.

Para ello me valí de mi arma secreta, se trataba de un vestido color negro de cuerpo ajustado que marcaba cada una de mis curvas, y permitía a mi voluminosos senos destacar debajo de un escote en forma de V, que se ataba a lo alto de mi cuello con una lazada amplia, que parecía decirte que tiraras de ella, para que el vestido descendiera por mi cuerpo.

Cuando estábamos lista, vino a recogernos mi tío. Gara y yo compartíamos una suite de lujo, con dos habitaciones. Y mi tío estaba en otra suite.

-" ¡¡ Dios mío !!, - exclamo mi tío al vernos, cogió el teléfono y llamo a su secretario. -" Ameh , que los de seguridad cuiden de mis hijas, esta noche va ser muy larga" -

-" ¡Tío, por favor!"-

--"¡Papá!"-nos quejamos a la vez.

-" No puedo controlaros, no puedo controlar a ninguna de las mujeres Arteaga, pero lo que sí puedo hacer es saber a todos esos hombres de ahí abajo, lo que le puede suceder si tocan alguna de mis hijas"- dijo muy serio.

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