Capítulo X Me haces desearte, y te pones celoso.

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Han pasado un mes desde, la última vez que vimos a Edward y Martin, al día siguiente de nuestro último "enfrentamiento", nos fuimos del hotel para regresar a nuestras vidas.

Gara, volvió a regentar el hotel rural y a cuidar de su hijo, yo le ayudaba mientras me encargaba de dirigir el proyecto en el que estaba trabajando.
La diosa y yo pensábamos, que nuestros intrépidos enemigos, intentarían ponerse en contacto con nosotras, para poder vengarse, después de la broma de los paquetes.

Habíamos convertido este juego en algo más que un reto. Yo sabía que al insoportable señor Stewart, le encantaban los desafíos.
Poco después supimos, por mi tío, que ya habían acabado los negocios entre ellos, así que el CEO de Stewart Holding y su abogado habían regresado a Inglaterra.

Nos sentimos decepcionadas, encima, gracias a las redes sociales, descubrimos que el Playboy de Martín, había asistido a algunas fiestas del brazo de su última conquista, una rubia americana, de piernas larguísimas. Mi diosa no comento nada, pero sé que le molesto.

Yo por mi parte tenía claro que de Edward no sabría nada, ya que conocía su norma de mantener su vida oculta, pero tenía claro, que un hombre como él, no se iba a mantenerse célibe, y seguro que alguna fría, educada, y estirada muñequita inglesa estaría calentando su cama durante este tiempo. Me dije a mi misma que me daba igual y decidí seguir con mi vida.

Pero si cambió una cosa, dejó de interesarnos, las salidas de locura de los viernes, no era que no quisiéramos hacerla, sino que ya no eran tan estimulante. Los hombres nos parecían aburridos, no nos representaban un reto. Ninguna de las dos quiso plantearse a qué era debido, quizás porque no queríamos conocer la respuesta.

Mientras vivíamos a la manera que nosotros habíamos elegido, las dos nos centramos en nuestros objetivos que era ser feliz e independiente.

No había sabido nada de mi padre durante ese tiempo, era como si me hubiera borrado de su vida, me intenté poner en contacto con él en una ocasión, pero ni siquiera me cogió el teléfono. Sabía que era una forma de borrar el dolor, como cuando murió mi madre, si me desterraba de su vida, no le dolería tanto. En el fondo mi padre me daba mucha lástima. Vivir con esas reglas que le impedían sentir.

Mi tío nos convenció para que asistiéramos a una fiesta que realizaba su socio Dimitri, un empresario multimillonario ruso. En un principio no quisimos ir, pero cómo era una fiesta para toda la familia, cedimos. Mi tía preparó todo incluso eligió la ropa que iba a llevar el príncipe Jonay, ya que decía que tenía que ser el niño más guapo de la fiesta.

-" ¡Como si para mi tía no fuera ya el niño más guapo del mundo!"- pensé yo.

Mi abuelo decidió que no quería ir, que eso de las fiestas no era para él, preferiría quedarse jugando al domino con sus amigos en el centro social de jubilados. Había pasado mucho tiempo con mi abuelo, era un hombre sencillo, que se había dedicado a cuidar de su familia, ahora vivía con mi tía, ya que, tras la muerte de mi abuela, su salud se había desmejorado mucho, mis tíos decidieron tráelo a vivir con ellos al chalet. Mi tío le puso una enfermera, adoraba a su suegro.

"Aunque en un principio, casi me pega un tiro por pedirle la mano de su hija mayor" solía decir cuando bromeaba con su suegro. Poco después lo entendió cuando nació Gara, odiaba a todos los hombres que se acercaban a su hija, hasta que llego el gilipollas. Mi tío mando a dos de seguridad que le partieran las piernas, gracias a que mi tía Amparo lo paró, pero casi no lo consigue, cuando el gilipollas engañó a mi prima con otra, también pienso mi tía en esta ocasión. no quiso poner mucho esfuerzo.

Mi abuelo en cambio piensa que tanto lujo no va con él, por eso siente que debe volver de vez en cuando al hogar del jubilado de su antiguo barrio, claro que mi tío siempre le pone un chofer y una enfermera a su disposición.

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