Capítulo XIII Luchando con la realidad, una diosa enamorada.

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Me desperté con la sensación de que había sido la noche más completa de mi vida. Eduard seguía durmiendo a mi lado.

Otra de mis reglas rotas. Nunca dormir, con ningún hombre. Sexo y cada uno para su casa.

-" ¿Pero que me estaba pasando?"- pensé. En este momento recordé a Jonay, miré el reloj de mi móvil, ya casi era la hora de que se levantara.

Mis movimientos despertaron a Eduard, que abrió los ojos al mismo tiempo que me atraía hacia él. En ese momento y por un breve segundo, al señor "sin expresiones en la cara" se le dibujo una de sorpresa. Se recompuso rápido, y me pregunto la hora.

-" Son las 7 y media"- le dije -" pronto se levantará Jonay, no quiero que descubra a su tía con un hombre en la cama"- le dije separándose de él y me levante.

-" ¿Mi ropa?"- me preguntó. Ayer, en uno de los pocos momentos de descanso lleve la ropa húmeda del sexy CEO a la lavandería del hotel. Y ya estaría seca.

Me puse una bata, ya que estaba desnuda y no encontraba mi camisón, el que usé anoche.

--"Te lo traigo, espera un minuto"- le dije. Salí de la habitación, pasé antes por la habitación de Jonay, para ver si aún estaba dormido. Me alegre que fuera así.

Le lleve el traje de chaqueta y la camisa, que había llevado la noche anterior.

-" Toma, ya está seca"- me parecía extraño que después de lo de anoche, del sexo desenfrenado, ahora nos habláramos como si no hubiera pasado nada, como evitando el tema de que anoche pasó algo importante. Yo desde luego prefería evitar el tema, hasta que pudiera racionalizarlo bien.

-" Y al menos con dos mojitos en mi cuerpo"- pensé.

Eduard se dirigió al baño, justo a tiempo, porque oí los pasos de mi sobrino acercándose a mi habitación.

--"Tía, tía... mamá aún no está en su habitación"- me dijo abrazándome.
- "Buenos días, mi príncipe. No te preocupes. su alteza, mami te ira a recoger hoy al cole. "- le dije sonriendo-" Vamos a desayunar, su alteza, y luego te llevare al cole"- Salí de la habitación para darle espacio a Eduard.

-" Y a mí también"- me reconocí a mí misma.

Estaba desayunando Jonay, cuando recibí un mensaje en el móvil. Era de Eduard. mientras tomaba café lo leí.
-" Bruja amazona, me voy, no quiero que lo pases mal por el niño.

Recuerda que esta noche has firmado un contrato conmigo, cada vez que llegabas al orgasmo, por eso, según mis cálculos que como hombre de negocios se me da muy bien, nuestro contrato dura aproximadamente... treinta años. En ese tiempo serás solo mía, ni siquiera tu amiguito te podrá hacer sentir como yo lo hago, así que no lo volverás a usar ni a él, ni a ningún otro hombre. Llámame cuando quieras que te recuerde a quien perteneces, yo haré lo mismo"-casi me atraganto con el café al leer el mensaje del imbécil del señor Stewart, siempre dije que no quería tener nada que ver con hombres del gran imperio británico, y ya sé por qué, son unos prepotentes. Y el gilipollas de Eduard es el rey de la prepotencia.

-"Pero quien coño te cree que eres, maldito escoses, si piensas que te voy a volver a llamar, vas listo. Y voy a agotarle la batería a mi amiguito, idiota"- le contesté, no sé por qué, no pude hablar de otros hombres. Algo me impedía pensar en otros, cuando aún sentía a Eduard en mi piel.

-" ¡Estas loca Ady, estas muy loca!"-
Lleve a Jonay al colegio, y cuando lo deje llame a la loca de mi prima.

-" Gara Abdel Arteaga, deja ahora mismo lo que tienes en la boca, dentro de ti o donde el maravilloso Martín Conway haya hecho su magia. Tu hijo espera que lo recojas del colegio, y yo necesito a mi prima, ¡ya! Además de un tanque de mojitos, y como muy tarde esta noche"- le dije cuando me cogió el teléfono. Mi prima sabía que mojitos era la clave, de que algo grave había pasado.

Deseo LiberadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora