Capítulo XVIII Aunque él tiene su corazón, la diosa lo somete.

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Me desperté antes que lo hiciera Eduard, lo vi dormir a mi lado y supe que debía irme antes de que se despertara, o era capaz de confesar algo, que me había prometido no hacer.

Así que busque algo que ponerme, ya que el vestido estaba descartado, y su camisa también, porque la destroce la noche anterior.

Mire a mi alrededor y me di cuenta que estaba en el despacho del CEO, de Stewart Holding, me acerque al baño para lavarme y descubrí otra habitación donde había trajes ejecutivos de Eduard, sobre un sillón había una bolsa de una boutique exclusiva, de mujeres, por lo que me llamo la atención, entre tanta ropa masculina.

La abrí y descubrí un pantalón de vestir suelto violeta y una camisa a juego blanca, también había ropa interior, un sujetador y unas tangas a juego, color rosa palo, lo más sorpréndete, fue ver mi nombre en una tarjeta con mis medidas, la letra era de mi hightlander.

Que el conociera mis medidas no me sorprende, ya había tocado mi cuerpo lo suficiente, como conocer el volumen, en cada rincón de mi cuerpo. El problema era que esta bolsa estuviera aquí, quería decir que ya hacia rato que el señor Stewart había preparado un cambio, porque sabía que se iba a deshacerse de mi vestido.

Ser tan predecible no me gustaba nada, aunque si pienso en la noche que pase, ser predecible de vez en cuando está bien.

Me vestí rápidamente, salí del baño sin hacer ruido, observando que aun mi guerrero seguía dormido, le dejé una nota, encima de la mesa, con unos labios marcados con pintura de labios. Era la estocada final, a una noche de locura.

"Gracias por esta noche, y por su fiesta, CEO, me ha descubierto miles de experiencias. Solucionare lo del pequeño desliz, antes de las próximas setenta y dos horas. Espero que sus soldaditos, no sean tan fuertes como su general, o después de esta noche, una simple píldora, no acabara con ellos. Aunque mis guerreras amazona, estoy segura, que no dejaran entrar a cualquiera, por muy numerosos, que sea. Gracias por la ropa, me debes un vestido igual, aunque sé que por alguna razón que no entiendo, me lo volverás, a romper, ¿tienes algún problema con esa tela?, En fin, nos vemos, hightlander, me encanto cabalgarle, una amazona".

Sali del despacho con cuidado, aunque me sorprendí, cuando vi a dos de seguridad por fuera de la puerta.

"Señorita Arteaga, ¿la llevamos algún lugar?"- fue esa sensación de que el personal privado del señor Stewart, no se sorprendiera, de ver salir a estas horas una mujer de su despacho, la que me dio la idea de que esto había ocurrido más veces, y me hizo sentir como una idiota, les dije que no que ya tenía un taxi esperando, y me fui, de allí rápidamente.

Ya en el taxi recibí un mensaje de Eduard, que me hizo calmar un poco mi dañado corazón, ya me encendio mi parte combativa, me dieron ganas de romperle esa bonita cara que tiene.

- "Primero, Bruja Amazona, la única experiencia que te dejo recordar es las veces que dijistes mi nombre durante toda la noche. No sé cuántas fueron, porque perdí la cuenta, ¿Y tú las recuerdas?. Segundo, mis soldados son muy fiables, como tus amazonas, y los van a dejar entrar desde que los vean, como su diosa amazona me dejo entrar a mí y varias veces. Así que avísame, si ocurre algo, yo también soy responsable. Tercero, te voy a comprar diez vestidos iguales, o la fábrica entera, porque cada vez que te lo pongas te los voy a romper, me gusta desenvolver mis regalos, ¿será fijación?. A y ni se te ocurra usarlo en público, ese cuerpo desnudo solo lo puedo ver yo, o tú, en un espejo. Y, por último, ¿cómo te puedes ir y dejarme así de cachondo?, Me cabalgaras, cuando quieras amazona, pero solo yo puedo ser tu montura, te lo advierto, no comparto con nadie, y tú eres mía, preciosa Amazona, Tu Hightlander de mierda."- me puso.

Respondí con un mensaje de voz en español, que solía ser mi idioma cuando me cabreaba, y ahora estaba a muy cabreada.

-" Pero ¿quién coño te crees que eres, gilipollas?, Es que cuando pienso que me has sorprendido, abres la boca, y la cagas, hightlander de mierda, ¿Tuya de qué?, tu sueñas, no hay hombre que me ponga a mí el lazo, y menos un prepotente, escoses. Si estas cachondo, date una ducha de agua fría, te libras que estoy de regreso, sino ibas a terminar doblado, en el suelo de tu despacho. Y espero que tus soldados ni se presenten, porque con el cabreo que tengo, mis amazonas, los aniquilan. ¡Ah! saldré con lo que me dé la gana a la calle, como si voy con el traje de Eva. No ha nacido hombre que me diga a mi lo que tengo que hacer, payaso, tolete, simplón..." tuve que parar el mensaje y lo mandé a medias porque con el cabreo, había elevado la voz y ya el taxista me miraba con cara de preocupación.

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