En la entrada de la ciudad, grupos de soldados patrullaban las murallas en total orden vigilando que ningún espía ingresara.
Cuando la caravana llegó al puesto de guardia, dos patrullas se encargaron de verificar cada una de las carretas mientras que un equipo de hogoblins estaban encargados de verificar el estado de cada persona.
Aunque la situación podría ser extraña para las pobladores del reino de Asturias, los goblins no presentaron problema y se dejaron ser revisados por los guardias.
Desde que el señor de los goblins apareció, implementó muchas ideas novedosas produciendo que el pueblo de los goblins creciera de ocupar dos kilómetros cuadrados a más de cien kilómetros controlados por los oficiales de más confianza de su señor.
En las calles, personas de todo tipo de razas caminaban revisando las tiendas que tenían todo tipo de productos.Luego de que el grupo de Sonia llegase a la calle principal de la ciudad, una patrulla de soldados especiales la detuvo.
— Fargo, como te atreves a detenerme mientras estoy en una misión especial para nuestro señor—
Del grupo de soldados, un semiorco blanco de más de dos metros se paró frente a Sonia estirando sus brazos tratando de agarrar su cuerpo.
Sonia al ver que Fargo la iba a agarrar, saco sus dos espadas cortando hacia el frente, pero sus ataques se vieron bloqueados por una lanza desgastada en las manos de el semiorco.—Interesante, no has perdido tu técnica niña, pero te falta fuerza para poder enfrentarme—
En un momento la imagen de Fargo se dispersó y apareció en la espalda de Sonia. Sin miedo ella cruzó sus espadas bloqueando el ataque, pero un brazo extendido impactó en su estomago lanzándole unos metros atrás.
— Lo ves, aún te falta mucho niña, si aceptas ser mi mujer te seguro que serás más fuerte—
Escupiendo un bocado de sangre hacia Fargo, Sonia se burló del semiorco provocando que Fargo la intentara atacar otra vez.
—Detente Fargo, no quiero ver que un talento como tu sea alimento de mis mascotas—
El semiorco se sorprendió al ver al trasgo marchito que descansaba sobre la carreta, bajando su lanza se arrodilló mientras una gota de sudor corría por su frente.
— No sabia que un erudito como usted estaba presente, por favor considere que no pasó nada hoy—
Aunque Fargo no le tenía respeto a Petro, el era consciente que si el trasgo le decía lo sucedido hoy al señor goblin su vida estaría acabada.
Mirando a la elfa, contuvo su ira y ordenó a su patrulla que avanzaran desbloqueando el camino.
— No creas que agradezco tu ayuda Petro. Avancen hacia el palacio del señor—
Sin tomar enserio las palabras de la elfa, Petro estaba más preocupado del bienestar de ella, si algo le hubiese ocurrido mientras el estaba presente, la muerte sería la mejor recompensa a lo que le pasaría a el.
En las calles de la ciudad, niños de todas las edades y razas, corrían sin preocupación y tenían buena salud. Aquellos que quedaban huérfanos eran tomados por el ejército y entrenados hasta que pudieran blandir un arma en la batalla.
— Seguro te sorprendes de la capacidad de nuestro señor, si nunca hubiésemos sido forzados a escondernos, todo en más de miles de kilómetros le pertenecería—
— No seas un lamebotas, ya casi llegamos al palacio de nuestro señor, es mejor que te quedes en silencio—
Al mirar las murallas del palacio interior, torres de jade protegían la entrada que daba a un jardín lleno de flores multicolores, en su interior las doncellas más hermosas de cada raza estaban encargadas de su cuidado y con una sonrisa saludaban a los invitados.
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Guerras bajo la niebla
Science FictionSven nunca imagino que entraría en un mundo donde el más fuerte tiene la razón y solo aquellos que vuelven del campo de batalla lo obtienen todo, siempre que no sean derrotados.