Guerras bajo la niebla

18 - Problemas en el cielo

Miles de soldados quedaron temblorosos en su posición esperando las órdenes de su comandante.

Luego de varias horas de avanzar por el bosque de hierro, cientos de gritos hicieron eco en el cielo, congelando los pensamientos de todos los soldados. Sin perder ningún momento, Lian levantó su espada y usando un hechizo mágico amplio el sonido de su voz para ordenar a sus soldados.

— Escuderos, avanzad y levantad su defensa. Hechiceros preparad un hechizo de marcha veloz en caso de que necesitemos retroceder. Arqueros, estamos en sus manos, mantened a raya al enemigo.

Alzando la vista al cielo, cientos de criaturas gigantes de distintos colores volaban en círculo sobre el ejército.

— Señor, no reconozco a la mayoría de esos criaturas, pero la criatura del centro que parece ser el líder de ellos pertenece a una raza antigua.

Siguiendo las palabras de uno de sus capitanes, Lian observo a la criatura que parecía ser el líder. La criatura tenía dos piernas largas llenas de escamas, su cuerpo robusto cubierto de un pelaje marrón escondía la firmeza de sus músculos junto a unas alas de murciélago de cuatro metros de envergadura.

— La raza alada...

Con brillo siniestro en sus ojos al escuchar las palabras de Lian, la criatura con cabeza de halcón habló en una lengua antigua generando que todas los criaturas a su alrededor empezaran a gritar de euforia.

— Preparense para la batalla, no permitan que estas sucias criaturas manchen el nombre del ejército del reino de Asturias.

Uno de los capitanes, al ver que las criaturas en el cielo descendían en picada, aplicó un cristal de ficorita a su espada creando una barrera de viento a su alrededor esperando la llegada de los ataques.

— Ahora, ¡ataquen!
Con una orden, miles de flechas reforzadas con magia volaron cubriendo cada rincon en el cielo dañando en gran medida a las criaturas.

— No se detengan, vuelvan a cargar sus arcos.
Lian no permitió que el miedo invadiera los corazones de sus soldados, y con un movimiento veloz lanzó un haz de fuego que dividió en dos la presión que ejercían las criaturas en el cielo.

Un criatura en el cielo cubierta de huesos extendió sus alas y en un momento arrojó diez lanzas gigantes de hueso entre cientos de soldados generando un gran cráter en el suelo. Aquellos que tuvieron suerte mantuvieron sus cuerpos con pequeñas heridas, pero la onda de impacto sacudió los espíritus de los más debiles dejándolos incapaces de luchar por el momento.

Una gran diferencia entre los soldados bajo las órdenes de la princesa Eleine y los del comandante Lian, era que todos bajo las ordenes de Lian habían recuperado su nombre y tenían un estado mayor en el ejército.
Eleine nunca pudo mantener a aquellos soldados que pasaron varias misiones para recuperar su nombre debido a que los soldados eran llamados a la capital y nunca los volvió a ver.

— Galvez, reacciona hombre.
Un soldado golpeó el hombro de su compañero para sacarlo de su aturdimiento evitando ser aplastado por unas enormes garras.

La presión que ejercía cada una de las criaturas aladas provocaba que los soldados sintieran que les faltaba el aire y no pudieran reaccionar normalmente siendo presas fáciles para las criaturas más veloces.

Entre las criaturas en el cielo, cuatro águilas doradas se sumergieron entre el mar de gente causando que el grupo de soldados perdiera el orden por un momento. Las águilas aprovecharon la situación y abriendo sus garras se llevaron cuatro almas desafortunadas que fueron devoradas en el cielo.

— Hechiceros, formen un grupo para tratar a esas águilas con aquellos que dominen las magias de hielo y ralentización.
Siguiendo las órdenes de los superiores, un grupo de hechiceros realentizaron a las cuatro águilas cantando cientos de hechizos sobre ellas. Cada vez que un águila sostenía a un soldado entre sus garras, cientos de flechas  atravesaron sus defensas obligándola a retirarse al cielo.