Roto

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Lon estaba sentado en su lugar a un costado del gran trono de su señor, habían pasado unas cuantas tas horas apenas y en si no se sentía cómodo estando en ese lugar que tenía tantos recuerdos ácidos blancos o rojos. Aún cuando Tlaloc lo dejo a cargo muchos otros hubieran reclamado el trono de mayor tamaño como suyo, sabiendo eso el hombre entendía completamente al Dios y no le contradecía en prácticamente nada que fuera mayor a él y tratando de temas de Dioses todo era más grande que el.

Mientras estaba a cargo a los ahuízotls más novatos les pareció un insulto por parte de su Dios que sea uno de los mismos quien de las condenas temporales, si aquel azabache era de la confianza de Tlaloc ¿por que ellos no? Se preguntaban en regañadientes.

Cuando había pasado el primer día y era la hora de ir a dormir Lon solo bajo de su puesto como jefe momentáneo del sitio para ir a su antigua habitación, más cabe mencionar que está ya estaba ocupada por otro de su raza más pequeño, cabello castaño, un arete en la oreja derecha y una notoria marca en sus piernas. El joven Ahuízotl ya estaba sumido en un profundo sueño cuando Lon había mirado el lugar, solamente escucho la puerta cerrarse dando fuera a Lon quien no tenía idea donde pasar la noche.

Tras una corta meditación decidió ir con una almohada y acomodarla en el trono de su amo que era lo suficientemente grande para quedar estirado y poco más.

Estaba en parte molesto y cansado, le molestaban las miradas del resto de su especie, hace años que no sentía ese repudio de otros por el mismo del que se alejó de todos trabajando únicamente un mes al año lejos de todos. Le enfermaban esas caras nuevas llenas de egos elevados al ser elegidos voluntariamente por el Tlaloc envés de ser regalados al mismo, esa soberbia le era repulsiva. Por el otro lado no estaba acostumbrado a estar todo el día en un duro trono decorado con turquesas, su espalda se sentía horrible, únicamente quedaban unos pocos subordinados yendo de la cocina abierta a sus dormitorios y algunos otros que regresaban de cazar y recolectar almas y tejido blando.

Hasta cierto punto era denigrante es simple hecho de dormir en un sitio público del palacio perteneciente a un Dios y más a uno tan vital como lo es Tlaloc, el hombre únicamente solo se repetía en la mente lo cuento le era imposible indiferente su propia raza.

Pensaba en aquel joven guerrero y jugador de pelota campeón de su pueblo, sentía en el como parte de él se estrujaba, odiaba decirlo pero él solo pensar en ese joven le hacía poner una sonrisa en su rostro y lo sabía muy bien...

-Lon...-

Escucho una voz conocida a un lado suyo.

-¡Hey! ¿en verdad te sientes así?-

Seguía hablando esa persona

-Te entiendo perfectamente... A mi también me sucede-

Ya no pudo contenerse y giro la vista al lugar donde esa voy hablaba, no era capaz de asimilar lo que veía... Era Zak recostado a un lado suyo boca abajo recargando su rostro en sus manos mientras sonreía tímidamente. -Deberías estar en el resinto ahora mismo, no deben notar...- fue interrumpido por el otro -¿notar las marcas que dejaste en mi? ¿notar el como aparentemente te pertenezco? Tranquilo... Solo quería estar más seria de ti durante un momento pero si te molesta partiré ahora mismo- dijo decaído e inconforme con el trato recibido.

Cuando Zak estaba por levantarse para disculparse y salir Lon lo toma del brazo habiendo que levante un poco la mirada a ver a este. -no era mi intención en ningún momento humillarte de esa manera- soltó el hombre mirando directo a la cara del joven con obvio arrepentimiento -jugaba contigo- respondió Zak sonriendo para con su mano izquierda dejarla en el rostro del otro. Lon se estremeció un poco al escuchar ese tono seductor en el menor quien después de eso junto sus labios sin un solo aviso, está vez Lon correspondió al primer intento tratando de seguir el paso de su acompañante.

Sacrificio De Oro |•Zalon/Lonak•| Sendokai AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora