Día 1: Castigo (Mikellino)

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Un nuevo día llegaba para Mike, para Trollino era repetir la misma rutina de todos los días, excepto los fines de semana. El can dio un bostezo y se levantó de su cama para luego estirarse, salió de su cuarto para ir directamente al de su dueño. Tan solo se abrió un poco la puerta entro como pudo y salto a la gran cama donde estaba recién despertado un azabache.

Un gruñido se hizo presente debajo de las sábanas. -Buenos días Trolli- dijo emocionado Mike mientras sacaba la lengua como todo perro. -Ya es hora de levantarse que tengo hambre- se sobaba la panza en señal de hambre. A Trollino no le quedó de otra y retiro las sábanas que tapaban su cara, tallo sus ojos celestes para aclarar su vista entre nublada por la luz, tomo a Mike entre brazos sabiendo que Mike y él no compartían neurona, bueno algunas veces pasa.

Saliendo del cuarto con Mike en sus brazos y llendo a la cocina finalmente dejo al can en el suelo para preparar su café de todas las mañanas, y casi noches. Mike se ponía impaciente con su desayuno que daba pequeños saltos de desesperación.

-Escucha Mike, ve a la sala y espera ahí ¿de acuerdo?- el perro movió su cabeza en señal de aceptación, tanto que sus orejas también lo hicieron.

Y entonces lo hizo, fue al sillón a sentarse pero... -¡Trolli! ¿Falta mucho?-.

-Que pesao, ¡no!- fue suficiente para calmar un poco al can, a menos que...

-¿Y ahora?-

No recibió respuesta.

-¿Trolli?-

-¡¿Que?!- la pregunta del nombrado se escuchó más fuerte que la del contrario.

Ahora fue el azabache el que no recibió respuesta. Mike mejor se quedó callado.

Trollino dio un suspiro cansado y ya con su café listo lo dejo en la mesa del comedor junto a unas galletas. Volvió a la cocina pero esta vez para tomar un plato con cereal y dejárselo donde estaba Mike.

Pero antes de sentarse había recordado algo, olvidó su móvil en su propia habitación. De nuevo fue al cuarto dejando al can solo.

Mike aprovechando esto se subió a la mesa para ir a una de las puertas de la alacena y sacar un chocolate escondido, y como es típico de el le dio un beso al chocolate antes de devorarlo.

Al estar distraído mientras volvía a su lugar no se dio cuenta de la existencia de la taza de Trollino y al dar un paso la taza salió volando por menos de un segundo. En la casa solo se escuchó como si un vidrio se rompiera pero Mike veía como la taza se rompía en unos cuantos pedazos y el café se esparcía por el suelo.

Definitivamente Mike estaba muerto, muerto con M mayúscula.

Dejo de estar paralizado al escuchar unos pasos viniendo a la cocina, comió el chocolate con la envoltura, bajo lo más rápido de la mesa para recoger los trozos del vaso. Por desgracia, Mike al tratar de tomar los trozos rápido pero con cuidado se cortó un dedo con un pedazo de la taza, vaya mañana está teniendo.

Pero no era tiempo de limpiarse la herida, escondió los trozos detrás al ver pasar a su dueño con su móvil en manos. -Trolli tengo que hacer algo, no tardo- el azabache quedó confundido pues su mascota había hablado tan rápido que no lo había escuchado bien.

Mike había ido lo más rápido que pudo a su habitación cerrando la puerta. Trollino al entrar a la cocina había algo que no cuadraba, faltaba su café. Entonces sintió algo húmedo y caliente en su pie, también había un trozo de su taza que por suerte no piso pero si vio. Pensó que los trozos los había escondido debajo de la alfombra y había escapado a su habitación, no tuvo más preguntas y fue rápidamente a la habitación de Mike, solo el debía de haber echo tal cosa.

-¡Mike!- abrió la puerta de golpe encontrándose al can con una mirada nerviosa y entre pálida, más pálida que sus propias pupilas. -¡¿Que fue lo que hiciste con mi taza?!-.

Mike se la estaba pensando, decir la verdad y recibir su merecido o mentir pero sería descubierto, ambas opciones no tenían un bonito final.

-¿Guau?-.

Trollino aún teniendo su mirada asesina decidió hablar seriamente con su mascota, de todas formas no hay nadie más que estuviera en casa.

-¡Mike, estás castigado! ¡No tendrás chocolate por un mes!- y dio media vuelta para volver a desayunar en paz.

-¡¿Que?! Trolli no puedes hacerme esto- su dueño se detuvo en seco y le dio una última mirada antes de salir de la habitación.

-Ya lo hice. Recuerda, un mes sin chocolate-. Y salió dejando solo a Mike.

Mike de repente sintió un ardor en su dedo, de los nervios ni siquiera le había hecho caso a su herida, pero siguió ignorando la para sacar de un cajón todo aquel objeto que servía para pegar cosas; pegamento, cinta y unas banditas.

Por un lado Trollino que estaba furioso decidió limpiar el café derramado. Vio una mancha que no era del café, tenía un color carmesí, al notar lo que era dio un suspiro para dejar de limpiar, saco un pequeño botiquín de primeros auxilios e ir de nuevo a la habitación de Mike. Aún seguía pensando en lo que habría hecho con los trozos, guardarlos en una bolsa y enterrarlo en el jardín, tirarlos a la basura o incluso quemarlos.

Antes de siquiera tomar la manija escucho unos sollozos, pensaba que le había afectado el castigo pero después escucho un quejido. -No puede ser, falta un trozo, debí olvidarlo en la cocina. Trolli va a odiarme para siempre-. ¿Odiarlo? ¿A qué se refería? Tomo la manija con cuidado y sin hacer ruido entro y vio una escena que lo dejo algo roto; Mike con unas cuantas cortadas en ambas manos mientras lloraba por aguantar el dolor, todo por armar de nuevo la taza favorita de Trollino.

-¡¿Tro-Trollino?!- las lágrimas no se hicieron esperar y salieron sin control alguno. -¡¿Que haces a-aqui?!-.

Dejo el botiquín en la cama y abrazo a Mike sin decir nada más. -Lo siento- le esparció besos en su frente. Al haber atendido las manos también plantó besos en todas las palmas de las manos.

La mañana transcurrió con un Mike siendo consolado por Trollino dándole el desayuno. El castigo fue anulado.

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