CAPITULO 8

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El tiempo no perdona... y provoca cambios tan bruscos que muchos no están preparados para estos.

Una de esas personas era Naruto.

Y no era para menos, después de todo habían pasado cinco años desde que dejó esa casa... esa casa en la que pasó sus momentos más felices.

El haberlo hecho y el recordarlo le dolía demasiado.

Extrañaba tanto ese lugar...

La comida que preparaba la persona que lo criaba como si fuera su propio hijo...

Las historias de aquel hombre que respetaba, admiraba y veía como su padre...

Las tardes que pasaba con Itachi, el cual sin importar que fuera mucho mayor que él, no se frenaba en jugar con él.

Pero a quien más extrañaba era a... Sasuke.

No importaba cuanto intentaba quitárselo de la cabeza, todos esos momentos que vivieron, aquellas discusiones sin sentido que tuvieron, las travesuras que hicieron...

Una sonrisa se posó en el rostro del pequeño rubio.

Se inclinó levemente, y apoyó sus codos sobre sus rodillas mientras contemplaba el atardecer y una suave brisa golpeaba su rostro.

Recuerdos que siempre terminaban en travesuras e aquellos dos niños.

Travesuras que siempre fueron idea del rubio y a la final terminaba arrastrando a su azabache amigo, y sin importar que éste le advertía de las posibles consecuencias igualmente le seguía el juego.

Naruto siempre había poseído una habilidad para persuadir a los que le rodeaban, y no dudaba en usarla en su amigo.

Y tal como preveía Sasuke, se metían en problemas, algunos más serios que otros, para finalmente recibir un sermón de Fugaku e Itachi.

Sentía como su pecho se oprimía con solo recordar aquellas escenas...

Y sobre todo la última travesura que habían hecho...

.

.

Se trataba de una común y tranquila mañana de otoño.

Naruto y Sasuke se encontraban paseando por la pequeña aldea en la que vivían, cuando de repente se toparon con unos botes de pintura abiertos, como siempre Naruto haló de Sasuke hacia ellos y se preguntaron a quien le pertenecían, ya que por más que buscaban, no podían encontrar a nadie a su alrededor.

—Mejor vámonos Naruto, ya será la hora de almorzar —Sasuke fue el primero en hablar, tenía un mal presentimiento, pero Naruto estaba más centrado en la pintura y no respondió, y después de unos segundos el grito de su compañero lo paralizó —¡Hey Usuratonkachi! Te dije que nos vayamos, sabes cómo se pone mi mamá cuando no llegamos a tiempo.

Y aunque tuviera razón, ver a Mikoto enojada era muy raro, pero cuando lo estaba nadie se salvaba, ni siquiera el patriarca de los Uchiha podía tranquilizarla.

Sin embargo, la manera en la que lo llamó no le había gustado para nada y una inquietante sonrisa se clavó en su rostro.

Naruto tomó uno de los botes, el más pequeño de todos y aventó parte del contenido sobre Sasuke, para después soltar una estruendosa carcajada.

Por su parte, Sasuke se había quedado perplejo, pero esa perplejidad iba desapareciendo poco a poco, dejando en sus ojos la ira.

Naruto seguía en su propio mundo, se doblaba en dos mientras trataba de parar la risa, pero no podía, y unos segundos después el que estaba empapado en pintura era Naruto.

LUNA DE SANGRE (SASUNARU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora