Epílogo

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Día de San Valentín, un año después...


Ari escuchó que la puerta se cerró y corrió para quitarse la ropa y meterse en la cama. Abriendo su laptop, inició su sitio de porno favorito y comenzó a desplazarse a través de las imágenes de vista previa.

Había estado duro para Temo en la mayor parte del día, pero su novio estaba inconsciente de aquello. A veces eso era una bendición y a veces una maldición. Si Temo se diera cuenta, podría sentirse obligado a hacer algo al respecto, y Ari podría decir él estaba concentrado en otras cosas. Así que era mejor evitar una escena cuando sabia que su novio estaba distraído.

Temo pasó medio día platicándole sobre los planes para su fiesta de anti-valentín y la otra mitad estuvo repitiendo lo mismo a Meli por teléfono. Ari notó que la planificación de la fiesta estaba mas enfocada en el comercialismo de la fecha, en lugar del romance en sí. Ari tomó eso como una buena señal.

Ari prefería tener a Temo que el video porno, pero seguía contento de haber tomado la decisión correcta hace un año.

Dio clic en el icono de play y miró las imágenes en la pantalla. Acaricio su pene al mismo tiempo, pero no era suficiente. Ver al chico en la pantalla ser atrapado usando un gran dildo le hizo desear algo más, a pesar de que tenía muy poco tiempo para ello. Temo había corrido a la tienda a recoger algunas cosas para la fiesta, pero no tardaría.

Con un sonido de frustración, se deslizó por la caja de juguetes. Agarrando lubricante y un consolador, y se puso a trabajar en su preparación.

Justo cuando deslizó la punta, oyó una voz sorprendida desde la puerta. Levantó la vista para ver a Temo mirándole fijamente, con los ojos abiertos.

—A la mierda.

—¡Temo! Tú... pensé, um, mierda, lo siento.

Ari empezó a retirarse, pero la voz de Temo lo hizo detenerse—. ¡No te muevas!

Estaba tan acostumbrado a seguir todas las peticiones de Temo en la cama que obedeció sin pensar, hundiéndose de nuevo entre las almohadas, El consolador aun en su mano presionando en su culo, pero muy apenas, y le dolía sacarlo o meterlo.

—Olvidé mi teléfono, —dijo Temo, sonando como si fuera una disculpa.

Dios, esto es vergonzoso.

—Perdón. —Ari repitió, aunque no estaba seguro de por qué seguia disculpándose. Todos se masturban, incluso Temo. Hicieron muchos trabajos manuales en esta casa, y han estado en sequia durante mucho tiempo. Pero de alguna manera ver porno y follarse a sí mismo con un consolador se sentía diferente.

—Sé que ha pasado un buen tiempo. —dijo Temo, con una sonrisa culpable.

—Está bien, bebé. Siempre.

Los ojos de Temo se fijaron en su cuerpo, y sintió como una descarga se abría paso sobre su piel.

—¿Puedo tomarte una foto? —Temo preguntó.

—¿Qué?

Temo le había tomado fotografías un par de veces antes, pero nunca nada comprometedor. Ari se había dado cuenta de que era solo una parte de la vida con un novio fotógrafo, y había dado su consentimiento fácilmente. Pero esto era diferente. Estaba completamente expuesto, desnudo con las piernas abiertas y un consolador presionando contra su agujero.

—No la compartiré con nadie, y lo sabes. —Dijo Temo, que ya estaba yendo hacia la silla donde estaba la bolsa de su cámara. Ari miró en su estado de shock mientras Temo sacaba su Nikon, ajustando el lente en un buen ángulo y se giraba, levantando el visor hacia su ojo.

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