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Temo tenía el ojo en el visor de la cámara cuando el rostro agrandado de Meli apareció frente a él. Retrocedió del trípode, sorprendido por los grandes poros que invadieron su campo de visión.

—¡Mierda, Meli! Al menos podrías advertirme.

Ella se rió—. ¿Qué pasa con mi piel?

—Es tiempo de hacer un facial. —respondió, inexpresivo.

Ella hizo un puchero—. Solo si vas conmigo. ¡Podríamos hacernos la manicura! ¿Qué dices? ¿En sábado por la tarde?

Temo había terminado de ajustar todo para el photoshoot, las luces y la cámara estaba en las configuraciones correctas para que cuando su cliente entre, solo haría clics en algunos botones y centrarse en obtener una sonrisa decente. Así que se alejó de la cámara y llevó a Meli a la sala de descanso. Le vendría muy bien una taza de café antes de empezar.

Temo siempre amó la fotografía. Amaba poder alejarse de todo a través del trabajo. Pero odiaba hacer fotografía escénica, que es deprimente, pero era la única forma de pagar sus cuentas.

Ha estado trabajando en el departamento de marketing de la universidad por 4 meses. Ahí fue donde conoció a Meli, —ella trabajaba como redactor y Temo cubría el área de la fotografía y diseño gráfico— así que no era tan malo. Temo se iría en cuanto pudiera tomar fotografías más artísticas. Esperaba algún día hacer una colección que fuera lo suficientemente buena para exhibir, pero aún no estaba ahí.

—Estoy pensando en tener planes este sábado. —dijo.

—Dime.

Se encogió de hombros, peleando contra un inadvertido sonrojo—. Estaba pensando en invitar a Ari al cine.

Meli chilló, haciéndolo temblar—. ¿Están saliendo? ¿Por qué no me lo dijiste?

—¡No! —dijo, sacudiendo la cabeza. Entonces frunció el ceño—. Al menos, no lo creo. Hemos estado saliendo como amigos, pero es confuso.

—¿Cómo es confuso? —Meli preguntó.

Sacó una taza y sirvió café en ella sin preguntar, solo para poder hacer algo. También para evitar el contacto visual.

—Simplemente congeniamos. —dijo—. Nos mandamos muchos mensajes todos los días. Ari me manda canciones pop cursis para molestarme, y le doy sermones sobre cómo vivimos en un mundo codicioso y corporativo.

Meli lo miró—. Eso suena... bien. —ella sacudió la cabeza—. Nop. Eso suena raro. No puedo mentir. Eso suena realmente raro.

Temo se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa en los labios. Amaba sus intercambios de mensajes. Argumentaban sobre cualquier cosa, como lo hicieron en la fiesta, pero sin malicia. Era divertido.

Meli movió una mano—. Okay, ¿qué más? Tienes una mirada soñadora justo ahora.

—Coqueteamos mucho. —admitió—. Pero Ari sabe sobre mí. Así que no estamos saliendo. No estoy seguro de que quiera una relación así. Pero se siente como si estuviéramos saliendo. Hemos tenido momentos en que olvido que no estoy en una cita. ¿Tiene sentido?

—Wow. Claro que lo tiene. ¿Ya se lo dijiste? —Meli aceptó la taza que le estaba dando, pero no bebió. En lugar, ella lo observaba demasiado cerca sobre el borde de la taza—. No ha hecho nada que te incomode, ¿lo hizo?

Temo sacudió su cabeza, deseando poder transmitir la información sin tener que hablar de ello. Al final, lo hizo simple.

—Lo sabe porque yo se lo dije. Se lo dije en la noche de la fiesta, en realidad. Estábamos hablando sobre nuestra opinión sobre el amor y el romance, y solo vino. Así que, puedes ver por qué él quiso ser solo amigos.

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