CAPÍTULO 5

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El coche de MinHo estaba esperando.

—A casa —le dijo a su chofer, y luego apretó un botón y la pantalla de privacidad se deslizó en su lugar, encerrándolos en un universo oscuro y privado.

MinHo vio la duda brillando en los ojos de TaeMin. Sólo había una manera de resolver esa duda. Lo tomó en sus brazos, lo atrajo a su regazo y le besó los párpados, la garganta, la boca y se prometió que no iba a hacer nada más hasta que estuvieran a la cama. Pero ¿cómo podía abstenerse de acariciar la piel descubierto entre sus hombros y mordisquearlo para ver cuán sensible es ahí? ¿Cómo no iba deslizar su mano bajo su camisa? Su piel estaba caliente y sedosa y cuando rozó suavemente con los dedos su parte intima, Tae gimió en su boca y se estremeció.

Él sintió que su corazón se estremecía, también.

El tráfico era ligero a esta hora, por lo que el recorrido fue misericordiosamente breve. El viaje en el ascensor privado parecía interminable. Tómalo ahora, le dijo el ritmo urgente de su sangre, pero una parte aún funcional de su cerebro le recordó que sólo tenían esta noche y que se merecía todo lo que pudiera darle. Así que lo tomó por la espalda, lo besó, susurrándole, diciéndole lo hermoso que era, lo mucho que la deseaba hasta que, al fin, estuvieron en su ático.

La suave luminosidad de la luna entraba a través de la pared de vidrio en la sala de estar, proyectando su luz sobre la cara de TaeMin. MinHo lo tomó por los hombros, le deslizó las manos por los brazos hasta su muñeca, luego le alzó las manos y se las llevó a los labios, besándole las palmas.

—Mi hermoso TaeMin —dijo en voz baja.

TaeMin estaba temblando. Nunca se había sentido así antes, como si el tiempo hubiera parado, como si el universo estuviera inmóvil, todo esperando..., esperando ver qué sucedería a continuación.

—MinHo. —Su voz era temblorosa—. Tengo que decirte...

—No tienes que decirlo, mi amor. Sé que no haces este tipo de cosas. Conocer a un hombre e irte a su casa.

—Sí. Pero hay más. Deberías saber...

—Lo sé —dijo, y lo besó y lo cogió entre sus brazos, llevándolo a su dormitorio.

A partir de ese instante, nada más importaba.

El cuerpo de él besó el de Tae mientras la bajaba lentamente hasta ponerlo de pie. Dios, la sensación de todos esos músculos duros, su calor, el latido constante de su corazón...

El placer se extendió por el doncel que conoció esta noche.

Esto estaba bien, era un momento sacado del tiempo y espacio que TaeMin habría de valorar para siempre.

MinHo se quitó la chaqueta y la corbata. Cayeron al suelo, pero sus ojos no se apartaron de los suyos. ¿Fue TaeMin el que hizo el siguiente movimiento? Respirando profundamente, llevó una mano hacia su pecho, hacia el primer botón de su camisa.

MinHo lo detuvo.

—Quiero desnudarte.

Su voz era grave y urgente e increíblemente sexy. Se puso detrás de él y cuando sintió el roce de sus manos en su pecho, el dobló en ángulo su cabeza, tomo los mechones largos que estaban en su frente y lo hizo a un lado. Él gimió suavemente y le mordisqueó la piel de la nuca.

—TaeMin —dijo. Sólo eso, pero nunca antes había oído su nombre dicho de esa manera. Podía sentir que sus huesos se disolvían.

Poco a poco, le fue desabotonando. La tela sedosa se sentía fresca contra su piel mientras se iba descubriendo su pecho. MinHo tomo la camisa y lo fue bajando lentamente por su torso hasta dejarlo caer al suelo. Luego fue por su pantalón, desabrochando la correa negra y desabotonando el único botón de su prenda inferior. MinHo le tendió la mano y él dio un paso al costado para quitarse sus zapatos, y de este modo que le quite su pantalón con sus largas manos. Esta vez él lo cargo y de un movimiento con sus piernas se deshizo de sus pantalones. Ahora todo lo que llevaba era lo que hacía juego con la vestimenta que llevaba antes. Un bóxer de color negro con delicados toques de blanco.

MinHo lo volvió hacia él y la mirada de su rostro lo dejó sin aliento.

—MinHo —susurró inseguro, y él la tomó en sus brazos y lo besó, y ahí supo, oh sí, supo con certeza que esto era lo que había estado esperando. Este momento, y este hombre.

Él lo desnudó con exquisito cuidado. Su prenda masculina. Tocándolo con el mismo cuidado, acerco sus dedos a su pecho, tocando y masajeando sus pezones, y con sólo eso lo hizo gritar.

—Eres tan hermoso —le susurró—. Tan hermoso, mi amor.

Lo levantó en sus brazos y lo llevó a la cama, cayendo a su lado. Estaba desnudo ahora, y él todavía seguía vestido. El contraste era sorprendentemente erótico. Lo exploró con parsimonia, tocando sus pezones, besándolos, mirando su cara cuando cobraron vida bajo el toque de sus manos. La besaba, la acariciaba. Su pecho, el vientre...

Los rizos dorados en la juntura de sus muslos.

Su cabeza cayó hacia atrás sobre las almohadas y un gemido salió de su garganta.

—¿Qué? —dijo él con voz ronca—. Dime ¿Quieres más?

Sus dedos volvieron a rozarlo, demorándose. TaeMin susurró su nombre y se arqueó hacia él.

—Dime —insistió él.

—A ti, MinHo —sollozó—. Te deseo.

Él le capturó la boca con la suya y mientras lo acariciaba, acerco uno de sus dedos a su orificio anal, estirándolo y aumentando un dedo más, movió sus dedos en forma de tijera. Cuando aumento un dedo más, él se rompió en una explosión de mil pedazos de cristal.

Su grito y la forma en que sus ojos se cegaron con la liberación de su pasión, casi lo deshizo. Ahora, pensó, y se quitó los zapatos y la ropa, y demoró un minuto demasiado largo cubriéndose con un condón.

—TaeMin —dijo con fiereza, y luego se arrodilló entre sus muslos y entró en él, no lentamente como se había prometido que haría, sino con un largo, profundo y duro empuje. Tae volvió a gritar y por un momento interminable MinHo congeló.

—MinHo —susurró Tae levantando las caderas.

Él no pudo contenerse, no pudo parar. Lo besó, moviéndose en su interior. Tae nuevamente tuvo un orgasmo, volando en el corazón del universo junto a él, mientras tomaba lo que nunca antes había tomado de nadie.

Su virginidad.

El Amante del Príncipe (2Min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora