Capítulo Dos: Entrenando

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Tobirama suspiró al sentir el frío metal rozar su mejilla, justo un poco debajo de la segunda marca rojiza de su mejilla. No estaba enojado por haber perdido, un poco tal vez, pero cuando vio el pequeño gesto de victoria por parte de Izuna, pensó en lo adorable que era. Admitió su derrota con una sonrisa, restándole importancia encogiendo sus hombros y fue cuando sintió la cálida mano del Uchiha en su mejilla. Tobirama sintió como sus células sanaban ante el recorrido del pulgar ajeno y luego una suave presión en su mejilla.

—Lo siento, no fue mi intención herirte.

—¿A esto llamas una herida? —rio suave el Senju, apartando cuidadosamente la mano ajena con la excusa de—, tu mano está sucia —solo para luego entrelazar sus dedos con cuidado.

—Es que los viejos son más propensos a- ¡auch! —quejó el Uchiha, abultando sus mejillas en modo de queja cuando Tobirama jaló su nariz sin delicadeza.

—Enano liliputiense, sabes que odio que me llames así —reclamó el Senju, intentando mantener su rostro lo más serio posible al notar lo cerca que estaban, pero su respiración acelerada por el ejercicio físico no se relajó cuando sus pechos casi rozaron con la repentina cercanía del Uchiha.

Es hermoso. Tobirama pensaba cada vez que miraba a Izuna, pero no lo admitiría. Sin duda, Izuna era hermoso, sus oscuros ojos resaltaban de su piel clara junto con esos bonitos y rosados labios, labios que a Tobirama no le molestaría besar. Su largo cabello por una tradición familiar siempre estaba desordenado, sin importar cuanto Tobirama lo peinará o trenzará. Su figura esbelta junto con su estatura un poco menor que el promedio hacía que la mirada del Senju se fijara en él por un largo rato mientras leía algún libro; no lo miraba con perversión, Tobirama solo lo admiraba de la misma manera en la que Izuna admiraba sus flores favoritas.

—Mi hermano dijo que iba a darme el terreno de su jardín para plantar más crisantemos el próximo año —comentó Izuna con una sonrisa emocionada, Tobirama no pudo evitar emitir una sonrisa leve, regresando a la realidad. Guardó su katana en el estuche para posteriormente dejarlos sobre una mesa redonda de concreto junto a la de Izuna.

—No creo que puedas plantar ahí.

—¿Por qué no Tobaka?

—Porque ese terreno está maldito.

—¿Huh? —su expresión totalmente confundida enterneció a Tobirama. 

—Se dice que un lugar absorbe al aura de su alrededor —comentó el Senju, mirando atento como a los ojos del Uchiha expandirse con interés—, los altares son un perfecto ejemplo; tienen un aura pura porque la gente acude a ellos le dan esa aura inocente con sus rezos.

—Ujúm pero... ¿Qué tiene eso que ver con plantar crisantemos?

—Que el jardín de Madara debe estar tan intoxicado por la actitud de su dueño que no podrás crecer ni una sola papa en su asquerosa tierra.

—¡Escuche eso, imbécil! 

Flor Plateada | TobiIzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora