Te x estoy x perdiendo.

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Una semana después de la internación del rubio en el hospital, su salud no iba mejor. La tensión de no saber de su hijo, estaba causándole graves problemas en su embarazo, pero por más que su esposo intentaba hacerlo entrar en razón, nada lograba mejorar la situación.

Por otra parte Leorio no estaba mejor que su esposo, el hombre prácticamente no dormía y comía muy poco, se la pasaba culpándose de la desaparición de su hijo y hacia ya dos días que había comenzado a dormir en la habitación de huéspedes, su esposo lo había sacado de la habitación matrimonial, tras una pelea.

Killua se sentía solo, toda la su vida había compartido con Gon, eran inseparables y ahora sin él, el niño no sabía que hacer, además las constantes peleas de sus padres lo dejaban peor. Su única compañía era su tía Sinritsu, una mujer de voz calma y paciencia inigualable.

- Papá y mamá se volvieron a pelear - decía Killua mirando a la mujer, como esperando una explicación a todo lo que pasaba en su entorno

- Es difícil para ellos todo esto -

- Pero debemos estar juntos, somos una familia - dice el chico

- Pero a veces las familias se rompen -

- ¡No! a mi familia no le pasará eso - dice el chico y sale corriendo hasta la habitación de su madre

Kurapika estaba al teléfono, su voz estaba llena de angustia, pero lo que más llamo la atención del niño, fue que su madre estaba acordando juntarse con alguien.

- Mamá ¿Dónde vas? -

- No te entrometas, son cosas de adultos - fue su fría respuesta - Ahora sal de aquí y ponte a estudiar -

Killua salio corriendo de regreso a su habitación donde su tía lo esperaba, el chico busco refugio en los cortos brazos de la mujer.

En tanto Kurapika había ido a reunirse con un hombre, su nombre era Kuroro Lucifer, aunque ese no era su nombre real, el hombre se dedicaba a la adivinación, y según lo que le había dicho a Kurapika, él había visto a su hijo en sueños. El rubio se acerco a la mesa donde estaba el adivino, no se habían visto nunca en persona, pero nadie normal vestiría de esa manera, con un abrigo largo con la cruz de San Pedro en su espalda y pulcramente peinado, el rubio sintió escalofríos al verlo he instintivamente puso su mano sobre su vientre de ya casi cuatro meses, no se notaba, pero él sentía la vida de su hijo en su interior. Se acercó lentamente y el hombre se volteo, Kurapika se sorprendió de ver que el hombre, era muy atractivo, aunque también algo terrorífico, quizás esa cruz tatuada en su frente le hacia ver de ese modo.

- Tome asiento, señor Paladiknight - dice el hombre poniéndose de pie - Debe cuidarse en su estado -

- ¿Mi estado? - dice sin entender como ese hombre sabía de su bebé nonato

- Lo siento, puede que no me crea, pero puedo sentir su aura - Y acercándose al rubio - No sienta miedo, yo solo quiero ayudarle. Sé que sufre y sé que yo puedo ayudarlo -

- No siento miedo - respondió Kurapika una vez que pudo controlar sus nervios y tomó asiento - Le agradezco que me haya contactado, pero ¿Quién le dio mi número telefónico? -

- Nadie, mis dedos solamente lo supieron - luego de un largo silencio - Desde niño tengo estos poderes. No voy a negar que los odie por mucho tiempo, pero ahora que ya soy un hombre me doy cuenta que puedo usarlos para ayudar a personas como usted. Gon esta vivo -

Kurapika se estremeció al escuchar esas palabras, su hijo estaba con vida, pero eso no le quitaba todo el dolor que sentía, quizás su hijo estaba siendo sometido a dolor, torturas y la depravación de ese hombre.

Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora