Prologo

67 6 0
                                    


Prologo

La bóveda de su madre era el secreto a voces mejor protegido por la familia, se decía que dentro se ocultaban artefactos y hechizos tan poderosos que la gran bruja no se atrevía a guardar en su propia casa, y estaban en lo cierto, la magia que contenía era tan poderosa e impredecible que su madre ocultaba la bóveda en la propiedad pero lejos en el encierro del bosque, aun conociendo esto Felicia siempre se sintió acogida en ese lugar, alejado, silencioso, con un millar de libros por estudiar, era el escondite perfecto para cuando las excentricidades de su familia lograban abrumarla, lo que daría porque este fuera uno mas de esos escapes.

Su madre había colocado embrujos de sangre no solo en las cercanías para proteger la bóveda sino también dentro en los que consideraba los artefactos mas peligrosos o que ni siquiera ella lograba entender del todo, una mesita de té grabada era su principal interés, se encontraba adornando una pequeña estancia en el fondo de la bóveda junto a una enorme chimenea que siempre se mantenía encendida aun cuando nadie se ocupaba de atizar el fuego. La mesita en si no era importante, sino los grabados en la superficie, hacia años sus tías la habían hecho estudiarlos, decían era un mapa que mostraba todos los mundos creados con magia en la existencia, mundos a los que las brujas de su familia podrían ir si procuraban los encantamientos adecuados, el como llego ese mapa a la bóveda no era una sorpresa, casi todo en ella había sido robado por su madre en los años en que su juventud le permitió vagar por todos esos mundos, habían sido siglos de expediciones y los tesoros de la bóveda se presumían como la recompensa.

Llego junto a la mesa, a pesar de parecer insignificante permanecía solemne en su lugar junto a la chimenea, ahí rodeada por cajoneras desbordadas de artilugios raros, libros de hechicería e incluso cristales, esa pequeña mesa reclamaba la atención apenas entrabas en la estancia. Felicia observo como los grabados se extendían por la superficie de madera y granito, desde su centro hasta las orillas parecían imitar el diámetro de una telaraña, así también los grabados simulaban entretejerse unos con otros, y es que según su familia todos los mundos eran en realidad como un gran telar, todos estaban conectados de una u otra forma, decían que incluso no eran necesarios los hechizos de invocación para abrir portales que les permitieran saltar de un mundo a otro, aunque eso nunca lo había comprobado por si misma, sabia que su madre si.

Los encantamientos de sangre que su madre usaba para proteger la bóveda no trabajarían en ella como en los demás, mas que para defender, su madre hacia magia para lastimar, cualquiera que tuviera la osadía de robarle fuera o no su sangre merecía ser castigado, pero a la Gran Bruja le gustaba perpetuar la elegancia de los conjuros antiguos y su magia era proporcional a eso que elegía embrujar, siendo ese mapa una de sus posesiones mas preciadas ahí abajo, era de esperar que el encantamiento para contenerlo fuera invasivo y violento.

Felicia observo los grabados con detenimiento, inhalo despacio dejando que el aire que los rodeaba entraba a sus pulmones y trajera consigo la magia de ese grabado, ya que el conjuro de protección era magia creada con su propia sangre un daño causado por ella seria irreparable, no podías defenderte de ti mismo, pero por fortuna para Felicia había una segunda opción.

Todos los artículos mágicos o que absorbían magia desarrollaban cierta voluntad, por ello para brujas de bajo linaje era difícil usar artefactos mágicos poderosos, ya que a mayor poder mas grande seria la voluntad de esos artefactos y si ellos no deseaban servirte no lograrías usar su poder aunque supieras como. Los artefactos mágicos eran caprichosos y celosos de la magia que albergaban, constantemente, se oponían a ser manejados. Para brujas poderosas y experimentadas como su madre la voluntad que ejercían esos objetos era mas como un susurro, un ruido suave en el fondo de sus pensamientos que podían elegir ignorar, Felicia que nunca igualaría la fuerza de su madre, había crecido entre artefactos poderosos, instruida por ellos tanto como por su familia con el propósito de aprender a también ignorar esa voluntad, aunque no era lo que ella acostumbraba hacer.

La Llave de los ReinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora