Capítulo 4. El Bosque Perpetuo

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Habían reglas naturales que prevenían el caos en la existencia, todo ser vivo se regia y estaba limitado por ellas, todos menos las brujas y magos, esa raza de seres arrogantes se creía por encima de las leyes de la vida misma, sus talentos eran una gran tentación y aun que existían quienes podían resistir el llamado de ese gran poder, lo cierto era que la mayoría no deseaba respetar sus límites, una prueba de ello era el Bosque Perpetuo.

Shira salió de entre las llamas del portal para encontrarse en el medio de una pequeña arboleda, los cedros que recubrían esa parte del bosque se elevaban hasta cubrir por completo el cielo, las copas siempre vivas danzaban al compas de un suave viento, podía sentir la humedad en el aire, la tierra siempre estaba oscura y fértil, la vegetación y sus habitantes vivos no sucumbían ante los caprichos del padre tiempo, era un lugar muy bello, un mundo compuesto en su totalidad por bosque, no había mares ni desiertos, a veces al adentrarse en el podían encontrar montañas o peñascos, ríos, laderas y claros que parecían extenderse hasta el horizonte solo para volver a desaparecer entre columnas de altos árboles, nadie conocía en realidad su extensión, de verdad un bosque perpetuo y le llamaban Ihocán "tesoro eterno" porque ese mundo había sido creado por brujas para resguardar su tesoro mas preciado, la naturaleza que las viera nacer. En ese mundo no solo existía una gran variedad de vegetación única, también eran albergados minerales y especímenes vivos que en otros reinos ya estaban extintos, un tesoro natural de suministros para brujería, una de las tantas ventajas que les habían otorgado los Balam Umayel de la era oscura, los viajes entre reinos les habían permitido a las brujas recolectar y enriquecer el Ihocán por años antes de que su invocación fuera prohibida, aun así mucho después de haber relegado los Balam Umayel las brujas y magos acordaron que el Ihocán era propiedad comunitaria, todo aquel ente con suficiente talento y conocimiento para poder alcanzar el Bosque Perpetuo merecía disfrutar de sus riquezas, claro solo las casas más antiguas y reconocidas, como la de Xtabay, tendrían dicho conocimiento y poder. Las brujas de todos los reinos, abiertamente, condenaban la magia oscura que se requería para invocar los Balam Umayel y en consecuencia estos se habían prohibido, pero Shira podía estar segura de que aun pregonando su alta moral jamás las vería deshacerse del Ihocán, así como jamás encontraría una familia en todos los reinos que persiguiera a Felicia por su Balam Umayel, no sabiendo a quien pertenecía.

"Hipócritas"

"¿Cómo dices?" Giro para encontrar a Felicia emergiendo junto con Rémora de entre las llamas, la mirada casi ausente de la bruja le tomó por sorpresa.

"Nada"

Shira dio media vuelta y comenzó a caminar segura de que las otras dos pronto la seguirían después de todo quien sino ella podría rastrear a Demirk, el guardián del bosque y su primer prisionero.

...

Rémora observaba como su amo se alejaba entre las altas columnas de árboles, decidió quedarse junto a Felicia porque su amo no se movía lo, suficientemente, rápido como para perderla, además había aprendido que esa bruja era importante para su amo sentía que era su misión cuidarla.

"Que maldito humor, apenas si llegamos"

"Amo está molesto..."

"Molesta" Le señalo la bruja apremiante "Shira es femenino" Rémora miraba a la bruja cerrar el portal de fuego violeta sin terminar de entender a qué venia esa aclaración, por supuesto que sabia que su amo era una dragón hembra, encontraba difícil no notarlo.

"¿Por qué?"

"Porque ¿Qué?" Felicia se dio la vuelta para alcanzarla y comenzar su ascenso por la leve inclinación de la arboleda.

La Llave de los ReinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora