Capítulo 5. La Bruja sin Nombre
"Casi la matan..."
Las palabras de Felicia hacían eco en sus pensamientos no se percato de en que momento sus pasos lo llevaron a estar justo de frente a la bruja quien, como de costumbre, tenia que arquear su cuello para poder verlo a los ojos, aun podía percibir ese inexplicable dolor opacando su mirada, le molestaba... No, su mirada tranquila e inalterable la primera vez que se vieron en la mansión, esa mirada le molestaba, este gesto de dolor opacando sus ojos lo odiaba.
"¿Quién hizo que a Ria?"
"Tu Tevek" Felicia trago con fuerza como si cada palabra la lastimara y así continuo "La llevaron al límite" La bruja no elaboro más, lo tomo por su túnica y lo arrastro tras de si hacia el portal de fuego. El fuego violeta los envolvió, observo los dedos de Felicia aferrándose a sus ropas, guiándolo a través del portal con tan ridícula facilidad.
Tevek recordó el momento cuando colgando ambos del precipicio el dragón lo había llamado bestia, tenía razón, a diferencia de otros Nekrev su lado más salvaje solía permanecer despierto albergado tan cerca de la superficie, sus instintos eran una gran parte de lo que lo volvía el mejor de los guerreros en Mitlake, la bestia podía luchar por días sin descanso, siempre alerta buscando al enemigo, siempre despiadado, así entonces sus instintos eran peligrosos incluso para él, podían apoderarse de Tevek si se permitía bajar la guardia aunque fuera solo por un instante, tal como había pasado en ese peñasco, cuando vio a Felicia lanzarse al vació para salvar al demonio, lo siguiente que recordaba después de ver como la bruja desaparecida tras el horizonte de ese peñasco fue estarla sujetando sobre el vació, su cuerpo había reaccionado antes de entender que lo hacía, y sumado a eso, ahora tampoco comprendía el porqué de todas las libertades que le permitía a esa bruja o porque no sentía deseos de poner un límite.
Tan pronto cruzaron las llamas violetas se encontraron dentro de una enorme arboleda, seguramente, habían saltado hacia otra locación en el bosque, era un desnivel bordeado por sauces y en su centro el más grade de todos con un tronco que se expandía por metros, se requerirían al menos siete personas para poder rodearlo, sus largas ramas caían desde lo mas alto de la copa techando una circunferencia perfecta en todas direcciones, de sus verdes hojas caían gotas de roció, aunque desde donde estaba bajo el resguardo del gran sauce no podía discernir el cielo, lluvia o el resto del bosque. Al frente del sauce hundido entre las gruesas raíces que sobresalían de la tierra, se encontraba una larga fosa y dentro de ella encontró inerte el cuerpo de Ria.
Al ver a su sobrina inconsciente Tevek intento correr en su dirección, pero su cuerpo se sentía pesado y torpe, se acercó trotando y apenas llego hasta esa fosa cayo de rodillas junto a Ria sofocado por el clima húmedo del lugar, el cuerpo de su sobrina se encontraba semi sumergido en el agua más prístina que había visto jamás, parecía cristal líquido, y fue por el prisma que destellaba en la superficie de esa agua que, finalmente, noto las luces. De entre las ramas del gran sauce emergían un millar de pequeñas esferas de luz cálida, iban y venían por todo el lugar sin que nadie las perturbara. Tevek alzo su mano observando como una de esas luces se acercaba a danzar entre sus oscuras garras, pero al cerrar su puño sobre esa pequeña esfera lo que atrapo fue una frágil mano, con símbolos indescifrables tatuados en cada uno de sus largos dedos y que habían empujado la luz lejos de él.
"Son nuestros antepasados, lo que queda de sus almas"
"¿Nuestros?" Su voz se escuchaba jadeante, mucho más débil de lo que Tevek se hubiera permitido demostrar. Felicia alejo su mano de la de él y la descanso sobre su pecho, con su palma extendida hacia su túnica, le recordaba la forma en que hacía no mucho la bruja le había clavado sus pequeñas garras sobre el corazón.
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La Llave de los Reinos
Fantasy...la creación de un Balam Umayel requería de sacrificios innombrables, magia oscura como solo encontrarías en las profundidades del abismo, en el pasado quienes se atrevieron a conjurarlo eran perseguidos sin descanso, las mismas brujas y magos des...