Tres

1.1K 114 32
                                    

—Está violando la ley al amenazarnos de esta forma— El abogado Hong se encontraba en el frente del desastre, mientras trataba de lidiar con el problema.

Los demás inquilinos se resguardaban tras él a la espera de alguna amenaza física.

—Ya cállense. Los compensaremos muy bien—camine lentamente abriéndome paso entre los inquilinos, hasta llegar aquel hombre de largo cabello y traje barato.

—Dicen que nos compensaran pero nos darán una paliza y nos echarán de aquí— me puse detrás del señor Hong, junto con una chica que no había visto entre los inquilinos.

Le sonreí amablemente y le di la oportunidad de resolver el problema al señor Hong, cuando comenzaran a fastidiarme intervendría.

—Esta es una ocasión feliz— uno de los matones dio un paso adelante— ¿Por qué arruinas el clima?— de un momento a otro estuve a nada de caer al suelo con el señor Hong encima, sino fuera por los inquilinos que nos detuvieron ya me estaría quejando de dolor.

Cuándo me sentí estable otra vez, aparte al señor Hong amablemente para encarar al bravucón y sus secuaces. Pero la chica a mi lado se adelanto empujando al bravucón el cual la interrogó.

—¿Quien eres tu?

—Soy su hija y soy la abogada Hong Chayoung del bufete Wusang— tuve que controlar mis expresiones para no mostrarme sorprendida ante tal revelación, Vincenzo no había hecho mención de aquella chica así que supongo que el tampoco sabia de ella.

Decidí que era demasiado y que estos tipos estaban hartándome así que camine con pasos firmes y sofisticados hasta quedar a la altura de la chica.

—Así que, compraron nuestro edificio de manera ilegal— escupí con rabia, mis dientes estaban apretados debido a la ira. Que compraran el edificio solo nos complicaba las cosas.

El hombre de traje barato me miro con burla, sintiéndose superior a mi.

—¿Otra abogada?— preguntó con burla— la plaza es todo un bufete, ¿tenemos otro abogado?¿tal vez tu?— tomo a uno de sus hombres del hombro— ¿también eres abogado?— miro a los hombres detrás de él en busca de apoyo en su mala broma; enseguida recibió risas y elogios exagerados por parte de ellos.

—¿Quien soy, eh?— camine de un extremo a otro, examinando uno a uno lentamente— no soy abogada, soy una mujer enojada porque, ¡acaban de arruinarme la vida!— con mi pequeño bolso de diseñador comencé a golpear al bravucón que se encontraba más cerca— ¡sono degli idioti!— (son unos imbeciles) nadie intervino, ni siquiera cuando el bravucón de poco cabello se encontraba en el suelo, tratando de cubrir su cabeza— ¡Ti prendo a calci in culo!— (voy a patearte el trasero) deje de golpearlo con mi bolso, ya que temía que mi bolso se viera afectado, comenzando a patearlo por todas partes con mis zapatillas.

—¿Está loca?— el "jefe" trato de intervenir al ver a su muchacho demasiado maltratado y humillado,así que trato de acercarse lentamente pero fui más rápida y tome los cabellos de su nuca.

Los inquilinos y demás hombres se encontraban congelados ante mi reacción, ya que en ningún momento deje de proporcionarle golpes con mi pie al hombre en el suelo aun teniendo a el "jefe" tomado de la nuca con la mano derecha y con mi mano libre mi bolso.

¡Gli farò mangiare la merda, lo prometto!— (los haré comer mierda, lo prometo).

Absorta por la ira ignoraba cualquier cosa a mi alrededor, como el hecho de que Vincenzo había llegado y se encontraba detrás de mi con una cinta métrica.

Sus manos en mi cintura me hicieron regresar a la realidad pero aun así mi mano seguía aferrada a los cabellos de uno, mientras mi tacón se enterraba en la costilla del otro. Vincenzo al notar mi nula intención de soltarlos, acerco su boca a mi oreja para burlarse de mi con palabras que yo había dicho anteriormente.

Truffatrice Donde viven las historias. Descúbrelo ahora