Quattro

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El señor Hong nos había guiado a su despacho, dejándonos de pie frente a él, mientras este caminaba de un lado a otro luciendo desesperado.

—¿No les dije que dejaran de jugar?— Vincenzo tal vez se sentía indignado a diferencia mía, que me sentía como niña pequeña siendo reprendida por su padre.

—No estábamos jugando— respondimos al unísono pero con tonos de voz muy distintos, el mío era suave y apenas audible por mi sensibilidad a las reprimendas, en lo que resta el de Vincenzo era de indignación y bastante firme.

Aunque mi educación se basó en el manejo de armas, negocios ilícitos, lucha cuerpo a cuerpo, etc. mis padres nunca me reprendían a gritos o hiriéndome con palabras, no era necesario porque desde la llegada de Vincenzo él era el encargado de señalarme cuando algo estaba mal.

Al morir mis padres la autoridad que Vincenzo tenía sobre mi solo acrecentó. Incluso en la casa de los Cassano una de las reglas principales era que nadie (que no fuera Vincenzo) podría reprenderme, entrenarme o darme algún tipo de orden.

Vincenzo simplemente se había encargado de mi como yo lo había hecho con él en el pasado.

—Amenazaron al señor Cho para que firmará el contrato— alzo la voz demasiado al igual que las palabras salieron disparadas de su boca, deje de mirar el piso por la sorpresa de la situación.

—¿Él esta bien?— Vincenzo me miro por pocos segundos asintiendo rápidamente y dejando una rápida caricia en mi hombro descubierto para tranquilizarme.

—¿Amenazarlo? cielos— el señor Hong lucia bastante incrédulo ante la historia de Vincenzo lo que provoco que mi compañero enfadara más— ¿Por qué son tan inmaduros?

Nos señalo a ambos con su dedo indice y anular. Lo mire indignada, ¡yo ni siquiera había hablado!.

—¡¿Inmadura?!— alce la voz sorprendiendo a todos, incluso a Vincenzo que dio un pequeño brinco en su lugar— ¡Lo estaban agrediendo!— lo señale tratando de acusarlo, mi cabeza se movía ligeramente hacía delante— ¡A la próxima ni siquiera voy a intervenir!— Vincenzo intento tocarme pero lo esquive en un brusco movimiento— ¡¿Creen que nuestro plan era vender la plaza?! ¡Que viejo tan obstinado!— el señor Hong se sintió algo ofendido pero decidió pasar por alto mi falta de respeto.

—¡Es qué ustedes son increíbles! ¡incluso actúan indignados!— nos vituperó.

Perché non cin ci credete?— (¿Por qué no nos cree?) la mano de Vincenzo se estampo en la mesa en busca de liberar un poco de su frustración.

La hija del abogado Hong, Chayoung se encontraba sentada detrás de nosotros junto con Joosung, los cuales tomaban una especie de leche con pajilla.

—Debes de sentirte culpable porque estás hablando en Italiano— acusó la castaña.

Ganándose una mirada llena de furia de mi parte y de Vincenzo.

—¡é silenzioso!—(cállate) ordenó Vincenzo elevando la voz.

—Parece que estas maldiciendo— sus párpados se cerraron de una forma, tal vez coqueta.

Mi enfado iba en aumento debido a la chica, el edificio y el señor Hong.

—Escuche señor Hong— llamé su atención, bajando mi tono— ¿Que haríamos aquí si hubiésemos vendido el edificio? nos habríamos ido con el dinero, pero incluso seguimos aquí, tratando de que nos crea.

— Es verdad— Chayoung entendió mi punto pero su padre la mando a callar.

—Dejen de causarnos problemas y regresen a su
país—Solté una sonrisa arrogante— Babel I&C, Fármacos Babel y el bufete Wusang son pura basura— giro, dándonos la espalda a todos— ¡Váyanse! ¡Váyanse todos!

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