Siete

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La puerta de mi habitación de hotel estaba siendo tocada bruscamente al grado de regresar la migraña de la cual me había deshecho hace un par de horas.

Cubrí mi cara con un cojín del sofá tratando de amortiguar aquel irritante ruido pero fue en vano.

—Abre— escuché su orden fuerte y clara con un tono de voz ligeramente alto, sin llegar a ser un grito.

Me tomé unos segundos para procesar todo lo que haría; debía dejar la comodidad del sofá para abrir la puerta y dejar pasar a Vincenzo pero rápidamente podría regresar al sofá. Bufé.

Tome valor para ponerme de pie y poder encarar al hombre que se encontraba del otro lado de la puerta.

—Es tarde, ve a casa— sin prestar atención a mi petición se adentro a mi habitación dejando caer su trasero en el sofá, gruñi antes de cerrar la puerta con fuerza. Yo planeaba regresar al sofá.

Sus codos estaban en contacto con sus rodillas, ocultando su cara entre sus manos. Se notaba preocupado.

—Te negaste a la invitación de Yoochan, así que me pidió que te trajera la sopa— señalo la bolsa con platos contenedores; que había dejado sobre la mesa de centro— y debo decirte algo.

Decidí sentarme en la alfombra justo al lado de sus pierdas, ocupando el sofá como respaldo para poder comer la sopa del señor Hong.

—¿Qué ocurre?— comencé a sacar todo de aquella bolsa. No tenía cuchara así que tendría que pedir una a recepción, chasque la boca ante la idea de levantarme. Que perezosa me volvía la resaca.

—Cuando estuve en casa del señor Yoochan llegó su hija, Chayoung— lo que decía Vincenzo estaba teniendo mi atención pero no por completo, debido a que seguía con mi debate interno de pedir o no aquel utensilio.

Afortunadamente Vicenzo terminó con aquella batalla interna cuando me mostró una cuchara.

—La pedí antes de subir— quite aquella mirada de interrogación y sumergí la cuchara en la sopa— me dijo que demolerán el edificio mañana a las once p.m.

Sorprendida por la noticia trague la sopa rápidamente ocasionando que me ahogara con un trozo de verdura mal masticado, deje la cuchara en su lugar y comencé a toser bruscamente. Vincenzo dio suaves palmadas en mi espalda tratando de ayudarme. Al ver que no funcionaba su mirada recorrió la habitación en busca de una botella de agua; hasta encontrarla en una mesa justo al lado de la puerta.

Rápidamente se dirigió a ella, quitando la tapa y poniéndome la boca de la botella en los labios.

—Bebe— ordeno empujando la botella con sumo cuidado. Regresó a su asiento después de que mi tos cesara.

—¿Cómo ló evitaremos?— pregunte más tranquila, suspiró y saco su mechero, jugueteando.

—Pensamos mejor juntos, o eso solían decir de nosotros— asentí llevándome un sorbo de sopa a la boca.

Al costado de mi comida se encontraba mi celular el cual emitió un sonido indicando la llegada de un mensaje. Mi amiga Bianca me había enviado un video de su sobrino el cuál se presentaba en su instituto bailando la danza de los listones. El bullicio que desprendía mi teléfono logro captar la atención de Cassano.

—¿Qué es?— su mentón se colocó estratégicamente en mi hombro para poder observar aquel video.

—Vincenzo— deje el utensilio sobre la mesa y gire mi tronco hacía el nombrado, nuestros rostros quedaron lo suficientemente cerca como para hacerme desconcentrar.

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⏰ Última actualización: May 28, 2021 ⏰

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