Capítulo 3

1.4K 61 1
                                    

Luego de discutir con mi padre fui a caminar a los alrededores de la casa, necesitaba despejar mi mente.
Siempre soñé con el día de mi boda, el día con el que toda niña sueña, el mejor día de su vida, lástima que yo no podré cumplir ese sueño, se supone que cuando te casas con alguien es por amor, ese amor incondicional que le tienes a esa persona, ese amor que sobrepasa todas las barreras, ahí es cuando deciden dar el gran paso de convertir sus vidas en una sola y estar por el resto de sus días juntos, amándose, jamás podré saber cómo se siente eso, casarme por amor, gracias a mi familia estaré condenada a vivir al lado de un hombre al que ni siquiera conozco y está de más decir que no lo amo.
Camine de vuelta a casa, estaba anocheciendo.

Al entrar, escuché voces en el despacho de mi papá, intenté ignorarlas pero soy muy curiosa. La puerta estaba cerrada así que fue fácil escuchar, sólo tuve que acercar mi oreja a la suave caoba. Lo que escuché me dejó estupefacta.
–Necesito que Ariana sea mi esposa ¡YA! –dijo una voz conocida.
–Ariana recibió la noticia hoy, tienes que darle un poco de tiempo para digerirlo –dijo mi padre.
–Me importa una mierda lo que tenga que digerir, en una semana será nuestra boda –Conocía esa voz pero no podía recordar quién era.
Esto no puede ser.
–Es imposible planear una boda en una semana, ¿no crees que será mejor esperar un mes? ¿Tal vez dos? –habló mi madre.
–Una semana, es mi última palabras.

La puerta se abrió liberando aquel hombre que vi hoy en la tarde. Ahora lo recuerdo, su nombre es Austin y es quién quiere casarse conmigo.
–Veo que estabas espiando nuestra conversación privada, me encargaré de castigarte luego de nuestra boda.
–Espera... ¿Qué? ¿De que demonios estás hablando? Yo no me casaré contigo, no quiero.
–Ariana, aquí tú no tienes elección, te casarás conmigo quieras o no.
–No puedes obligarme.
Bien, si podía.
Claro que puedo y lo haré si te opones.
–No tienes derecho, te conocí hoy, ¡por Dios! –estaba desesperada. No quería casarme.
–Me conoces más de lo que crees –dijo con voz extraña.
No esperó a que le respondiera y salió sin decir más.

–Lo estamos haciendo por tu bien, hija –habló mi padre a mis espaldas.
–No, no me hablen, no quiero saber nada de ustedes, estoy cansada de pensar, necesito dormir.
No recibí respuesta y tampoco me quedé a esperarla, subí a mi habitación donde me despojé de toda mi ropa y me metí a la cama, luego me daría un baño, estoy cansada, no físicamente (aunque preferiría estarlo) sino mentalmente, muchas cosas pasaron hoy, demasiados cambios en mi vida y nadie siquiera pide mi opinión, todos deciden por mi, a nadie le importa lo que yo piense, lo que yo sienta, sólo les importa el dinero y desafortunadamente yo estoy en medio.

Nunca fui mala persona, nunca hice daño ni lastimé a nadie, no entiendo cómo es que todo esto me pasa a mi; casarme con un desconocido, el desamor de mis padres y no tener ningún derecho sobre mi persona... Simplemente la vida es un perra. Sí mi padre no estuviera metido en ese negocio tan sucio tal vez tendríamos una vida normal como cualquier familia común y corriente de Miami, mi  padre trabajaría ganando un salario normal mientras que mi madre se quedaría en casa cocinando y limpiando como buena ama de casa, y yo iría al colegio, tendría amigos, saldría con ellos a divertirme, tendría una vida normal como toda adolescente de mi edad, pero de nada vale soñar, sólo hace que la realidad te golpee más fuerte de lo que ya es.

Suspiré. Tengo que ir aceptando mi destino, total, como Austin dijo; no tengo elección... Pero creo que todavía tengo un poco de esperanza. Sonreí. Un plan se estaba creando en mi cabeza, solo que espero que funcione.

(........)

–Ariana, despierta, tu prometido te está esperando –dijo mi madre tocando la puerta.
Genial, a poner el plan en marcha.
Contra mi voluntad me separé de mi amada cama y caminé hasta el baño, cepillé mis dientes y hice todas mis necesidades. Me coloqué ropa interior, luego me vestí con un short de jean y una camiseta ancha de color blanco, en mis pies puse calcetines negros. Recogí mi pelo en un moño desordenado, salí de mi cuarto y bajé las escaleras.
–¡Ariana! ¿¡Que fachas son estas!?, vamos, sube, cámbiate y ponte algo decente, por favor –dijo mi madre al ver mi ropa.

–¿Y que tiene de malo? Así ando siempre.
–Si, pero ahora estás comprometida, y tu futuro esposo no te puede ver con esos harapos, pareces una vagabunda.
La verdad es que no entendía, siempre me vestía así para estar en mi casa, no es como si no tuviera ropa, es que no voy a vestirme "linda" como para estar sentada en mi casa y lucirle a los empleados y a mis padres. Si Austin se quiere casar conmigo tiene que aguantar mi falta de gusto por la moda, además tampoco voy a ponerme mi mejor ropa sólo para que Austin me vea y complacer a mi madre.
–Disculpe señora pero su hija no se ha visto mejor.– dijo el entrando a la sala.
–¿Que? –dijimos las dos al unísono.
Recalcando; parezco indigente, y tal parece que a este loco le gusta cómo me veo. Está burlándose de mí, lo sé, lo puedo sentir.
–Está claro que Ariana se vistió así para hacerme cambiar de parecer respecto a la boda, pero déjame decirte cariño que no has logrado nada.
–Claro que no, siempre me visto así –contradije.
–Si, pero teniendo en cuenta que ibas a ver a tu prometido (o sea yo), tenias que lucir espectacular, pero como te opones a esta unión decidiste verte como alguien que no ha tenido un hogar hace mucho tiempo.
–Austin tiene razón, Ariana, en tu closet tienes cientos de atuendos de todas las marcas más caras y prestigiosas en el mundo de la moda, sólo lo haces para fastidiarnos –habló mi madre.

–Es que ustedes no entienden –dije con frustración.– no me vestí así para intentar alterar este compromiso, aunque me hubiera gustado hacerlo, me vestí de esta forma porque me siento cómoda y no me importa que el me vea vestida como vagabunda –señalé a Austin.– si quiere a la Ariana bella y hermosa, tiene que conocer el lado asqueroso de ella.
–Estoy dispuesto a conocerlo –dijo el con una estúpida sonrisa.
–Yo me retiro para que tengan tiempo a solas –se despidió mi madre. No, por favor no, lo último que quiero es estar a solas con este loco.

–Ahora quiero que subas a tu habitación y te pongas algo decente porque vamos a salir a comer.
–Pensé que te gustaba mi atuendo.
Este tipo sin duda tiene problemas de personalidad.
–No seas ridícula, sólo lo haces para fastidiarme y no te lo voy a permitir, sube, arréglate, ponte bonita, no quiero que me vean contigo vestida así.
–¿Y si no quiero, qué? –lo desafíe.
–No creo que te gustará saberlo. Por tu bien, obedece.
En contra de mi voluntad subí a mi cuarto y lancé a la pared lo primero que vi. No puedo, simplemente no puedo con todo esto. Suspiré. Hoy será un día muy largo.
Me desnudé quedando en ropa interior y busqué entre mi closet algo con lo que me sintiera cómoda, escogí unos jeans negros ajustados con una blusa de finos tirantes y escote en forma de corazón color turquesa que mostraba mi ombligo, acompañaría mi atuendo con unas sandalias del mismo color que la blusa. Al darme al vuelta me encontré con Austin mirando con total descaro mi cuerpo semidesnudo.
–Mi imaginación no te hacía justicia.
–Austin, por favor déjame vestirme –hablé tratando de ocultar mi nerviosismo.
Se acercaba lenta y peligrosamente hacia mi, lo que hacía que mi respiración se acelerara debido a su cercanía. Se posicionó frente a mi y su aroma me golpeó, olía a loción cara y varonil.
–Todo esto es mío –dijo tocando mi cuerpo. Traté de alejarme pero me lo impidió. –Tú eres mía –continuó mirándome a los ojos. Me asusté más, en sus ojos no había nada más que deseo y lujuria. Tenía miedo de lo que podía hacerme.

Recuérdame recordarte |Austin Mahone y Ariana Grande|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora