Capítulo 7

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No. Definitivamente no. No dejaría que Austin me tocara ni en un millón de años.

Después de la ceremonia pasamos a la recepción dentro de la casa organizada por mi madre, ¿quién sino? Todo gritaba su nombre; desde los ostentosos centros de mesa hasta el exageradamente grande pastel, además que el color que predominaba era el naranja, yo odio el naranja pero ella lo ama.

Estaba sentada en la mesa familiar donde se encontraban mi padre y mi madre hablando con un hombre y su esposa los cuales no conocía, Austin se encontraba a mi lado pero no me dedico ninguna mirada desde que entramos a la fiesta, se dedicó a ver las prostitutas que tenían otros mafiosos. No me molestó, al contrario, si era necesario yo misma le buscaría la mujer que quisiera con tal de no tener que acostarme con él.

Fije mi vista en las personas que se encontraban ahí, no los conocía, no conocía a ninguna de esas personas y dudo mucho que ellas a mi, entonces, ¿que hacían en mi boda?, hubiera preferido que se llevara a cabo en un juzgado con solo mis padres y el desgraciado, dado que no para mí ese matrimonio no era más que desgracia, pero no, ellos lo querían todo a lo grande, la ironía es que ese es mi apellido.
Entre todas las personas una chica llamó mi atención, estaba vestida con un hermoso vestido en manga larga hasta los pies de color lila que se adhería perfectamente a su cuerpo y su cabello negro caía en hondas sobre su espalda, la reconocí perfectamente, aunque además sus ojos azules casi grises me lo confirmaron; era Elizabeth, mi mejor amiga. Mi humor subió al cielo en cuanto la vi, sin importarme nada, salí disparada como cañón en dirección hacia ella, ignorando la mirada de Austin en mi espalda.

—¡Ariana! —no dude en abrazarla.—te extrañé tanto pequeña zorra.
La pellizqué en el brazo.
—¡Auch! Eso dolió —dijo separándose de mi y llevó su mano a su pecho fingiendo dolor.
El ofendernos era algo normal entre nosotras, lo hacíamos desde que éramos niñas, pero a medida que crecíamos nuestros indultos fueron subiendo de tono, pasamos de: "mocosa" a "zorra", si, un cambio bastante drástico. Aunque en el accidente perdí parte de la memoria, la otra parte de mis recuerdos albergaba momentos con ella y nuestra otra mejor amiga; Alexa, con mis padres y Giselle. Mas bien sólo perdí la memoria meses antes del accidente... Creo, pero eso ahora no importa.

—Te lo mereces por dejarme sola.
—Nena, sabes que no fue porque quise —se disculpó.
Bien, era cierto, ella no quería irse, su padre se la tuvo que llevar lejos porque los narcos colombianos los querían muertos. Elizabeth al igual que yo es hija de un mafioso, con la diferencia de a sus padres si les importa su opinión en cada decisión que tomen, pero hubo una excepción en cuanto a llevársela fuera del país, era de vida o muerte.
—Lo sé Eli, pero no sabes como me sentí sin ti, mucho más cuando todo se salió del control y no tenía tus sabios consejos.
—¿Y Alexa? —preguntó extrañada.
—No lo sé, no la he visto en dos semanas, Giselle dice que está muy ocupada, por algunos asuntos de la universidad, pero yo no le creo del todo.
—Es demasiado extraño, Alexa no suele desaparecer así por así, pero bueno, si su madre dice que está bien.
—Paren de llorar por mi, perras —conocía muy bien esa voz.
—¡Alexa! —Gritamos Elizabeth y yo al unísono atrayendo miradas extrañas de los presentes, poco nos importó. Eli y yo nos lanzamos encima de Alexa abrazándola. Por un momento, olvidé en donde estaba y quienes me rodeaban, me sentí como antes, cuando ellas venían a se quedaban a dormir y criticábamos la película porque era una mierda a comparación del libro, cuando nos tomábamos fotos haciendo locuras o besábamos los posters de actores famosos, por un momento, sólo por un momento, volví a sentir ese sentimiento cuando estaba con ellas; tranquilidad. Cuando estaba con ellas me sentía una adolescente normal.

—¿Dónde estabas sin vergüenza?, me tenías preocupada —dije al separarnos.
—Tenía muchos asuntos por resolver en la universidad, no tenía tiempo ni para mear.
A Alexa la conocía desde pequeña al igual que a Elizabeth, ella era hija de mi nana, Giselle, la cuál había sido víctima de una violación que recibió por parte de uno de los hombres de mi padre cuando esta entró nueva al trabajo, mi padre no dudó dos veces en matarlo, y Alexa fue producto de esa violación. Mi padre costea todo los estudios de sus hijos y sus necesidades, la envidio un poco, ella puede estudiar, salir a fiestas, tener una vida social, mientras que yo vivo encerrada, estudiando en casa, con la compañía de mis padres y los guardaespaldas. Ella tenía seguridad, claro estaba, mi padre no permitiría que andará por las calles sin ninguna protección. Era alta, castaña, con los ojos café y muy hermosa. De las tres ella era la mayor, luego Elizabeth y de último yo, la más joven.
—Pero no nos centremos en mí —se dirigió hacia mí.— cuéntanos, ¿por qué tus padres te hicieron esto? ¿quién es el infeliz?
Sonreí sin poder evitarlo, ella y Elizabeth me conocían bastante bien, sabían que yo jamás me casaría con un hombre involucrado en el mismo negocio de mi papá, y está demás decir que ellas sabían que yo no tenía sentimientos por otro que no sea Ian Somerhalder.

—¿Como lo supieron? —pregunté.
—Mi padre me lo contó, me volví loca, sabía que tú jamás harías algo así, quise tomar el primer avión a Miami pero no me dejaron, tampoco podía hablar contigo, papá decía que si te llamaba nos podían interceptar y atraparnos —dijo Elizabeth un poco triste.
—Me enteré por mamá, me dijo todo lo que pasó, quería venir a hablar contigo pero me convenció de quedarme diciendo que ella estaría contigo —dijo Alexa con el mismo tono.

Así fue, Giselle siempre estaba a mi lado dándome ánimos y haciéndome ver el lado bueno de todo. Fue una gran ayuda.
—No se preocupen chicas, está bien, están aquí que es lo importante —dije.
—Volviendo al tema, ¿quién es el bastardo?, le cortaré el pene —dijo Elizabeth
Me volteé y vi a Austin con la vista fija en una mujer que bailaba con un pedazo de tela que simulaba ser un vestido, además de su pronunciado escote.

Si, mírala, deséala, hazla tuya cuanta veces quieras, es sensual.

—¿Ese es el desgraciado? —preguntó Alexa señalando a Austin. La muy maldita no sabe disimular.
—Si —respondí.
—¡Santa madre! Está como quiere —dijo Elizabeth.
La miré como si estuviera loca.
—¿Qué? Ariana tienes que aceptar que es malditamente sensual —dijo ella.
—Bien, es guapo, ¿y qué?, eso no le quita lo maldito.
—¿Guapo? Guapo es poco, parece un Dios Griego —dijo Alexa.
—No es mi tipo —dije rodando los ojos.

Estas de seguro ya tienen las bragas húmedas.

¿Acaso eres ciega? ¡Por Dios! Se ve que ese hombre es el tipo de todas, quiero que me azote todas las noches —continuó Alexa, ya se me olvidaba que era una pervertida sexual.
—¿Lo quieres?, te lo regalo, te besaría el culo si lo hicieras.
—No estúpida, puede que esté bueno y todo, pero jamás me metería con tu hombre —hice una mueca cuando lo llamó así.— aunque te haya obligado, eres como una hermana y jamás te haría algo así, además lo odio por lo que te hizo.
—Cierto, es un desalmados, ¿como pudo hacerte esto? Eres un ángel.
—Ni siquiera yo lo sé —dije triste.
—¿Como se llama? —preguntó Elizabeth.
—Austin...—Alexa me interrumpió.
—¡Espera! No me digas que es Austin Mahone, por favor no me digas que es él —dijo ella con la preocupación marcada en el rostro.
—Es él —respondí.
—Ariana, él uno de los mafiosos más sanguinarios de Estados Unidos y Rusia, por no decir del mundo, ¿como tu padre pudo permitir esto?
—Les contaré todo, pero vamos a sentarnos que me duelen los pies.

Caminamos hasta el jardín donde habían más personas pero no tanto como dentro de la casa, nos sentamos en una mesa apartada de todas.
—Ahora si, habla nena —dijo Elizabeth.
Les conté todo, desde cuando conocí a Austin, la frialdad de mi padre y la indiferencia de mi madre, cuando él me golpeó en su auto, la verdad no tenía mucho que contar, había visto a Austin unas... ¿Tres veces, incluyendo hoy?, increíble, estaba casada con un hombre al que sólo había visto tres veces.
—¡Lo voy a matar! —dijo Alexa poniéndose de pie furiosa.
—Tú no lo vas a matar porque primero lo haré yo —dijo Elizabeth de la misma manera imitando su acción.
Por un momento quise reír, eran tan diferentes y parecidas al mismo tiempo.
—¿A quién se supone que van a matar?




Elizabeth en multimedia.

Recuérdame recordarte |Austin Mahone y Ariana Grande|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora