Capítulo 6

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No reconocía a la chica que se reflejaba en el espejo, sin embargo sabía que era yo, era yo quien estaba vestida de novia a minutos de casarme.
No lo podía creer, simplemente no podía. Tenía que tener una sonrisa resplandeciente pegada a mi rostro, pero en vez de eso la tristeza remplazaba todo signo de alegría en mi.

Desde el incidente en el auto de Austin en el que me golpeó y obligó a comer una hamburguesa, me dejó en mi casa y hasta el día de hoy no lo he vuelto a ver.
No pude hacer nada para romper este compromiso, deseché toda idea de hacerlo en el momento en el que mis padres me avisaron que Austin se iba a Italia para resolver unos asuntos con mercancía robada o algo así, y no lo vería hasta el día que el matrimonio se lleve a cabo. Quería que se quedara en Italia y que no volviera más, no después del daño que me causó. No le conté a mis padres que Austin me golpeó, estaba bastante segura que si les hubiera dicho no habrían hecho nada, así que lo único que hice fue beber calmantes para el dolor y llorar como una tonta por lo miserable que era mi vida.

Y aquí me encuentro yo, enfundada en un hermoso vestido de novia, con un bello peinado y un precioso maquillaje, me veía bonita. Siempre soñé con el día de mi boda, el día más importante en la vida de una mujer, envidio a esas mujeres que se casan con el hombre de su vida, porque yo no lo haré, jamás conoceré la palabra amor, gracias a Austin.

—Ariana, la ceremonia está por empezar, es hora de que salgas —anunció mi padre.
Mi mamá decidió hacer la boda en nuestro jardín, no me opuse ni opiné nada, realmente no me importaba.

Caminé en silencio al lado de mi padre, no quería hablar con el, el era el culpable de todo esto, el y su maldita ambición.
Antes de salir sentí como su mano se cerraba al rededor de mi antebrazo haciéndome dar la vuelta quedando frente a él quien tenía los ojos llenos de lágrimas. En su mirada pude ver a mi padre, ese que me enseñó a andar en bicicleta, que cumplía todos mis caprichos de niña, que me miraba con amor absoluto.
—Mi niña, perdón por hacerte esto, pero no tuve opción, es por tu bien. Sólo te pido que no me odies. —dijo entre lágrimas.
—No te odio papá —mis lagrimas se hicieron presente—, es solo que no entiendo el por qué hiciste esto —dije dolida.
—Algún día entenderás la razón de todo —dijo secando mis lágrimas con el pañuelo que traía en el bolsillo del saco.
—¡Ustedes dos! ¿Que hacen aquí? —dijo mi madre llegando hasta nosotros.—Ariana deja las lágrimas para después, arruinará tu maquillaje —dijo al ver mi cara. Negué. Mi mamá nunca cambiaría.
—Bueno, me tengo que ir, toma tu buqué —me pasó el ramo de flores y se fue.

Llegue con mi padre a las puertas que se encontraban cerradas.
—No olvides que todo es por tu bien —dijo el antes que que las puertas se abrieran y la música nupcial se escuchara por todos lados. Lo tomé del brazo para afirmarme en algo porque sentía que me iba a desmayar en cualquier momento.
Miré a las personas que se encontraban presentes, pude reconocer a Giselle entre ellas al igual que a mi madre y a Alex que estaba al lado de otros hombres los cuales no conocía, traté de ver si había algún otro rostro conocido, pero no fue así, no tenía ni idea de quienes eran los otros presentes. Miré a Austin que estaba parado en el altar, sentí mi estomago revolverse, estaba completamente vestido en un traje negro, con su rostro neutral que hacía parecer como si estuviera en un funeral, y así era, era el funeral de mi libertad, era el funeral de mi felicidad, era el funeral de mi vida.

—Te entrego lo más preciado que tengo, cuídala —le dijo mi padre a Austin cuando llegamos al altar. Tenía algo raro en su mirada cuando le dijo eso, mas no pude saber qué.
—Con mi vida —respondió este.

Si claro, el golpe que me diste me dejó muy en claro lo mucho que me vas a cuidar.

Mi padre se alejó de nosotros y fije mi vista en el suelo donde yacía una abeja luchando por volver a volar.
Sinceramente no entendí a mi padre; primero se comporta lo más frío posible conmigo, y ahora dice que todo es por mi bien, el sabe todo lo que voy a sufrir y aún así me entrega a este hombre perverso que sólo quiere hacerme daño.

El sacerdote inicia su discurso sobre el valor del matrimonio y todas las responsabilidades que conlleva. No le puse atención y me dediqué a ver como la abeja volvía a volar.
Por un momento me comparé con la abeja, yo ahora estoy cayendo, dejando de volar, pero en algún momento volveré a sentir el viento en mis alas, siendo libre. Negué interiormente, no podía creer que me comparaba con un insecto. Aunque bueno, cualquier cosa se puede aceptar desde mi posición.
Puse el anillo en el dedo de Austin al igual que el en el mío, me le quedé mirando un momento, era un precioso anillo bañado en oro blanco con un gran diamante y diminutos fragmentos a su alrededor.

—Ariana Grande Butera, ¿aceptas a Austin como tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
Sin darme cuenta ya Austin había aceptado, ahora faltaba yo, toda la atención estaba puesta en mí.

Tengo que decir que no. No lo puedo hacer, no lo haré, no me condenaré. NO. NO. NO.

Si —salió de mis labios—, acepto.
Pude sentir como un peso enorme se depositaba en mis hombros. Lo había hecho, ya no había marcha atrás.
—Por el poder que se me ha conferido, los de claro marido y mujer —ahora se dirigió a Austin—, puede besar a la novia.
Nunca antes había besado a alguien, y mi primer beso sería aquí, en frente de mi familia y un montón de gente que no conocía, con un mafioso al que desprecio con toda mi alma. Un momento digno de recordar.
Austin me miró a los ojos y sin permiso alguno me tomó por la cintura pegándome a su cuerpo y estampando sus labios contra los míos.
Al principio no respondí, no quería hacerlo, pero él me besaba tan demandante que tímidamente respondí a su beso. Sus labios eran suaves y tenían sabor a menta. Por lo menos tuvo la descendencia de cepillar sus dientes.
Se separó de mi sin otorgarme ninguna mirada, y dirigí mi vista hacia las personas que aplaudían. Si supieran que estoy aquí en contra de mi voluntad.
—Ahora eres mi esposa —dijo Austin levantando nuestras manos entrelazadas donde se encontraba mi anillo. Por un momento sentí la piel quemar en esa parte.
—Así es, pero en contra de mi voluntad —cada una de mis palabras goteaban veneno.
—Querida esposa, no sabes lo que te espera esta noche —dijo el con una falsa sonrisa mirando hacia el frente.
Me le quedé mirando unos segundos sin entender lo que había dicho, hasta que me dedicó a mirada que lo decía todo. Y ahí caí en cuenta: La noche de bodas.

Recuérdame recordarte |Austin Mahone y Ariana Grande|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora