Capítulo 4

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–Austin por favor aléjate –dije tratando de salir de sus brazos.
–Ten en cuenta de que no te hago mía ahora mismo porque respeto las tradiciones, pero después de la boda todo será diferente –Pegó su elección a en mi vientre y luego se separó de mí.
Gracias al cielo.

–No tardes –dijo para luego salir de mi habitación.
Solté la respiración que no me di cuenta que contenía, demonios, esto no me lo esperaba. Pero no, definitivamente no me entregaré a un mafioso como Austin, no había pensado en la noche de bodas, temblé, ahora estoy más asustada que antes.

Me vestí con el jean junto con la blusa y de último las sandalias. No tenía ganas de peinarme por lo que sólo saqué mi flequillo y dejé el resto de mi pelo suelto. No me maquillé, no porque no me gustase, al contrarío, amo el maquillaje, tengo dos maletines llenos de labiales, sombras, máscaras y demás, pero no se hacerlo, una vez intenté maquillarme como hacen en esos tutoriales, se veía tan fácil que decidí intentarlo; termine luciendo como payaso, lo sé, un fracaso total. Suspiré y salí de mi habitación en contra de mi voluntad obligando a mis piernas a caminar, parecía un robot.

Bajé las escaleras y vi a Austin quién estaba de espaldas a mi hablando por teléfono en un idioma el cual no entendí. Al darse cuenta de mi presencia volteó, me miró de arriba a abajo y terminó la llamada.
–Oh no, definitivamente no –dijo él.
–¿Qué? –Pregunté confundida.
–No vas a salir así.
–¿Así como?
–Tienes todo tu abdomen descubierto, no quiero que otros hombres vean lo que es mío.
–¿Perdón? Fuiste tú el que me obligó a cambiarme de ropa.
–Claro, pero no me refería a que te vistieras como prostituta, estás casi desnuda.

Eso no era cierto, yo estaba lejos de lucir como que una prostituta, la blusa dejaba sólo mi ombligo al descubierto, el estaba exagerando.
–Estoy cansada de pelear, por favor no me hagas subir y tener que volver a cambiarme —dije cansada. No me gustaba el tener que rogarle, pero no quería pelear, sólo terminaría más agotada de lo que ya estoy. Es frustrante cuando no tienes ningún poder sobre ti misma.
–Está bien –dijo con voz dura.–pero esta será la última vez en la que te vistas así, no sé si pueda controlarme para no matar al que pose sus ojos en ti, ruégale a Dios para que no suceda.
Suspiré. Este será un día muy largo.

(........)

El auto se detuvo frente a una casa que mas bien parecía una mansión, mi casa se quedaba pequeña en comparación con esta. Quedé anonada al instante.
Austin salió del auto y abrió la puerta que estaba a mi lado como si fuera un caballero, lo que él distaba de ser.
Mis ojos se dirigieron a los hermosos jardines pulcramente cuidados; rosas, claveles, margaritas, jazmines, toda clase de flores se encontraban en ese bello jardín, parecía un sueño, me hubiera gustado acercarme y oler su delicioso aroma pero Austin me tomó por el brazo con muy poca delicadeza adentrándome en aquella casa.

Si el jardín me dejó sin palabras la casa me dejó sin lengua. Todo gritaba lujo; desde el pulido piso de mármol hasta el enorme candelabro de cristal que colgaba del techo, muebles en caoba, cuadros de diferentes pintores famosos, pero lo que llamó mi atención de esos cuadros es que se veían sin vida; no es que yo sea muy fan del arte ni mucho menos, pero cualquiera que los mirara con detenimiento se daría cuenta de que el vivía aquí no era muy feliz, en mi opinión le hacía falta un toque femenino a este lugar. Mientras miraba todo detalladamente, Austin me abrazó desde atrás posando sus manos en mi vientre y su barbilla en el hueco de mi cuello. Contuve las ganas de apartarlo de mi sabiendo que no me convenía.

–¿Qué te parece? –preguntó
–¿A qué te refieres?
–¿Te gusta? ¿Vivirías aquí?
–Me gusta, pero es muy grande, no sé como viviría aquí sin un GPS, ¿Por qué lo preguntas?
–Porque después que te cases conmigo este será nuestro hogar.
Y ahí caí en cuenta de todo; el me estaba mostrando la casa porque estaba seguro de que se casaría conmigo, y en algo se equivocaba; yo haría todo lo que estuviese en mis manos para no casarme con él, ni tampoco viviría aquí, no a toda casa se le puede llamar hogar, puedes vivir en ella mas nunca sentirás ese sentimiento acogedor que se siente cuando tienes un hogar, al lado de Austin jamás sentiré una casa co mi hogar. Por más lujos que le pongas a una casa, si las personas que amas no se encuentran en ella para recibirte con un abrazo cada vez que llegues a ella es imposible llamarle hogar, aunque pensándolo bien, yo no gozo de poder decir que he tenido un hogar, si, tengo a mis padres, pero mi madre nunca me ha dado un abrazo, y me duele en el alma, en cambio mi padre si, el me quiere o eso creía hasta ahora.

–¿No crees que es muy grande?
–No, de hecho para mi gusto es muy pequeña.
–¿Pequeña, enserio? ¿Y donde quieres vivir? ¿En La Casa Blanca? –me burlé tentando mi suerte.
–No estaría mal –dijo pensativo.
–¿De verdad estás considerando esa idea? –pregunté incrédula dándome la vuelta encarándolo.
–Cariño, tengo tanto dinero que si le digo al mundo que deje de girar este se detiene, las restricciones no existen para mi.
–Y nadie te dice que no.
–Exactamente –dijo con una sonrisa.
–Sin embargo yo dije que no a tu propuesta de matrimonio y aún así me obligas a casarme contigo.
–De hecho no, aceptaste casarte conmigo, sólo que no lo recuerdas.
–Espera, ¿Como que te dije que si?, Nunca antes te había visto y tú me lo afirmaste, el mismo día que te conocí me enteré que te querías casar conmigo, y yo nunca acepté tal petición, ahora vienes y dices que acepté ser tu esposa pero que no lo recuerdo, ¿A qué juegas? ¿Qué ocultas, Austin?
–No oculto nada, lo entenderás todo con el tiempo –dijo tranquilo.

A la mierda el tiempo.
Abrí mi boca para contradecirlo pero me fui interrumpida por el sonido de su  teléfono. Se alejó para contestar en un idioma que creo que era ruso, lo que es estúpido porque yo no hablo ese idioma y todo lo que el diga no lo entendería, así que no veo el por qué de alejarse, pero mejor así, mientras más lejos mejor. Mientras el hablaba por teléfono yo me dediqué a seguir observando la casa, no me imaginaba viviendo aquí, siempre pensé que cuando me casara iba a vivir en una casa acogedora en un hermoso campo al lado del rio como las princesas antes de encontrar a su principe, pero yo en vez de encontrar al principe el villano me encontró a mí, y como este no es un cuento de hadas los villanos pueden ganar, pero a este villano no le dejaré las cosas fáciles.

Entré a lo que parecía se la cocina que todo chef sueña, tenía todos los utensilios para preparar todo tipo de comidas y postres, tenía azulejos en tonos oscuros haciéndola ver más elegante de lo que ya era. Del lado izquierdo había una puerta que conducía al patio la cual abrí sin dudar, me vi inmediatamente rodeada de flores y a unos metros estaba una gran piscina, no me sorprendió, ya me lo esperaba, seguí caminando hasta encontrarme en la entrada oliendo el magnífico aroma de aquellas bellas flores, por un segundo me sentí tranquila, esa tranquilidad que lo sentía hace tanto tiempo, se sentía bien, no sabía si era el estar en un lugar repleto de flores o el perfume que estad poseían, pero a lo que sea que fuera le agradecía por darme ese momento de paz que tanto necesitaba.

–Veo que te gustan las flores –dijo una voz desconocida. Di un respingo pues pensaba que estaba sola.
–Eh si, ¿y tú quién eres? –pregunté.
Era un chico, nunca antes lo había visto, era alto pero un poco más bajito que Austin, cabello castaño con algunos mechones pintados de rubio y unos hermosos ojos negros, y bella sonrisa, era guapo sin duda alguna.
–Soy Alex Constancio.






Alex en multimedia.

Recuérdame recordarte |Austin Mahone y Ariana Grande|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora