Capítulo 9

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Aaron me hizo sentar encima de la cama. Las lágrimas aún bajaban por mi rostro. No entendía cómo es que antes había estado en esta habitación y... Me era imposible recordar más.
—Cuando Austin y yo éramos niños, no nos llevábamos bien, verás, yo era el preferido de papá y eso a él le molestaba, envidiaba los regalos que me traía mi padre cada mes de sus tantos viajes. Mientras crecía, pude ver que mi hermano no era normal, se la pasaba torturando animales, le arrancaba las alas a las mariposas, dime ¿qué clase de niño hace eso?, se lo conté varias veces a mi padre pero el no me hizo caso así que dejé de insistir. Cuando teníamos dieciocho nuestro padre murió y me dejó su negocio al mando, si, mi padre se dedicaba al narcotráfico, el punto es que yo nunca quise saber de ese negocio así que se lo pasé a Austin, lo que fue un grave error, no tenía idea que al estar Austin al poder mataría tanta gente solo porque si, intenté detenerlo pero lo único que gané fue una golpiza que casi me mata. Pensé que tal vez si la policía me resguardaba podría hacer algo, así que fui a la academia policial de Texas, me preparé y entrené para cuando llegara el día de enfrentarlo, sin mencionar que ser policía era mi sueño, algo irónico considerando a lo que de dedicaba papá...
—Entiendo, pero ¿dónde entro yo en todo esto? —lo interrumpí. Mis lagrimas habían parado.
—Antes de morir nuestro padre nos llevó a tu casa porque tenía asuntos por resolver con tu papá, estábamos esperando en el jardín cuando de pronto apareciste tú persiguiendo un pequeño perro que se te había escapado de las manos, chocaste conmigo y ibas a caer, pero gracias al cielo pude atraparte antes que lo hicieras, desde ese momento quedé impregnado de ti, después de eso mi padre llegó al lado de los tuyos y nos llevaron adentro para almorzar, yo no despegaba mi mirada de ti, al igual que Austin, desde que habíamos llegado a tu casa el no pronunciaba palabra alguna, y te observaba cómo un cazador a su presa. Luego de eso tus padres harían un viaje de negocios y no te podían llevar con ellos, por lo que confiaron a mi padre tu seguridad, por eso es que tienes recuerdos en esta habitación. Estuviste aquí durante tres semanas, tres semanas en la que te protegía del acoso constante de Austin, cuando te fuiste me estaba muy triste, por fin tenía a alguien que le daba alegría a mi vida. Cuando supe de tu accidente quería venir corriendo a verte, pero no podía, no me lo permitían en la academia, me sentía enfermo al imaginar que tú podrías haberme olvidado, lo que confirmé hoy —añadió triste.

Era demasiada información en tan poco tiempo, rebusqué en los retazos de mi memoria algún pequeño recuerdo que me confirmara la historia de Aaron. Nada. Totalmente nada. Sólo el recuerdo de haber estado aquí que lo confirmaba, no es posible que esto esté pasando.
—¿Qué edad tenía? —pregunté. Necesitaba saber más.
—Alrededor de trece años —respondió.
—¿Y por qué me trajiste aquí con la excusa de fastidiar a Austin? ¿Qué estoy haciendo aquí realmente? ¿Por qué no me contaste la verdad desde el principio?
—Porque no te podía contar mis intenciones sin aún saber la verdad y en ese momento no tenía tiempo para hacerlo, estás aquí porque te quiero y no quiero que mi hermano te haga daño y no lo hice porque me hubieras tachado de loco al contarte cosas que ni siquiera recordabas.
—¿Cuáles son tus intenciones?,y ¿cómo estuviste tan seguro de que recordaría que había estado aquí?
—Mis intenciones son alejarte de Austin, el sabe que me importas y te hará daño para destruirme, te obligó a casarte con él, pensando que así yo lo podría hacer nada —sonrió.— que equivocado estaba, y no estaba del todo seguro los recuerdos volvieran a ti, simplemente fue una idea que surgió para que no creyeras que era un desquiciado.

Sin saber por qué reí, todo era demasiado confuso y no quería pensar mucho, las cosas son como son y no van a cambiar; estoy casada con el mafioso más temido en América, cuyo hermano me ayudó a escapar de sus garras, ahora estoy en su casa y dice que los conocía desde antes, que Austin se había interesado en mi desde antes, yo sólo era un medio para hacer sufrir a su hermano, el cual había dicho que me quería, bien no sé cómo tomar eso, la verdad es que con todo esto lo último que pienso es en tener pareja.
Lo curioso es que, al mirar a Aaron parece que estoy frente a Austin, pero no, a pesar de que es idéntico a él, para mí es sólo Aaron, el hombre que me salvó.
—Creo que necesitas descansar —dijo poniéndose de pie.— ha sido un día duro y demasiada información para analizar.
—Si, tienes razón, pero no tengo con que dormir —añadí al ver que seguía con el vestido de novia.
—No te preocupes, en ese closet hay ropa para ti —señaló el closet que estaba a los pies la cama.— al igual que en el baño hay cosas de aseo personal.
—¿Como supiste mi talla? —pregunté al ver que las prendas que colgaban en perchas tenían mi medida.
—Lo adiviné.
No le creí, pero no le tomé importancia.
—¿Tan seguro estabas que vendría contigo que llenaste el closet de ropa para mí? —dije tomando un pijama blanco con estampados de girasoles.
—No, de hecho pensé que te negarías a venir conmigo.
—Te di el beneficio de la duda.
Sonrío.
—Bien, te dejaré sola para que descanses, mi habitación está al lado, por si necesitas algo.
Asentí y sonreí sin mostrar mis dientes.

Aaron se dio la vuelta, abrió la puerta pero de detuvo en seco y volvió a caminar en mi dirección.
—Sé que sonará extraño ya que no me recuerdas y pensaras que me estoy pasando pero... ¿Te puedo dar un abrazo?
Su pregunta me sorprendió, no me lo esperaba. Las palabras abandonaron mi boca y simplemente asentí, me sentía agradecida con él, y creo que yo también necesitaba un abrazo.
Sentí sus brazos cerrarse a mi alrededor y su perfume invadió mis fosas nasales, olía a colonia cara y a tierra mojada, me gustó.
—No sabes cuanto esperé por esto —susurró en mi oído. Besó mi mejilla y una corriente eléctrica que nunca antes había sentido recorrió mi cuerpo, se separó de mi y me dedicó una sonrisa para luego salir de mi habitación.
Toqué mi mejilla en la parte que me había besado, todavía podía sentir sus labios. Sacudí mi cabeza y me quité el vestido de novia dejándolo en el suelo, me puse el pijama y libere mi pobre pelo de todas las horquillas que la estilista había puesto en el para hacer el peinado, el cual ya estaba hecho un desastre.
Me recosté sobre la cama, tomé el cobertor y me arropé con el, cerré mis ojos esperando que el cansancio me cobrará toda la energía gastada, hasta que por fin me dormí.

(...)

Desperté gracias a las caricias que tenía en mi mejilla, al abrir los ojos me cuenta de que el responsable de esas caricias era Aaron.
—Buenos días —hablé soñolienta.
—Buenos días —dijo él apartando su mano, me sentí desnuda cuando lo hizo.— perdón por despertarte, es que no me resistí a tocarte —se disculpó avergonzado.
—No te preocupes —le sonreí.— ¿qué hora es?
—Las diez de la mañana —dijo mirando su reloj.— deberíamos bajar a desayunar.
No me di cuenta de que el estaba en pijama, tenía una camiseta blanca que se adhería perfectamente a su cuerpo y unos pantalones de algodón.
Asentí y salimos de la habitación, bajamos las escaleras en silencio y nos encaminamos a la cocina, no me fijé en la casa porque sinceramente me daba lo mismo, ya lo haría después, ahora lo único que quiero es llenar el vacío de mi estómago.
Me senté en un taburete, apoyé mis codos en la isla y descansé mi cabeza en mis manos, me encantaba hacer eso, observé como Aaron sacaba cosas del refrigerador para preparar el desayuno, hasta que una pregunta llegó a mi mente.
—Dijiste que habías ido a una academia de policías, ¿eres policía? —pregunté. Puede que esa pregunta haya sonado estúpida, pero quería saber.
—Oficial Mahone a tus servicios —dijo con orgullo.
—Es chistoso que seas un policía considerando que tu hermano un mafioso.
—Si, lo es —dijo riendo.
—A todo esto, ¿por qué no arrestaste a Austin anoche? Lo tenías ubicado y todo, sin mencionar todos los funcionarios corruptos que ahí se encontraban.

Yo sabía que eso era imposible dado quién era él y todo el poder que tenía, pero la esperanza es lo último que se pierde.

—Porque mi prioridad era sacarte de ahí, en todo este tiempo no he podido sacarle ni una ficha a Austin, está más limpio que el jarrón de adorno de la entrada, gracias a los corruptos que están dentro de la policía, además de que no duraría ni dos minutos dentro de una celda.
Suspiré. Austin Mahone parecía invencible.
—Quiero que me prometas algo, Ariana —dijo Aaron poniendo un sándwich frente a mi y un vaso con jugo de naranja.— no quiero que pienses en Austin mientras estés aquí, no quiero que nada te atormente.
—¿Cómo sabes de qué él no sabe dónde estamos? —pregunté con miedo. Por las cosas que me había contado Aaron, sin mencionar las que ya había vivido, el volver estar frente a Austin me ponía de nervios.
—Porque este sería el último lugar al que yo te trajera ya que sería muy obvio, y no te preocupes, mientras estés a mi lado no te pasará nada.
Asentí sin estar del todo convencida.
—La casa está resguardada por policías, no tienes de que preocuparte —añadió.—ahora vamos a desayunar.


—Cuéntame sobre ti —le dije a Aaron.
Estábamos en el patio trasero de la casa recostados en el césped mirando al cielo.
—Bueno, ¿Qué decirte que no sepas?
—No sé, ¿tienes novia?
En el momento en que lo dije me arrepentí inmediatamente, me sonrojé ante su divertida mirada.
—No, no tengo novia, ¿y tú?
—No, tampoco tengo novia, las mujeres no me van —bromeé.
—¿Y los hombres?
—Tampoco, creo que mejor me meto a un convento.
—No, eres muy hermosa para ser monja —me sonrojé.
Me permití observarlo detenidamente, era idéntico a Austin, si los ponías uno al lado del otro no sabrías quién es quién, salvo por algo; Aaron no tenía los lunares que Austin poseía en el rostro, tenía la cara limpia de lunares, y los ojos, si te le quedabas mirando los ojos a Aaron detenidamente, como lo estoy haciendo, te darías cuenta de que tiene lentes de contacto... Espera, ¿lentes de contacto?
Estaba a punto de preguntarle sobre por qué razón usaba lentes de contacto, pero sus labios no me lo permitieron, me estaba besando, Aaron me estaba besando.






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Recuérdame recordarte |Austin Mahone y Ariana Grande|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora