Capítulo 5

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—¿Y que estás haciendo aquí?—pregunté.
—Austin me llamó para resolver un asunto y para que conociera  a la bella joven que no sale de su cabeza.
—Alex que bueno que llegaste —dijo Austin cuando llegó donde nos encontramos. Descansó su brazo derecho sobre mis hombros acercándome más a él. Maldición, no lo quiero cerca. —veo que ya conociste a mi futura esposa, Ariana él es Alex, mi hombre de confianza.
—Ah –dije sin importancia.
—Como sea, Alex acompáñame al despacho, tengo que hablar algo contigo, mientras, tú Ariana, puedes conocer la casa, al fin y al cabo es tuya —dijo Austin y se marchó seguido por Alex, este último me dedicó una sonrisa.

Me senté en el césped a pensar en lo que haría para no tener que casarme con este mafioso.
Si lo engañaba con otro lo más probable es que lo mate a él y a mi también, de eso no tenía duda alguna.
¿Y si me suicidaba? Mi muerte caería sobre su conciencia y la de mis padres, pero a pesar de lo que me han hecho, no quiero que sufran, además no soy capaz de hacerlo, me haría ser una cobarde, y yo soy todo menos eso... Bueno, tal vez sí, soy un poquito cobarde, pero jamás haría tal cosa.
Podría escapar, pero no hay lugar en el mundo donde Austin no pueda encontrarme.
Está también la opción de matarlo, pero no soy lo suficientemente valiente como para cometer tal acto, ni siquiera soy capaz de matar una abeja, ¿como diablos mataría a un mafioso sanguinario como él?

Maldita sea, debe haber una opción para poder librarme de él, algún punto débil debe tener.
No es justo, él se quiere casar conmigo por un maldito capricho, ¿qué vio en mí? No soy fea pero sé que hay mujeres mucho más bellas que yo, quitando el que soy hija de un narcotraficante, soy una chica común y corriente, soy torpe y olvidadiza, apenas sé cocinar, ¿qué tengo yo que otras no tengan? Él puede tener la mujer que quiera con un chasquido, incluso a mí, aunque en contra de mi voluntad, me tiene en sus malditas manos, amenazó a mi padre con que si no me casaba con él dejaría de comprarle droga, y eso significa muchas pérdidas para mi padre, así que aceptó el lado fácil. Sinceramente no creía en las dolorosas palabras de mi padre, él nunca me habló así, nunca me haría algo así, algo turbio y oscuro se ocultaba detrás de todo esto, y yo me arriesgaría para descubrirlo.

—¿En que piensas? —dijo Austin a mi lado.
Di un respingo, ¿acaso hoy es el día de asusta a Ariana y gana un premio?
—Cosas —respondí. Ni loca le diría lo que pensaba en realidad.— ¿Y Alex? —lo mejor era cambiar de tema.
—Se fue, le caíste bien.
—Que bueno.
La verdad no me importaba caerle bien o no.
—Vamos, no has desayunado y tienes que comer algo —se puso de pie y caminó a la entrada en dirección al auto.
Con tanto que pensar se me olvido que no había comido nada. Estaba muerta de hambre.

¿Qué te pasa Ariana? Con la comida no se juega, te desconozco.

Maldita voz en mi cabeza que me hace creer que estoy loca.
Cállate, yo soy genial.
Lo que sea, tengo hambre.
Me puse de pie y seguí a Austin. Tomé el asiento del copiloto y él encendió el auto sacándonos de ese hermoso lugar y adentrándonos en la carretera.
Mientras nos alejábamos de esa hermosa casa me imaginé viviendo en ella, no pude, simplemente no veía aquella casa como mi hogar.
Fije mi vista en Austin quién tenía sus ojos en la carretera, no era feo, era hermoso decir verdad, era bastante hermoso, tenía el cuerpo y el rostro que todo hombre desea y cualquier mujer se volvería loca, menos yo, tal ves si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias, si me hubiera invitado un café, ir al cine o algo parecido, todo sería diferente, si en vez de obligarme a ser su esposa me pidiera ser su novia, tal vez yo habría aceptado después de conocerlo, ni siquiera me hubiera importado su trabajo... Pero lástima que nada de eso pasó. Él era bello, pero estaba podrido por dentro.
Jamás tendré una vida feliz a su lado, ¿quién sería feliz casada al lado de un hombre al que no ama y encima el la trata como mierda? Si alguna vez llego a conocer a alguien así, le patearé la cara.

—¿Qué tanto me miras? —preguntó Austin al sentir mi mirada sobre él.
—Nada —respondí desviando mi vista hacia mis pies.
Él no dijo nada ni yo tampoco, me dediqué a ver por la ventana como el auto se detenía en un autoservicio de McDonalds.
—Bienvenidos a McDonalds, ¿que le sirvo?
—Quiero dos hamburguesas con triple queso, dos Coca-Cola, un helado de fresa y otro de chocolate, y dos guarniciones de papas con queso fundido.
—Austin —lo llamé.
—¿Qué? ¿Quieres algo más?
—No, es que soy vegetariana —respondí.
—¿Y? —preguntó él.
—No como carne.
—Lo harás ahora —respondió como si nada.
No. definitivamente no. Estoy en contra de las personas que comen carne. ¿Qué no ven que ese animal sufrió antes de terminar entre esos panes cubiertos con ketchup?
Sin darme cuenta, Austin ya tenía la comida en sus manos, el olor a grasa, el queso y la carne inundaban el auto.
No caeré en la tentación de la carne, esa hamburguesa contenía carne que pertenecía a un pobre animal que no tenía idea que lo matarían para terminar comido y digerido por un mafioso. Me dio náuseas de sólo pensarlo.
Observaba cómo Austin devoraba su hamburguesa, parecía como si no hubiera comido en un mes, un año tal vez.
Yo por mi parte estaba muriendo de hambre, estaba tentada a comer la mía pero eso iba en contra de mis principios. Opté por comer las papas cubiertas de queso pero Austin me detuvo.

—Come tu hamburguesa —dijo autoritario.
—No, te dije que no como carne —de ninguna manera lo haría.
—No te lo voy a decir otra vez. Come. Tu. Hamburguesa —dijo lento, sonando muy peligroso.
—No —dije. No le tenía miedo. A quien engaño, estaba muerta de miedo. Sabrá Dios lo que este loco es capaz de hacerme.

Me tomó por el pelo bruscamente lastimándome, me quejé, dolía mucho. Golpeó mi cabeza contra el cristal de la ventana, el dolor no tardó en aparecer, dolía como el demonio, parecía que había partido mi cráneo en dos, así lo sentí yo.
—Ahora, come tu maldita hamburguesa —dijo soltando mí pelo— no sigas colmando mi paciencia porque te aseguro que no será bueno para ti.
Las lágrimas se escapaban de mis ojos sin permiso alguno, dolía, nunca antes nadie me había golpeado de esa manera, nunca antes me habían golpeado.
Tomé la maldita hamburguesa y empecé a comerla mirando hacia mis pies sintiendo su penetrante mirada sobre mi. Quería vomitar, sabía bien después de todo, pero no podía olvidar el hecho de que estaba comiendo a un pobre animal inocente. Al terminar tomé las papas para luego comerlas.

—No te olvides del helado, cariño —dijo con la burla presente en cada una de sus palabras.
Se estaba burlando de mí, lo disfrutaba, estaba disfrutando verme llorar, verme sufrir. No será hoy, ni mañana, pero algún día pagará todo lo que me está haciendo sufrir, y yo estaré ahí, burlándome de él, viéndolo derrotado por mí, un día no muy lejano.
Agarré el helado de fresas y lo terminé en cinco cucharadas.
—¿Ves? Si cooperaras todo sería más fácil, pero te encanta llevarme la contraria y cada vez que lo hagas, te haré sufrir, tanto mental como físicamente, y eso a mi lado sádico le encanta, déjame advertirte que eso no significa nada bueno para ti.

Recuérdame recordarte |Austin Mahone y Ariana Grande|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora