𝟎𝟖

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El aire estaba fresco, parecía que en poco tiempo se pondría a llover, el clima perfecto para que te rechacen y te humillen, pensó Bin sentado en una banca del parque en el que había quedado con el bailarín. Quedaba media hora para la hora acordada, pero él ya se imaginaba caminando bajo la lluvia con un corazón roto.

—Soy un estúpido.

—¿Moonbin?—el llamado se giró rápidamente, admirando la vista de un delgado cuerpo vestido por un hoodie azul y unos pantalones deportivos, no era la gran cosa, pero deseo tener esa vista todos los días—No pensé que estarías aquí tan temprano, hubiera salido antes de la academia.

Lo dijo en voz baja sin embargo el mayor pudo escucharlo y enternecerse sobre ello. Con la mirada agachada y un rosado esparciéndose por sus orejas, el bailarín le propuso que caminen, quizás de esa manera el mayor no notaría su inseguridad y podría hablar con claridad.

Pese al viento helado que estaba teniendo esa primavera los cerezos pudieron florecer, en ambos adolescentes eso significó mucho más que el sentimiento acogedor que inundaba sus pechos, significaba que era momento de que fueran sinceros con ellos mismos y con su destino. Y para las coincidencias del mundo, se dieron cuenta al mismo tiempo.

—¿Qué es lo que quieres?

—Me gustas.

Frente a frente se dijeron los pensamientos que habían mantenido su semana caótica, sin embargo la declaración del mayor casi parecía una respuesta para el bailarín, una respuesta totalmente incoherente a sus pensamientos y que aun así, aceleró su corazón. Minhyuk retrocedió pasmado, sus pupilas inspeccionaban los rasgos faciales de su compañero buscando un signo de humor o maldad.

—¿Qu-Qué fue lo que dijiste?

Bin levantó la cabeza, conectando con la mirada del menor y suspirando.

—Minhyuk, me gustas—volvió a confesar con un fuerte orgullo—Mucho.

Si bien hace medio minuto se moría de vergüenza por decirlo en voz alta, Moonbin era así, una vez que las cosas están dichas entonces jamás tendrá miedo a repetirlas. Además que teniendo a Park Minhyuk frente a él, temblando y pareciendo un venado de ojos grandes y llorosos se sintió demasiado frustrado con el mismo, porque no podía entender como repudiaba y amaba la imagen, solo alguien como el menor era capaz de generar un sentimiento como ese. De todas maneras, tampoco duró demasiado, el ambiente cambió rápidamente cuando el bailarín le golpeó el brazo y vociferó.

—¡Si gustaras de mí, maldito estúpido, jamás me hubieras mentido!—tenía razón y Bin entendía perfectamente el enojo ante las mentiras, simplemente no había querido perder cualquier tipo de posibilidad, la mentira le había abierto ese camino, el de conocer a Minhyuk; sus respiraciones se suavizaron y ante el rompimiento de la tensión vio que el menor suspiraba tocándose el punto entre sus cejas—¿qué es lo que realmente quieres?

—¿lo que real...?

—No finjas—ordenó intentando no hacer temblar su voz—No tengo muchos contactos en el ámbito de la actuación, puedo recomendarte con los profesores pero...

Sin preguntar, ni dudar, el mayor rompió el espacio personal entre ellos.

—Minhyuk ¿de qué mierda estás hablando?—otra vez esa mirada, el cambio de voz. El llamado volvió a ser diminuto frente a una bestia que lo destrozaba con los ojos, no podía dejarse llevar así.

—No sigas—rogó con una humedad asomándose por sus ojos, su mente no dejaba de gritarle que podía irse corriendo, que Moonbin no lo había atrapado literalmente, que solo era él haciéndole caso a los tontos instintos de su corazón. Ambos se sorprendieron cuando el primer sollozo salió, Minhyuk tuvo que tocar una de sus lágrimas para realmente confirmarlo, el mayor no fue capaz de detenerse así mismo y rodeó al bailarín con sus brazos, atrayéndolo hacia su pecho.

El pelinegro contuvo el aliento ante los latidos del mayor, que llenaron su ser en un calmante ritmo. Cerraron los ojos fundiéndose en el calor que el otro emanaba, si lo pensaban era un acto singular que hasta podría llamarse impropio, quizás era justamente eso lo que pasaba, no estaban pensando lo suficiente.

Su nube se vio interrumpida por la lluvia helada que inundó las calles, Minhyuk se alejó apenas recuperó la conciencia e intentó salir corriendo, el mayor predijo sus pensamientos entrelazando sus manos y obligándolo a correr junto a él, varias personas estaban haciendo lo mismo y el bailarín ni siquiera tenía tiempo para disculparse por las colisiones que ocasionó, sus zapatillas se estaban mojando y su pelo ya empezaba a chorrear gotas por su espalda, donde todavía podía sentir la calidez del abrazo.

Pese a que ambos chicos gozaban de un buen estado físico, entraron jadeando a la tienda de conveniencia, secaron las suelas de sus zapatillas en una pequeña alfombra quedándose en sus lugares.

—Iré por chocolate caliente—ordenó Moonbin separando sus manos y dejando un frío inmediato—Quédate aquí.

Seguramente si Minhyuk fuera Moonbin tambien tendria miedo de que se escape de la tienda la persona a la que te confesaste, aunque lo ofendia un poco que pensara que era tan tonto como para salir con tal temporal inundando las calles.

Se sentó en la única mesa que tenía el local, redonda y chiquita, acomodo sus palmas en sus piernas e inútilmente buscó un lugar donde resguardar sus pies.

El actor llegó con una taza de cartón de la cual salía vapor y un dulce aroma a cacao.

Moonbin se acomodo en la silla y busco la mirada del menor entre los flecos negros que caian en su cara, se turnaron para tomar de la bebida y parecia que ninguno iba a ser el detonante de la conversacion, hasta que la culpa desbordo a Minhyuk.

—Moonbin, en serio lo siento, no quería reaccionar de esa forma ¿okay?—suspiro—Simplemente, me es difícil confiar en ti, quiero decir, ni siquiera te conozco.

El mayor bajó la mirada y le dio la razón con su silencio.

—Aunque... Estaría bien conocernos ¿no?

، depayser ©  binhyukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora