𝟎𝟑

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Moonbin le había avisado a Dongmin y Sanha que se iría a casa, le dolía la cabeza y el sol resplandeciente únicamente hacía que estuviera más agotado. Salió de la institución, sin percatarse de que unos ojos marrones lo seguían fijamente.

—¡Minhyuk!—grito Myungjun agitando la mano desde la entrada. Con los ojos bien abiertos y una vergüenza tremenda, el nombrado se acercó rápidamente para agarrar de la muñeca a su hyung y llevarlo lejos de la academia—y de la mirada del peli-blanco, a quien había estado espiando—.

—Hyung, la próxima vez que vengas a buscarme evita ser tan escandaloso—masculló fríamente una vez que se habían alejado.

—Aigoo, que amargado—cruzó los brazos—y yo que me tome la molestia de venir a buscarte para que no te sintieras tan solo.

Myungjun era el hyung más preciado para él. Lo conocía desde pequeño, cuando sus padres se reunían, ellos se la pasaban jugando en el patio de su casa y generando algún que otro problema aunque su hyung era quien siempre pagaba el precio de sus travesuras. Las risas estaban aseguradas con él a su lado.

—Hyung, no seas tan descarado. Estoy seguro de que viniste a buscarme porque Jinwoo tenía que estudiar y te echo.

Con la boca abierta como un plato y tocándose el pecho con la palma de sus manos, Myungjun no sabía si reír o llorar, ¿desde cuándo su menor era tan bueno leyéndolo?

—Nuestro Minhyuk ha crecido mucho.

El pelinegro se quedó estático un segundo y sonrió.

—No te pongas melancólico, hyung—pidió el menor— Aún puedes pagarme tod-.

—Ni lo pienses, niño—interrumpió el rubio negando con la cabeza—Soy un mantenido. Invita tú o nos quedamos sin comer.

Myungjun era así desde pequeño, un descarado de primera, que no le tenía miedo a la sinceridad, ni a las palabras de los demás. En cierta forma, lo maravillaba esa parte de su hyung, no todos eran capaces de mantenerse sordo ante las opiniones de la sociedad. Mucho menos él.

♥‌

Eran las seis de la tarde cuando Minhyuk salió de la cafetería en la que había estado con su hyung, se había tomado dos cafés y tres magdalenas, ya hasta podía sentir su abdomen abultado. En el camino a casa, decidió que era mejor volver a la academia, su idea original era quedarse hasta las nueve practicando—aunque cierta persona cambió sus planes—, y no podía desaprovechar toda la energía que había obtenido de las magdalenas.

De repente se le vino a la mente el estudiante de actuación. Cuando lo vio estirando, haciendo los pasos ahí en una esquina se sintió envidioso, era obvio que si mides 1.80, tienes hombros anchos y todo un pectoral formado ibas a verte bien haciendo hasta la más mínima cosa. Minhyuk no podía creer la suerte que tenían algunos, él se había pasado los últimos cuatro años de su vida tratando de ganar masa muscular, sin embargo lo único que había ganado era fortalecer sus músculos y que estos se vieran mejor. Ahora lo único que quería era ahogarse en magdalenas y chocolatada. No soportaría estar en dieta otra vez.

El peli-blanco seguramente se esforzaba para mantenerse así de guapo.

Minhyuk sintió escalofríos.

¿Él había pensado eso?

Apresuró el paso ante tal adjetivo, es decir, no es raro que se le haya pasado por la cabeza tal pensamiento—porque ciertamente el actor lo era—sin embargo el hecho de que haya sentido que su corazón saltaba de su lugar agregándole cientos de adjetivos al peliblanco y poniéndolo más nervioso, no se sentía muy cómodo. Para su suerte antes de que pudiera pensar en más maneras de describir al actor, ya se estaba adentrando en la academia por segunda vez en el día.

، depayser ©  binhyukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora