EPILOGO

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El flash de las cámaras lo cegó por un segundo impidiéndole ver las caras de los reporteros, ecos de su nombre rebotaban en cada esquina del lugar, esta era una de las partes que aborrecía de su trabajo. No iba a negar que le gustaba la atención, pero pasado cierto tiempo esta ya empezaba a sofocar.

Siguió a su co-estrella por la alfombra roja y se detuvieron frente a un mar de micrófonos, saludaron con una sonrisa, era difícil concentrarse cuando diez personas estaban haciéndote preguntas al mismo tiempo, pudo contestar algunas y otras quedaron divagando en su propia cabeza.

"Dicen que esta ha sido una de tus mejores actuaciones, ¿piensas lo mismo?"

"¿Fue difícil meterse en el papel de bailarín?"

"¿Cómo fue el proceso de entrenamiento?"

"El público dijo que verte como bailarín fue mágico, ¿cómo hiciste para representarlo tan bien?"

Actuar en esta película había sido uno de los trabajos más desafiantes que tuvo en los últimos años, más allá de los entrenamientos y los guiones, había sido una tortura ver a Minhyuk en cada cosa que hacía. Aguantar tantos años la curiosidad de buscar el nombre del menor para luego verlo reflejado en cada pensamiento que tenía, había sido la insistencia del director el que lo había convencido con unas cuantas palabras.

"No puedo ver a nadie más que tú como el protagonista"

"Moonbin, necesito que alguien pueda representar el baile con tanta emoción como tú lo haces"

Sabía que solo había sido un acto de manipulación para que aceptara, sin embargo caer en la tentación de tener una excusa para poder pensar en Minhyuk había sido tan fácil. Durante el rodaje intento dar lo mejor de él mismo por la diminuta posibilidad de que viera la película, no le importaba sorprender al público o a los medios, quería que Minhyuk pudiera mirarlo y decir orgullosamente que él había sido de la persona de la que alguna vez estuvo enamorado.

Moonbin se sacó los zapatos en la puerta de su departamento, colgando de su brazo el saco negro y llevando un montoncito de cartas que le dio el portero en cuanto llego. Cargando con el agotamiento que le daban los eventos públicos fue a darse una ducha, acomodó su traje en el armario y ya con el pelo castaño—si, se lo había teñido—seco, fue a la sala para prender la televisión y de paso, revisar el correo. No presto mucha atención a la mayoría, sabía que eran cuentas que pagar o alguna carta de alguna fan, sin embargo la elegancia sobresalió sobre las otras. Tenía bordes dorados y el papel casi parecía aterciopelado, abrió el sobre no con tanta delicadeza y sus fosas nasales se llenaron de un perfume dulce. Parecía ser un folleto. No dio demasiada importancia al título, ni al nombre de lo que según entendió eran actos, sin embargo en su pecho fluyó un extraño líquido rosa cuando en el tercer título el primer nombre aparecía escrito con letras curvas y elegantes.

Park Minhyuk.

Sus dedos temblaron, tuvo que leer el nombre una y otra vez, hasta que llamó a su manager diciéndole que reservara la noche de la función.

Bajo del coche mirando el enorme lugar, y con la suela de sus zapatos golpeando en las baldosas se acomodó en la fila que rodeaba el teatro. Era el centro de Seúl y las estrellas no podían divisarse, frecuentemente revisaba su bolsillo para confirmar que el boleto de invitación seguía ahí. Se acomodó los lentes y el barbijo, no tenía ganas de lidiar con su fama y menos en un día tan esperado como este. Desde que le llegó la carta se debatió con mandarle un mensaje al bailarín porque sí, había guardado su número. Sin embargo eran mayores las probabilidades de que el menor haya cambiado su línea telefónica que se aguantó en pasar la vergüenza.

Las personas cada vez se adentraba al brillante lugar con más rapidez y Moonbin en cada paso se daba cuenta de que no se había preparado lo suficiente, con un nudo en la garganta entregó el papelito aterciopelado haciendo que el señor le diera una seña para entrar. Aun sin tener control movimiento de su mano y mirando a cada persona que se le acercaba, se sentó en el lugar que se le había indicado, quinta fila y séptimo asiento. Las luces fueron apagándose y el escenario se volvió el protagonista. Por fin Moonbin pudo sacarse su disfraz y observó cómo el telón se levantó demostrando una orquesta en el fondo. Eran tantos instrumentos que no tuvo tiempo a contarlos hasta que el suave sonido de un piano se distribuyo por todo el teatro callando los últimos murmullos que quedaban. No fue hasta veinte minutos después que luego de unos segundos de silencio un violín desgarrara el ambiente que lo vio, la punta del pie guio la entrada del bailarín, así demostrando el traje blanco y negro. Se le notaban piedras brillantes por el cuerpo sin embargo poco interesantes se vieron a la maravilla que el público estaba presenciando, la música aumentó su intensidad y el bailarín atrás no se quedó, incluso para Moonbin que solo debía mirarlo era difícil seguirle cada movimiento, el nudo en su garganta aumentaba y respirar era un reto, no era el único. Los movimientos redondos acompañaron el vaivén en los violines, y cuando el desgarrador sonido del comienzo resonó otra vez las rodillas del bailarín golpearon secamente contra la madera del escenario y la elegancia de su alma se vio expuesta, y sin saberlo también dejó al descubierto la fragilidad de los sentimientos de Moonbin en un charco de lágrimas de cristal que caían sobre su propio regazo. Era ese el sentimiento de orgullo de ver triunfar a la persona que amas, el mayor sintió que se quebraba, su alma, su corazón, sea lo que sea algo se había roto en él desde el momento que vio que de Minhyuk también caían gotas transparentes, incluso con más de diez de metros de distancia podían compartir el desgarre en sus cuerpos, el telón rojo interrumpió la nebulosa que habían creado y cada uno se vio mandado a la realidad con un cubo de agua congelada.


...


La función había terminado, y Moonbin había quedado petrificado en su asiento, no fue hasta que un guardia se le acercó avisando que ya podía retirarse. No quería irse. No quería volver a alejarse, tomó el camino más largo a la salida, aún había bastante gente rumbando en los pasillos y reconoció a algunos de los bailarines por su vestimenta. Se le hizo imposible no buscarlo entre las personas que se le cruzaban, sin embargo, la cara que quería no estaba entre ellos. Decepcionado, pero no sorprendido, salió de la deslumbrante estructura sin inmutarse, era una noche cálida. Vistió su barbijo y entre las personas se camufló hasta llegar en la ahora solitaria calle que había dejado su auto.

Estaba acostumbrado a que fans lo persiguieran, o que incluso algunos enfermos lo acosaran, fue por eso que cuando sintió una presencia detrás de él giró en un movimiento violento, realmente no había sido su intención asustar al contrario. No, se sintió desfallecer cuando el pelo negro y el cuerpo fortalecido estaban a solo dos pasos de distancia. Dejó una sonrisa escapar para aliviarse del susto. Pensó en decir algo al ver los ojos brillantes tan de cerca, pero lo único que su cuerpo reaccionó hacer fue a darse la media vuelta e intentar irse, no pudo siquiera avanzar cuando él una mano lo agarró de la muñeca.

—Cumplí.

Su voz sonaba diferente, sonaba más adulta. Miedo fue lo único que corrió por sus venas. No intentó liberarse, pero tampoco intentó mirarlo.

Bin, cumplí—la voz salió como un hilo que estaba siendo estirado, el mayor dirigió primero sus dedos a la extensión que lo estaba tocando reconociendo el calor de la piel, quemaba y se sentía tan bien. Con una mirada prudente pudo finalmente apreciar la figura del menor por voluntad propia.

—Minhyuk—si, ese era Minhyuk, no el bailarín, la persona que amaba. Este sintió levemente sin romper el contacto, había cambiado desde el último encuentro que tuvieron en el parque. Este no era un toque desesperado, era calmado, pero la esencia de la escena parecía ser la misma. Volvieron a tener las sensaciones de un abrazo cuando sus cuerpos chocaron entre sí.

—Hace siete años, me pediste un favor—recordó Minhyuk contra el cuello del oficialmente actor—Y cumplí.

Moonbin le quería decir todo lo que había experimentado durante su presentación, quería decirle lo maravilloso que había estado, lo mucho que lo había extrañado sin embargo el pelinegro prosiguió.

—Pero esa vez, yo quiero que me hagas una promesa—pidió mirándolo fijamente—A partir de ahora, quédate conmigo.

Sonrió borracho de la emoción, acentuando aún más el agarre en las caderas del bailarín.

—Lo prometo. 

، depayser ©  binhyukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora