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—Me gustaría que vengas a mi casa.

Fue una propuesta arriesgada. En realidad, todo lo que hacía respecto a Minhyuk se sentía arriesgado, se cuestionaba en qué momento sus sentimientos se habían salido de control como para llegar a ir a la escuela del bailarín. Toda su vida había podido evitar ser demostrativo con sus sentimientos, ocultándolos en lo más profundo para vivir en cotidianidad, quizás el mejor ejemplo de ello, había sido su enamoramiento con Dongmin. Sí, Lee Dongmin, su mejor amigo de toda la vida. Suponía que había sido la compatibilidad o lo bueno que era su amigo para entenderlo, aunque en estos momentos no tiene importancia, con el tiempo entendió que no eran uno para el otro y la llegada de Sanha a la vida de Dongmin era la prueba de ello. Sin embargo, con Minhyuk no podía suceder lo mismo, no podía ocultarlo, había una necesidad de decirle lo mucho que lo quería, de lo talentoso y hermoso que era a sus ojos. Pese a eso, tenía miedo, tenía miedo de espantarlo, porque si el mismo se sentía aterrado de sus acciones, ¿cómo Minhyuk no lo haría?

—Bien, ¿qué día?

Fue la misma voz del bailarín que lo sacó de sus pensamientos, volviendo a la realidad, volviendo a estar frente a la escuela, siendo atrapado por la mirada del menor en un intento de escape. Si, cuando pensó que iba a ser una buena idea ir a buscar al bailarín, no tuvo en cuenta que este podría salir con su uniforme deportivo y el pelo mojado, no sabía si a eso se debía que su corazón latiera tan rápido o a que simplemente era el reaccionar que tenía su cuerpo al menor.

—El sábado ¿está bien?

El pelinegro asintió sin expresión alguna, rápidamente Minhyuk siguió su camino, tomando desprevenido al mayor que por alguna razón, esperaba algo más. Era la salida de clases, varios de los compañeros del estudiante también estaban saliendo y lo perdió de vista por un segundo, hasta que lo vio en la esquina de la calle. Por un segundo tuvo la intención de seguirlo, sin embargo algo lo detuvo, el chico no había demostrado ni una sola emoción al verlo, solo pudo notar el desgaste en los ojos, posiblemente el menor se había quedado la noche practicando y no tenía ganas de verlo. Hizo un esfuerzo, y se contuvo de acompañarlo aun si le preocupaba que al chico le pasara algo, volvió a la tienda de su madre más infeliz de lo que había ido.

Últimamente se dio cuenta de la presión que había ejercido, Minhyuk era un año menor que él, no había tenido parejas y seguramente que el peliblanco haya llegado a su vida, fuera como un huracán de sensaciones, le pidió volver a verlo bailar, se confesó, lo beso; todo en menos de un mes y a una persona que no estaba segura de su sexualidad. Fue egoísta de su parte, él ya había sufrido todas esas cosas y las había hecho en un lapso mucho más grande de tiempo, y si aun así se convirtieron en un período tormentoso de aceptación, no quería imaginar lo difícil que estaba siendo para el menor.

Su plan para el sábado era simple, hacer que Minhyuk pase un buen momento. La conversación que tuvieron en la cafetería vino perfecta a la situación, sabía exactamente qué quería comprar para comer y que harían. Ya no cabía duda que el menor se había pasado la mayor parte de su vida privándose de lo que las personas de su edad hacen, y Bin quería tener el privilegio de al menos, mostrárselas una vez.

Fue así que cuando llegó a su casa, lo primero que hizo fue mandarle un mensaje con la dirección de su casa, aclarándole que si no era bueno guiándose, podía ir a buscarlo. Mientras estaba almorzando, recibió el mensaje diciéndole que estaría ahí. Bin sonrió hacia la pantalla y siguió comiendo con tranquilidad.



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Ató los cordones de sus zapatillas con un temblor en sus manos, no era la primera que iba a la casa de un chico, se había quedado a dormir en la casa de Myung cientos de veces con normalidad. Pese a eso, cuanto menos faltaba para llegar a la casa del mayor, más se nublaban sus pensamientos. Aún no sabía cómo actuar frente a su padre e ignoró las preguntas de su madre sobre la relación que tenía con Moonbin cuando le pidió permiso para ir a la casa de este mismo. Y la verdad es que tampoco sabría qué contestarle.

، depayser ©  binhyukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora