34. El verdadero final.

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34. El verdadero final.

El mes siguiente a la muerte de Michael, Devon no volvió a ser la misma.

Ella no salía tan a menudo o hablaba con amigos. Ella dejó de ir completamente a la escuela, y no se presentaba a cualquiera de sus clases programadas. Mientras sus padres estaban ocupados en el trabajo y pensaban que ella asistía diligentemente a la escuela, ella estaba acostada en casa acurrucada en la cama. Lo más probable es que estuviera llorando, a veces gimiendo, siempre la vencía la tristeza.

Dejó de comer mucho. Cada vez que estaba en la cena, tomaba unos bocados antes de empujar su plato, insistiendo en que ella no tenía hambre y que ya había comido algo antes de la cena. Ella perdió peso. Ella dejó de beber agua. Ella sentía que se deterioraba.

De vez en cuando, la idea de poner fin a su vida pasó por su cabeza. Pero cada vez que ella vacía una botella de píldoras en su mano no se atrevía a tragarlas. Ella no podía hacerlo. Todavía no.

No importaba lo mucho que lo intentara olvidar, Devon no podía olvidar las palabras de la gitana, que hasta ahora había demostrado que eran ciertas. Devon moriría un mes después de Michael. ¿Cómo sería eso? ¿Por depresión? ¿Por hambre? ¿Deshidratación? ¿Corazón roto?

Lo que fuera, finalmente se convirtió en realidad una noche. Los padres de Devon llegaron a cada del trabajo, sólo para recibir la boleta de calificaciones de Devon del primer mes de clases. Había fallado en todas sus clases, obviamente, con la nota que ella no se había presentado a las sesiones, ni siquiera a una. Decidieron hacer caso omiso del hecho de que Devon había perdido al amor de su vida justo un mes antes.

—Devon Peterson, ¿qué diablos es esto? —su padre gritó, golpeando el papel sobre la mesa de la cocina con fuerza. Devon se estremeció, haciendo que pusiera sus rodillas cerca de la barbilla y acurrucándose como una pequeña bola. No estaba acostumbrada a tener a su padre gritándole con tanta violencia.

—No fui a clases —murmuró, casi con miedo de como su padre se lo tomaría.

Su madre negó con la cabeza y frunció el ceño. —Esto es inaceptable Devon, sé que estás triste porque tu amigo murió, pero…—

—¿Amigo? —Devon preguntó con nueva fuerza detrás de sus palabras—. Él no era solo un amigo, mamá. Yo lo amaba. Él era la única persona en este mundo que me hacía sentir que valía algo. ¿Cómo no lo entiendes?

Se burló, dando a su marido una mirada crítica. —Cariño, tienes sólo diecinueve años. ¿Qué sabes sobre el amor? Haz estado saliendo con el chico, qué, ¿des meses y medio? No puedes  enamorarte tan rápidamente. No es posible. Ese chico no te amaba, y si te lo dijo fue porque estaba ciego.

—Y no trates de cambiar de tema, Devon. ¡Estás fallando! ¡Ni siquiera te molestas en presentarte a clases! Necesitas poner la muerte de este chico detrás de ti y hacer algo con tu vida. Ha sido un mes, ¿cuánto tiempo más vamos a esperar?

—¡Todo el tiempo que necesite! —Devon gritó, levantándose y dándoles a la vez una mirada de incredulidad. Lágrimas picaban en la esquina de sus ojos—. No puedo recuperarme de algo así. Nunca, ahora que lo pienso. Y si te paras a pensar por un segundo, mamá, que Michael no me amaba, te equivocas. Él me amaba con su vida. Él murió por mí, ¡por el amor de dios! Todo es mi culpa. Todo es mi culpa, por mi culpa… —se fue apagando, tratando a toda prisa de limpiar sus lágrimas.

Ella salió corriendo de la habitación rápidamente, ignorando sus gritos. —Devon, ¡esto no ha terminado! —gritó su padre, pero lo único que logró gritar de nuevo fue “vete al diablo”.

Al entrar en su habitación, se desplomó en su cama y lloró. Y ella no paró de llorar durante horas y horas hasta que dejaron de caer lágrimas de sus hojas y la luz del pasillo se apagó, indicando que sus padres se habían ido a la cama. Lo menos que podían hacer era ver cómo estaba. Grandes padres.

Enterró su cara en la almohada. Michael la amaba, ¿verdad? Michael la amaba, y él quería que ella viviera.

Pero ella no tenía ninguna razón para vivir. El mundo no tenía nada que ofrecerle en comparación con lo que Michael le ofrecía.

Pero ella no podía terminar con su vida por un chico. Ella era mucho más que eso.

Pero él era más que otro chico que murió. Él era su otra mitad, su fuente de felicidad.

Y fue en este punto donde Devon desenterró el frasco de pastillas que había escondido en el cajón de su mesita de noche. Se arrastró hasta la cocina sin decir una palabra, agarrando un lápiz y u papel del mostrador y comenzó a escribir, dejando manchas de lágrimas en el papel.

Mamá y papá —

Si están leyendo esto, yo ya me habré muerto como un puto clavo (n/a: creo que esta expresión se refiere a que estará muy, completamente muerta, no estoy segura). Espero que sean felices. Quiero decir, no podía aceptar el hecho de que necesitaba tiempo para hacerle frente. El tiempo es realmente la clave aquí, ¿no es así? Murió hace un mes, y me muero el mes después. Y ahora todo lo que necesito es más tiempo. Creo que estoy hambrienta de tiempo, ¿no?

No creo que ustedes entendieran eso  con suficiente claridad. Michael era la persona que más feliz en el mundo me hizo. Sin él, yo estaba sin vida. Nadie siquiera sabe que me fui. Nadie me extrañó o me llamó o me preguntó como estaba, ni siquiera ustedes. A nadie le importaba, pero él era el único que lo hacía.

He pasado por muchas cosas dolorosas en mi vida. Una de ellas fue cuando conseguí mi primera vacuna contra la gripe cuando niña, y recuerdo que el pellizco fue fuerte. Otra fue cuando nuestro hámster de la clase, Freddie murió, en quinto grado. Otra fue cuando me caí y me rompí la rodilla, y todavía puedo oír el chasquido del hueso de cuando me resbalé en el hielo.

Pero les diré algo: prefiero vacunarme un millón de veces para la gripe y romper mi rodilla un millón de veces que revivir el momento cuando me enteré de que Michael había muerto. Yo nunca había sentido ese dolor en mi vida.

Y así, estoy en el cielo ahora, supongo. Donde tengo todo el tiempo que necesito. Los amor y estarán para siempre en mi corazón.

-Devon.

Con el garabato final de la pluma, las manos de Devon temblaban salvajemente que ella tuvo que tomar cinco minutos para calmarse. Poco a poco se llenó un vaso con agua y vació las píldoras en su palma. Eso fue todo.  

Una a la vez, entra en su boca y se fueron por el agua. Una a la vez, entra en su sangre y debilitaban su sistema. Una a la vez, la hacía desvanecerse de la realidad y estar más cerca de Michael.

Y así, señoras y señores, es como termina la historia de dos adictos al sexo enloquecido. Terminaron juntos, sólo que no en el lugar que habían asumido. Usted se puede preguntar, querido lector, ¿por qué no habría Devon simplemente superar a Michael? ¿Por qué no iba a seguir adelante y dejar de amar a este chico?

Supongo que algunos hábitos son díficiles de romper.

***

si les soy sincera, tampoco me fascinó el final del fic pero si se ponen a pensar, en cuanto al sentido que llevaba el fic tiene mucho que ver y es en cierto modo "realista", aunque no pensé que llegaría tan rápido y tampoco le esperaba así y idk, me da pena :'( 

quieeero agradecerles a todas y cada una de ustedes por seguir este fic y bueno decirles que las amo está demás <3

pronto tendrán una nueva traducción mía en sus bibliotecas 1313 (eso espero), será de lukeyyy ;-) 

y nuevamente les doy las gracias por leer, votar y comentar mis barriobajeras <3 

todos los créditos de esta historia a la autora original, fallovtboy :-)

síganme en ig chicas, soy breakhemmings_  ahq viva el spam <333

sex addicts || M.C «español»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora