29. Maldito ladrón de chocolate.

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29. Maldito ladrón de chocolate.

Agregando cosas a la lista de "las últimas cosas que debemos hacer antes de nuestra muerte programada", Michael decidió tener una cita con Devon.

No fue una cita loca con flores y velas, pero fue suficiente. Empezó dejando un rastro de notas -fue una idea por cortesía de Lucas, que todavía querían saber si la pareja había conseguido poner la salsa en el cuenco de pasta-, lo que la llevó a su ubicación.

«Dev, te estoy tendiendo una gincana, vamos a ver cómo sigues las indicaciones. En primer lugar, ve al lugar donde nos conocimos. Ah, ¡me olvidaba! Trae quince dólares para pizza porque no tengo dinero», la voz de Michael habló a través de la máquina contestadora mientras Devon repetía el mensaje.

Ella rodó los ojos al final, pero tenía curiosidad por ver lo que él estaba planeando, tomó su bolso y salió de la casa, asegurándose de que tenía quince dólares en su cartera.

«¿Dónde nos conocimos la primera vez?» Devon se preguntó, tratando de recordar la escena que había ocurrido meses antes. Él había tropezado con ella en una intersección... Fue en la esquina de 7 y 38. Tomando aire, dejó que sus pies la guiaran en esa dirección, descubriendo que no había nada. No fue hasta que se quedo quieta de pie, para ver una nota puesta en el signo de cruce de peatones- un lugar suficientemente alto como para que Michael lo alcanzara.

Ella tomó la nota y algo se derribó al suelo junto con a ella.

Una caja de chocolates, los favoritos de Devon.

Ella desdobló la nota, su ansiedad creció y quería leerlo rápidamente.

Dev,

si encuentras esta nota es sinceramente un milagro. ¿Sabes con cuántas personas he tenido que luchar para llegar a la parte de atrás de la señal? De todos modos, ahora que tienes los chocolates ((y si alguien los robó, entonces vete a la mierda ladrón de chocolates, estoy tratando de hacer paradas románticas)), ve a esa tienda "girly" que tú amas que está entre el 5 y 40. ¡Es tu última parada!

Con amor, Michael

Corrió a la tienda, con ganas de ver lo que había en su siguiente parada. Cuando ella pasó por la puerta, la señora que estaba más cerca de la puerta la miró por un momento antes de inclinar la cabeza hacia un lado. —¿Tú eres Devon? —preguntó ella, estudiando a Devon de cerca.

Devon asintió lentamente. —Sí, esa soy yo.

—¡Oh, tú novio te dejó algo! Me dijo que vendría una chica bonita con el pelo rubio y ansiosa, así que supuse... Voy a buscar la bolsa.

Devon esperó en la parte delantera de la tienda; la señora regresó, sosteniendo una bolsa grande con una etiqueta en ella. —Él escogió esto para ti, también. ¡Incluso pagó por ello! Yo me aferraría a él, es un ángel —la señora balbuceaba, entregándola la bolsa a Devon para que leyera la etiqueta.

Dev,

Ok mentí, pero estás casi cerca, ¡lo prometo! Asegúrate de cambiarte por la ropa que escogí, porque te verás tan caliente quiero decir hermosa, en ello. Por último, ve al lugar dónde me hablaste de la pasta Cockalini y el... ya sabes. Solo tienes que ir allí. ¡Voy a estar esperándote con tus últimas sorpresas!

xoxo gossip girl

Devon murmuró un rápido gracias a la trabajadora, apresurándose a la parte trasera de la tienda que dirigía al vestuario. Michael, en realidad, había escogido ropa realmente agradable, lo que sorprendió a Devon porque en realidad era algo que hubiera escogido ella misma. Michael, incluso, hizo el favor de cortar las etiquetas por ella.

Devon sabia donde debía ir después. No había otro lugar en donde Michael quisiera que fuera. Se dirigió al edificio donde hacían terapia, aferrando su bolso fuertemente a su pecho mientras se estremecía. Se acercaba la noche y ella estaba empezando a preguntarse si esta realmente seria la ultima parada.

Ella entró en el edificio rápidamente, escapando del frío. Oyó el suave sonido de la música que se estaba reproduciendo desde la sala principal y siguió los sonidos, tratando de mantener la sonrisa tonta que apareció en su rostro.

Y ahí estaba Michael, con una guitarra acústica en su regazo rodeado de cajas de pizza. Estaba cantando la melodía de una canción desconocida, pero a Devon le gustó. Tan pronto como Michael oyó que Devon se dirigía hacia él, dejó de tocar mirando hacia arriba y abajo.

—Yo sabía que te verías caliente —respiró, se puso de pie y envolvió el cuerpo de Devon en un abrazo—. Me encontraste.

—No fue muy duro, señor Clifford. Necesitas hacerlo mejor la próxima vez —bromeó Devon, causando que Michael pusiera mala cara.

—¿Sabes cuánto orgullo he perdido por entrar en esa tienda y comprarte el outfit completo? ¿Sabes cuántas chicas adolescentes me preguntaron si me estaba convirtiendo en trans...—

—Cállate —Devon susurró, agarrando sus manos—. Esto es increíble.

Se sentaron juntos y Michael abrió la primera caja de pizza, tomando una rebanada. —Ya era hora de que aparecieras, estaba a punto de comer todo esto por mi cuenta. 

—Pensé que necesitabas 15 dólares para la pizza.

—¿Qué clase de novio haría que su novia pagara? ¿Ese es tú humilde pensamiento hacia mi? —preguntó con un jadeo, llevando su mano hacia su pecho haciéndose el ofendido.

Devon se rió y tomó un trozo de pizza por sí misma. Los dos se sentaron y hablaron de las cosas que generalmente suelen hablar —de nada. Amaban hablar de nada con alguien que significaba algo. Una vez que terminaron, Michael no la dejaría ir tan fácilmente. 

—Tengo una última sorpresa —Michael anunció, dejando una pequeña caja en sus manos—. Si no te gusta, simplemente dilo por favor.

Ella entreabrió la caja y se quedó sin aliento, sacando el collar que Michael le había regalado. Tenía un pequeño corazón en él, que tenía grabada la palabra diligere*.

—Amor —susurró ella, sosteniendo el collar en su pecho—. Es hermoso, Mike. Sin embargo, ¿por qué lo escogiste en latino?

—No sé, esa mierda suena más romántico en latín.

Devon rió y agarró el collar poniéndolo alrededor de su cuello, admirándolo de cerca. —Me encanta.

—Te amo —Michael sonrió, causando que Devon buscara su mirada con los ojos muy abiertos. Esta era la primera vez que le había dicho esto a ella, y significaba mucho.

—¿En serio?

—No, yo solo te estoy jodiendo. Yo sólo te compré chocolates, un outfit entero, pizza y un collar para joderte.

Devon puso los ojos en blanco, sintiendo su sarcasmo. —Te amo demasiado, idiota.

—¿En serio? —Michael preguntó con asombro.

 Ella sonrió, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. —No, yo solo te estoy jodiendo.

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*Dilegere: amor en latín.

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PÁSENSE POR MI NUEVA TRADUCCIÓN, OMEGLE, DE LUKE :-)

sex addicts || M.C «español»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora