31. El final.

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Muchas gracias chicas por los 50K leídas y por los 2.74K votos. ¡Las quiero y lloren mucho!

31. El final.

No, no, no, no, no.

Esto no puedes estar pasando, pensó Michael. Se suponía que debía morir primero, no Devon. Tal vez la gitana había dicho sus fortunas mezcladas y ¿era ella quien supuestamente moriría primero? Empujó ese pensamiento de su mente -no podía permitirse el lujo de pensar así ahora. No había manera de que pudiera estar muerta.

Pero el único problema era que Marina no le había dicho a Michael lo grave que fue el accidente. No sabía si había salido con un simple arañazo o con un centenar de huesos rotos. No tenía ni idea.

Deprisa, cogió las llaves del coche de la encimera, que eran sólo para emergencias. Él no se preocupó por las bolsas bajo sus ojos y su horrible aliento, y él ni siquiera se había molestado en peinar su pelo. Lo único que quería era llegar a Devon y ver si se encontraba bien.

Un millón de cosas estaban pasando por su cabeza ahora mismo. Pánico, miedo y pavor. ¿Conoces esa sensación cuando estás tan asustado que se voltea el estómago y sientes como que no puedes respirar y sientes como que el mundo se acaba? Así es exactamente como Michael se sentía, excepto que cien veces peor.

Marina le había dicho que el accidente fue en algún lugar de la ciudad, cerca de su apartamento. Esto significaba que tenía que ir a la derecha a través de la parte de mayor tráfico de la ciudad, y quién sabe cuánto tiempo le tomaría para llegar al lugar del accidente. De acuerdo con Marina, las ambulancias estaban en camino, a pesar de que no mencionó en que condición se encontraba Devon.

-Michael, son casi las diez, ¿a dónde vas a estas horas de la noche? -Su mamá llamó, haciendo que Michael se apurara más-. ¿Michael? Michael, ¡vuelve aquí!

-¡Ahora no! -le espetó, cerrando la puerta principal y corriendo por las escaleras hasta llegar a la planta baja.

Cuando Michael imaginó la muerte de alguien a quien ama, se suponía que uno moriría en los brazos del otro. Uno sentía la vida dejando el cuerpo de su amante y como se evaporaba en el aire, pero se sentiría solo su amor viajando dentro del otro, diciéndole, "hey, yo siempre estaré aquí en alguna parte".

Y estos eran los pensamientos exactos de Michael mientras él arrancaba el coche y se dirigía a toda velocidad hacia el centro. Las calles estaban atestadas de peatones que, por alguna razón, sin que lo supiera Michael, querían venir a esta ciudad ruidosa con luces que cegaban por la noche.

Pero él no se preocupaba por ellos. Lo único que le importaba era llegar a la escena del accidente a tiempo. Pensó en todas las cosas que le diría a Devon si ella murió, y sería algo como esto:

Oye Devvy, ¿qué pasa? Bueno, yo realmente te amo. Me preocupo por ti tan condenadamente mucho que realmente duele. Nuestro amor era perfecto. Era el tipo de relación que se ve en las películas y que la gente señala y susurra, "esa es mi meta para una relación". Adoro cada pequeña cosa sobre ti, la forma en que tus ojos se voltean cuando ríes y cuando te las arreglas para bromear con una cara súper recta -que me da un latigazo cervical, por cierto. Y tú... eres tan impresionante y hermosa sin siquiera intentarlo. Yo nunca me canso de ver tus brillantes ojos azules y esa sonrisa que es probablemente la cosa más preciosa que he visto en mi vida.

Tu amor es una bendición para mí. Voy a amarte hasta el último aliento que dé y hasta la última palabra que salga de mi boca. Nuestro amor es uno que hará historias para libros. De hecho, espero que alguien escriba una historia sobre nosotros porque es digna de ser contada. Es un amor que espero que todo el mundo aprenda de él y recuerde que nunca deben tomar por sentado lo que les gusta. Y si mueres, o si muero, o si todo este mundo muere hoy, entonces quiero que sepas que vas a ser para siempre mía.

Por supuesto, estas palabras se convirtieron en algo inaudito, porque en medio de pensamientos y emociones desordenadas y asustadas, otra cosa que pasó desapercibida para Michael era la velocidad de su coche, que iba en aumento con cada segundo. Casi se pierda la luz roja brillante que estuvo a punto de gritar, "¡para! ¡por favor, detente!" pero se perdió un poco demasiado tarde.

Y los neumático chirriaron y Michael gritó y el humo llenó el aire y lo único que vio fue humo, humo, humo y después más humo.

***

oH DIOS MIO im cryin

sex addicts || M.C «español»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora